El próximo sábado podremos ver algo que no ha sucedido desde hace tres décadas: los camoteros pueden hilar 3 liguillas de forma consecutiva, situación que es todo un acontecimiento para los aficionados angelopolitanos, llenos de frustraciones y enojos por los mediocres resultados que ya son costumbre.
No puedo menos que volver a criticar a esta directiva que no busca un campeonato, sino ganar algo de dinero al desarmar de forma desvergonzada a un cuadro que se había consolidado. Nicolás Larcamón merece todo el reconocimiento porque ha hecho mucho con poco; logró cerrar bien la temporada y parece que aún conserva algo de la magia que llevó a la Franja al tercer lugar general de la temporada pasada.
El próximo sábado veremos un duelo con muchos años de historia, ni más ni menos que con el equipo más popular de la República, cuya afición parece ser local en cualquier estadio donde se presenta: el Guadalajara.
En el papel el Puebla luce como ligero favorito, no obstante, el Rebaño Sagrado tiene una identidad y esencia que pueden despertar en cualquier momento. Pese a toda la popularidad y palmarés de los tapatíos, el Puebla les ha visto ver su suerte en instancias finales, para lo cual haremos algo de historia.
Al inicio de la temporada 82-83, muy pocos pensaban que los Camoteros podrían alzarse con el título, sin embargo, fueron eliminando a las escuadras jaliscienses para encontrarse en la final con las Chivas. Para conocer más acerca del primer título en el máximo circuito, tenemos que recordar esa gran pelea que hubo en las semifinales, situación que innegablemente mermó al cuadro tapatío, pero el futbol es así, como la vida misma, dependiente de las circunstancias y fue entonces que la mayoría del cuadro titular de los otrora inquilinos del estadio Jalisco no vio acción frente al Puebla. Además de esto, el cuadro angelopolitano mostró una voluntad y garra enorme para poder conseguir el empate en el marcador global y luego imponerse en la tanda de penales, en la cual Luis Enrique Fernández fue el héroe de ese primer título con el que empezaría a construirse la leyenda del timonel Manuel Lapuente.
También no podemos omitir el par de derrotas en la peculiar liguilla de la temporada 88-89, cuyo formato no se ha vuelto a repetir nunca, afortunadamente, en el que dos grupos disputaron un minitorneo en el cual los líderes se enfrentarían en la final. Los Camoteros cayeron como visitantes 1-0; y en el césped del Cuauhtémoc cayeron por 3 tantos a cero. Años después estos equipos se volvieron a ver en una final, no de Liga, pero con un sabor muy agradable debido al cuarto de siglo que hubo de sequía en las vitrinas poblanas: la final de Copa de 2015, realizada en el Olímpico de CU y que vio a un Puebla contundente que derrotó 4 a 2 a un Guadalajara que se desfondó al ver lo infructuoso de sus esfuerzos.
Si bien la estadística en partidos generales favorece a los inquilinos del Akron, en partidos directos de fase final el Puebla ha impuesto condiciones. Éxito a los camoteros y pase lo que pase debemos reconocer el trabajo de Larcamón. Hasta la próxima.
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