Siempre se dice que las mamás son todólogas, pero pocas veces notamos lo multifacéticas que se vuelven al impulsar a sus hijos para conquistar sus sueños, algunas se convierten en directoras técnicas, entrenadoras, porristas, nutriólogas, científicas y cualquier profesión necesaria para sacar adelante a su familia.
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Conmemorando el sacrificio que significa ser mamá, para este 10 de mayo El Sol de Puebla platicó con Balkis Amalia Armenta Fernández Pando, la mujer que impulsa el sueño de Gibrán Zea Armenta, el esgrimista poblano que en próximos meses estará representando a México en los Juegos Olímpicos París 2024.
Balkis es una mujer que se volvió madre hace 31 años con la llegada de Iván Zea Armenta, su primer hijo, quien puso a prueba esa nueva faceta, misma que cuatro años después se reforzaría con la llegada de Gibrán, duplicando su alegría y responsabilidad.
Fue Iván quien inició con el camino deportivo, pero en la etapa de la preparatoria tuvo que dejar la esgrima para emprender la aventura dentro del conocimiento para convertirse en científico especializado en Ciencias Genómicas, objetivo por el cual tuvo que migrar, primero, de Puebla a Cuernavaca, Morelos, dejando el nido para volar rumbo a sus sueños que después se mudaron a Estados Unidos.
Aunque Balkis es muy unida a sus hijos, tuvo que dejar ir a Iván sin imaginarse que años después tendría que ver partir también al más pequeño, sacrificio que ha sido el más doloroso, pero también el más satisfactorio al verlos como hombres de bien que van conquistando sus metas poco a poco.
Se convirtió en una mamá esgrimista
En el caso de Gibrán, Balkis llegó a ser enfermera en los primeros pasos dentro de su vida deportiva, pues antes de elegir la esgrima por completo su pequeño deportista probó suerte en el futbol, por lo que tuvo que curar las heridas ocasionadas en el balompié para que pudiera dar el máximo en sus competencias con el sable.
A partir de ahí el despertarse temprano para llevarlo a las competencias o los entrenamientos, dejarlo en la escuela, ayudarlo a sus tareas y cocinar tanto la comida como el desayuno del siguiente día, fueron creando una rutina que costó horas de sueño y descanso, pues a la par de las actividades como mamá tenía que cumplir con sus actividades en el negocio familiar.
“No veía el pesar, sino la emoción con la que íbamos, y a veces las competencias eran lentas e implicaban viajar a la Ciudad de México o por toda la República”, recordó la mamá de Gibrán Zea durante la entrevista.
Así como sus hijos sacrificaban horas de esparcimiento para enfocarse en sus entrenamientos o en el estudio, Balkis también evitaba esas salidas no solo por el tiempo, sino que además procuraba no gastar dinero que podía invertir en apoyar los pasos rumbo a sus sueños.
Los padres también viven un proceso de aprendizajes y en el caso de Balkis Armenta fue el controlar, por un lado, su exigencia con las buenas calificaciones y, por el otro, su pasión dentro del deporte, ya que confesó a esta casa editorial que incluso Gibrán le pidió que disfrutara más la competencia.
La despedida de ver volar a su otro retoño llegó a temprana edad para Gibrán pues desde los 14 años tuvo que alejarse de su hogar en busca de la oportunidad que hoy está a menos de 100 días de vivir, por lo que tuvo que migrar a Alemania y luego a Italia, donde actualmente está establecido en Nápoles.
Además del dolor de tener a sus dos hijos lejos, el reto de Balkis Armenta era conseguir el sustento necesario para mantener vivos ambos sueños, por lo que tuvo que conseguir varios empleos que, sumados a las becas y apoyos de cada uno, le han permitido ver el triunfo de Iván y Gibrán.
Entre las desmañanadas, las arduas jornadas y la inversión, Balkis tuvo que ser una mamá leona a la distancia para defender a Gibrán y ser el soporte de los sueños de Iván, y ha sacado la garra incluso sobreponiéndose de problemas de salud para seguir acompañando a su atleta favorito rumbo a París 2024.
Motivada por el amor hacia sus hijos y el ejemplo de una familia integrada por puras mujeres, Balkis sigue el ejemplo de su mamá que con 86 años no ha dejado de impulsar a sus hijas y, además, los sueños de sus nietos.
“Vale completamente la pena ser mamá, el ver realizados a tus hijos no tiene precio, no sabes lo que es amar hasta que tienes hijos; me siento agradecida por mis dos gordos”, dijo entre lágrimas Balkis Armenta invitando a todas las mamás a que no les quiten los sueños a sus pequeños.
Balkis Armenta, mamá de un científico y un deportista
“Si tú quieres que el sueño de tu hijo crezca, no se puede hacer él solo, siempre vas a tener que apoyarlo y casarte con el sueño de tu hijo”
EL DATO
Balkis Armenta ha tenido que sostener tres trabajos simultáneos para apoyar a los sueños de sus hijos
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Años tiene Balkis Armenta, de los cuales la mitad de su vida los ha dedicado a sus hijos