¿Te imaginas tu nombre en el libro de los Récord Guinness? Este 20 de noviembre, el mundo celebra los logros más impresionantes y, a veces, más extraños que la humanidad ha alcanzado, reconocidos con el nombre de una marca cervecera inglesa que tuvo la idea de enaltecer y festejar lo que para otros se trataría de “cosas de freaquis” o "raros".
Y es que, ser un plusmarquista no es sólo un título, es entrar a un club exclusivo que convierte logros individuales o colectivos en hazañas memorables. Así lo hizo Rodrigo Romero, un poblano cuyo amor por el futbol lo llevó a conquistar el Récord Guinness como el mayor coleccionista de balones del planeta.
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“Guily”, conocido por ese mote en el mundo del futbol aficionado en Puebla, aspiraba a quebrar una marca de 861 balones en poder de un argentino. Él, Rodrigo, terminó despedazando la marca anterior con mil 230 esféricas cuando le reconocieron el récord a finales del 2021; hoy, a casi cuatro años de eso, ostenta en su colección un total de mil 850 y va por 2 mil 30 para conmemorar el aniversario 100 de la primera Copa del Mundo de la FIFA en el 2030.
Pero ¿Cómo logró Rodrigo entrar al exclusivo club de los Récord Guinness? Él mismo cuenta su historia, inspirando a quienes sueñan con ver su nombre en el libro de récords más famoso, ya sea por una situación tan única como poseer la lengua más larga o la mayor colección de patos de goma, pues por extraño que parezca, cada marca tiene su propia grandeza.
A decir de “Guily”, lo primero es revisar si se posee lo necesario para ser un recordista, ya sea desde presumir una idea original o una habilidad nueva. Para ello hay que checar en la página web del Récord Guinness la base de datos de récords mundiales a fondo.
Luego escoger un título de récord para realizar el intento oficial. Aplicar y esperar por la recepción del reglamento para apuntar hacia el Guinness. Además, se deben de cumplir con los requisitos y la evidencia necesaria para hacer o ir por el récord.
Cabe destacar, para el intento hay la chance de solicitar la presencia de uno los jueces oficiales de Récord Guinness o en su defecto hacerlo por sí mismo, lo cual requiere de testigos especializados en la materia o referentes, quienes deberán de ser presentados y debidamente acreditados.
En el caso de Rodrigo Romero, éste se trató de Carlos “El Búfalo” Poblete. La leyenda del Club Puebla se encargó de hacer el conteo oficial de balones que le valieron a “Guily” la marca mundial.
Todo este proceso Rodrigo lo puso en marcha en el 2019 y dos años después tras invertir 750 dólares (15 mil pesos por entonces), se convirtió en miembro de los Récord Guinness.
“Ser un Récord Guinness es que eres una persona única en el mundo. Es motivo de halago y felicidad. Yo pensaba en esto (la marca) porque me preguntaba si habría una persona en el mundo con una colección de balones y ahí fue cuando chequé que había un argentino con ese récord; entonces me dije, ‘¿qué debo hacer para el Récord Guinness?’”, comparte sobre su registro Rodrigo Romero.
“Lo de coleccionar viene de familia: mi mamá colecciona nacimientos; mi papá antigüedades. Algunas veces pensaba que esto de los récords era para gente ‘freaqui’ (rara); pero la verdad que se tratan de una situación extraordinaria”, agrega.
El balón más raro en la colección de este Guinness
Aunque en la colección de “Guily” predominan balones de clubes de futbol, considerados entre los más comunes, también hay piezas únicas que destacan por su rareza. Entre ellas, un balón inspirado en Capitán Tsubasa —el famoso manga y anime japonés conocido en México como Los Súper Campeones, y otro de los Juegos Centroamericanos de 1961, que Rodrigo describe como la pieza más inverosímil de su colección, el cual se lo compró a otro Récord Guinness, Toño Trujillo, quien junto a su familia posee la marca por más horas dominando el balón.
¿La colección se detendrá un día?
Si bien la próxima meta de Rodrigo Romero es alcanzar la cifra de 2 mil 30 balones, para la cual cree que la romperá antes de la Copa Mundial del 2030, tampoco descarta que un día su trabajo o preciada colección llegue a su fin.
El motivo… hay situaciones más importantes que el futbol.
“A veces me digo, ‘debo parar’; pero no puedo. Pero hay prioridades en la vida… pues el futbol es lo más importante de lo menos importante. Así que sí, sí vendería la colección; aunque sólo para irse a un museo, o a una persona que la valorara y la enriqueciera más”, remata.
Al final, más allá de los números, la colección de Rodrigo Romero es un testimonio de pasión, historia y sueños cumplidos.
Cada balón cuenta una anécdota, desde una cancha polvorienta hasta los escenarios más grandes del futbol mundial. Porque en el juego de la vida, como en el futbol, lo importante no es sólo ganar, también dejar una huella imborrable, y Rodrigo ya aseguró su presencia en una cancha grande… la de los Récord Guinness.
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