En tres y dos, como si fuera el conteo máximo para un bateador, se encontraba la situación de los Pericos de Puebla, hasta que el pitcheo definitivo marcó año sabático.
Desde que el beisbol profesional regresó a Puebla en el año 2000, más de una vez se han tenido que rescatar a los Pericos para evitar su marcha.
Sucedió al final de la campaña del 2006, cuando Carlos Peralta tomó la decisión de llevarse a los Tigres a Cancún y de paso poner en venta la franquicia verde.
Para finales de septiembre la franquicia ya estaba apalabrada con Nuevo Laredo, pero en octubre en una comida familiar, Rafael Moreno Valle Sánchez le lanzó la recta a Carlos Peralta, quien no dudó en descifrar el lanzamiento, y decidió vender la franquicia al contador para que el beisbol se mantuviera en la angelópolis.
Se fueron los Tigres, pero se quedaron los Pericos.
Moreno Valle tomó la estafeta para 2007, y encontró el apoyo de empresarios y del mismo gobierno del Estado para mantener a los Pericos dentro de la élite de la Liga Mexicana.
Se calificó en 2007, y al fracaso del año siguiente, siguieron dos años extraordinarios llegando a la final del Sur en 2009, y cumpliendo el sueño en la campaña siguiente de llegar a la serie por el banderín del circuito.
Se perdió en cinco juegos ante Saltillo, pero apareció todo el potencial de la organización verde.
Tras la salida de Mario Marín, se vinieron tiempos complicados, pero el contador aguantó a pie firme, manteniendo al equipo siempre en la pelea, a excepción del 2012 cuando Julio Franco no pudo levantar la nave.
Para 2013 fue un año complicado, y para el siguiente a media campaña el contador sabía que solo negociando la franquicia podría mantenerla en la pelea.
Trató con grupo Gimsa, quien decidió apoyar al equipo desde ese mismo 2014 y esa inyección económica instaló a los verdes otra vez en la final, donde cayeron en cuatro juegos contra Diablos.
Ya el trato estaba hecho, Moreno Valle se hizo a un lado y para 2015 grupo Gimsa tomó en definitiva las riendas como nuevo dueño de los Pericos.
Eso sí, el contador le pidió permanecer en Puebla por lo menos tres años.
GImsa pagó su noviciado en 2015, pero en 2016 los Pericos dieron la nota al conquistar el banderín del circuito venciendo en cinco juegos a los Toros.
El 2017 fue un año complicado, vino la renovación de los campeones, y a pesar de quedarse con lo mínimo de esa base, el equipo conquistó el banderín del Sur y jugó su cuarta final del circuito, que perdió en cinco juegos ante los mismos Astados.
Este año fueron dos campañas complicadas. En la primera se perdió el duelo de comodín, y en la segunda tropezaron de nuevo con los Diablos para quedarse en el camino.
Pero acabó la temporada la incertidumbre apareció de nuevo.
Con dos equipos en su poder –Monclova y Puebla-, y la baja asistencia de la afición provocó que al final de la campaña grupo Gimsa tomara la decisión de poner en venta a los Pericos.
Esta vez no hubo rescate, pero la situación que vivían otros equipos, evitó que Pericos emprendiera el vuelo, y aunque no habrá beisbol en 2019, existe la esperanza que para 2020, el equipo que más se la rifó en la última década en la pelota profesional, esté de vuelta en Liga Mexicana.
Y de nueva cuenta necesitará un “bombero de lujo”.