Un viaje al corazón de México 1968, la invaluable colección olímpica de Josefina

Mientras el mundo se centra en París 2024, el legado de Josefina García Minor invita a explorar el pasado desde una perspectiva única y emocional, revelando la grandeza y los desafíos de los Juegos Olímpicos del 68

Alland Jhonnathan / El Sol de Puebla

  · domingo 28 de julio de 2024

Josefina García Minor porta la antorcha olímpica de México 1968. Foto: Alland Jhonnathan / El Sol de Puebla

¿Un museo olímpico en Puebla? No oficialmente; pero la casa de Josefina García Minor bien podría serlo en estos días donde el fuego encendido en abril pasado en Olimpia, Grecia para la XXXIII edición de los Juegos Olímpicos arde desde el viernes en París.

En la unidad habitacional Bosques del Pilar, entre réplicas de la antorcha olímpica, medallas y vestidos de los años 60, resplandece la historia de esta mujer que, en 1968, fue testigo y protagonista de uno de los eventos deportivos más importantes del siglo XX: los Juegos Olímpicos de México. Sí, los primeros celebrados en Latinoamérica.

París es la sede de los Juegos Olímpicos, los cuales tendrán actividad hasta el 11 de agosto. Foto: Reuters

La colección de Josefina sobre artículos de México 1968 es un viaje en el tiempo, o como cantaran The Zombies en su canción Time Of The Season, es “un viaje al sol, a tierras profundas donde es momento para el amor”.

Josefina, parte del comité organizador de aquellos Juegos de 1968, ha sacado a relucir su espíritu olímpico estos días con una colección única que sus hijos no dimensionaban de pequeños, pero que hoy, con el paso del tiempo, tachan de invaluable.

En las piezas de esta mujer se hallan desde una réplica de la antorcha olímpica con la cual Enriqueta Basilio encendió el fuego en la ceremonia de inauguración de los Juegos de México el 12 de octubre de 1968 en el Estadio Olímpico de la Ciudad de México (CDMX); también están los pictogramas que ayudaron a los espectadores internacionales a identificar las distintas disciplinas deportivas; además, hay corbatas, mascadas y vestidos cortísimos con la tipografía y la paleta de colores diseñada por el arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez para aquella justa.

Los pictogramas para reconocer las pruebas se emplearon por segunda vez en México tras debutar en Tokio 1964. Foto: Alland Jhonnathan / El Sol de Puebla

Trabajé en 1967 en Relaciones Exteriores y por mi velocidad con la taquigrafía me mandaron al comité organizador de los Juegos de México 1968. Ahí me encargaba de mandar publicaciones, posters a Asia, África y Oceanía para que supieran cómo nos preparábamos y qué encontrarían en nuestro país, comparte Josefina a El Sol de Puebla.

"Nunca pensé trabajar en unos Juegos Olímpicos; aunque la oportunidad se dio. Uno no se explica cómo puede ser parte de un evento histórico, pero quien vive una experiencia así jamás la olvida en toda su vida y hoy seguro le pasará así a la gente que está en París”, recalca.

TESTIGO OLÍMPICO Y DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

En 1968, mientras México se preparaba para los Juegos Olímpicos, el país también vivió uno de los movimientos estudiantiles más significativos de la historia del Siglo XX, el cual desembocó en la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, una marca imborrable en la sociedad mexicana y en los preparativos olímpicos.

Corbatas, pines, mascadas se hicieron con motivos a la Olimpiada de México 1968. Foto: Alland Jhonnathan / El Sol de Puebla

Josefina, una joven de no más de 20 años por entonces, recuerda esos días con claridad.

“Había temor en las calles porque salíamos a trabajar y veías tanques, caballos, soldados. Ellos cuidaban a la gente del comité organizador, quienes nos identificábamos con una credencial; pero no dejaban de dar temor por lo que estaba ocurriendo con los estudiantes”, explica.

Los estudiantes nos bajaban de los camiones porque los utilizaban para las manifestaciones. Por eso se pensó en establecer un toque de queda en la Cuidad de México, inclusive en la suspensión de los juegos; sin embargo, en la visión del gobierno, debía de haber paz y transmitirles a los países, a los atletas, que no iban a correr ningún peligro.

En el crisol de la historia, donde los recuerdos olímpicos se mezclan con las cicatrices de la protesta estudiantil, la casa de Josefina García Minor en Puebla se alza como un faro de memoria.

Su colección, que narra la epopeya de los Juegos Olímpicos de México 1968, no sólo preserva una era dorada del deporte, sino que también refleja la dualidad de un tiempo en el que el deporte y la política se entrelazaron.

Timbres que recorrieron México y el mundo celebrando los Juegos de México. Foto: Alland Jhonnathan / El Sol de Puebla

Mientras el mundo se enfoca en los Juegos Olímpicos de París 2024, el legado de Josefina nos recuerda que, en cada objeto y en cada relato, se encuentran las huellas de un pasado que sigue dando forma al presente. Su colección es un tributo al espíritu olímpico, es una cápsula del tiempo que sigue inspirando y conectando generaciones.

A CONSIDERAR…

El traslado del fuego olímpico a América en 1968 recreó el primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo en 1492

2

Mil 778 personas portaron la flama olímpica, 360 en Grecia y 816 desde Veracruz hasta Ciudad de México

EL APUNTE

Enriqueta Basilio Sotelo se convirtió en la primera mujer en encender el pebetero principal en una ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos

4

Tipos de antorcha se emplearon para trasladar el fuego olímpico de Grecia a México, el de Josefina es del tipo tres, donde una parte del mango es de madera y en la parte superior hay un motivo con una paloma

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