Amigos, el pasado fin de semana en el estado de Tlaxcala hubo intensa actividad. El viernes tienta de machos y dos novillos toros para Ernesto Javier Calita y Arturo Gilio hijo en la casa ganadera de La Joya que dirige José Antonio González Esnaurrizar, al otro día, corrida en la monumental de Apizaco y el domingo Novillada en el mismo recinto. Mientras que en la ganadería de San Antonio Tepetzala de Emilio Sánchez Rivera, hubo tienta con invitados de lujo como el cantante Kalimba y el actor Aarón Díaz. En las labores de campo, estuvo el matador Angelino de Arriaga. Así que, con medidas de protocolos sanitarios, la actividad taurina en Tlaxcala no se detiene.
La semana santa nos invita a la reflexión en muchos aspectos, primero en amar a profundidad, amar hasta duela como decía la Madre Teresa. Y el tema viene a colación porque las circunstancias nos obligan a reconocer que la tauromaquia está en un rescate muy interesante en la entidad vecina, por supuesto que duele el parón que se sufre por el coronavirus, pero es más grande el amor a la fiesta. Le cuento que, con el ánimo de vender sus toros, los ganaderos están participando en las corridas tituladas Concurso de Ganaderías, donde se entrega un premio en efectivo a la cabaña brava triunfadora de la tarde. Esto invariablemente nos está dejando a un público más enterado de la fiesta, pues se entregan reconocimientos al mejor picador, al mejor banderillero, etc. Este trabajo rendirá en breve importantes resultados. Pues además de generar un público más enterado, terminará siendo una afición que exija con conocimiento. También los profesionales del toro están provocando su mejora continua. La falta de festejos derivada del COVID-19, hizo que las pocas plazas laborales de la fiesta que se abren, sean totalmente aprovechadas. Dando como resultado un espectáculo que debe incrementar su calidad.
Pero esto es una sola parte. Cuando un aficionado que lleva a su familia (supongamos pareja y dos hijos), a una corrida cuyo costo es de 400 pesos el boleto, el cliente espera que su inversión sea retribuida en un servicio de calidad. Si usted suma costo de localidades, partiendo del ejemplo, son 1,600 de entrada más estacionamiento, consumos y si se va en carretera: casetas y gasolina. Por esa inversión, la duda es ¿Cuál es la calidad de espectáculo que espera el cliente?
Pues empecemos por mencionar instalaciones limpias, desinfectadas, sanitarios limpios (que esos cobran aparte), comida con calidad y buena imagen, iluminación. Vendedores respetuosos de un espectáculo que tiene un costo. Y lo más importante, un festejo que no pase en medio del aburrimiento o el desinterés. La suma de la calidad del trabajo de cada uno de los integrantes de la fiesta, es el engrane que hace girar mejor la polea. Al término de un festejo, una prensa enterada, culta y sin conflictos de intereses, pero respetuosa y objetiva. Imágenes de galería fotográfica del público asistente que inviten a regresar. Desde los tendidos no se aprecia si los picadores usan puyas grandes o chicas, si los banderilleros utilizan arpones más cortos o grandes. Lo que sí se aprecia es cuando hay un toro con presencia, bravura y transmisión, con movilidad y toreros que pueden o no tener una técnica desarrollada, pero es evidente cuando muestran actitud y entusiasmo por mantener viva su fuente de empleo.
En fin, la fiesta en Tlaxcala no tardará en dejar de tener público para gozar ahora de más y mejores aficionados. Todo depende de no perder el rumbo de seguir haciendo una fiesta con la categoría que se merece y que tiene su costo.
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