La noticia que marcó la noche del jueves y acaparó los reflectores el viernes en el mundo del espectáculo fue la muerte de la actriz y conductora Verónica Toussaint, misma que se dio a poco más de dos años de que comenzara una batalla contra el cáncer de mama, una lucha que algunos pensaron que ya había vencido, pues físicamente su semblante en ningún momento decayó.
Pero sin duda uno de los hechos que generaron la idea de que se encontraba recuperada fue el hecho de que en ningún momento se vio algún cambio en su cabello, pues es sabido que cuando las personas que enfrentan esta enfermedad se someten a una quimioterapia pierden grandes cantidades del mismo, al grado incluso de quedar completamente calvas, lo que aquí no sucedió.
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¿Por qué no perdió su cabello Verónica Toussaint?
Fue durante una entrevista con el periodista Gustavo Adolfo Infante para el programa “El minuto que cambió mi destino” realizada en el mes de julio del 2022, que Toussaint narró lo complicado que fue recibir esta noticia pese a que tiempo atrás ya había padecido cáncer de apéndice en esta ocasión si era necesaria la aplicación de quimioterapias, cirugía y radiaciones para combatirlo.
Al llegar al momento de hablar de la recepción de estos procedimientos señaló que ella piensa para que quienes enfrentan esta enfermedad el tema del cabello es algo muy personal, pues verse al espejo enfermo puede hacer la diferencia, por lo que al no quererse sentir enferma además de continuar con su vida normal en medida de lo posible recurrió a una técnica llamada casco frío.
¿Qué es el casco frío para evitar la caída de cabello a causa de la quimioterapia?
La manera en la que el llamado casco frío evita la alopecia a causa de la quimioterapia es mediante la generación de vasoconstricción en los vasos sanguíneos del cuero cabelludo, esto con la intención de que los quimioterápicos lleguen en menores concentraciones a los folículos pilosos, evitando con esto que citotóxicos afecten el metabolismo de las células foliculares.
Los llamados cascos fríos comenzaron a implementarse hace más de 50 años y actualmente es una de las alternativas más utilizadas, se deben usar antes, durante y después de cada ciclo de quimioterapia y se encuentran a una temperatura de entre -18°C y -22°C, pudiendo realizar este enfriamiento de dos formas, la más sencilla mediante cascos congelados que deben cambiarse con regularidad o mediante dispositivos más sofisticados con un casco personalizado y una unidad que controla el enfriamiento.
En cuanto a su eficiencia se refiere, esta puede verse influenciada por diversos factores, dentro de los que se encuentran consideradas las características del paciente, el tiempo de uso, la temperatura utilizada y el tipo de agentes utilizados para la quimioterapia, incluidas las dosis y regímenes, pudiendo presentar escalofríos, cefalea e incluso lesiones térmicas de la piel.
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Finalmente, aunque su uso es recomendado médicamente, una de las preocupaciones que durante algún tiempo persistió giró en torno a la posibilidad de que la enfermedad hiciera metástasis en el cuero cabelludo cuando al evitar que la quimioterapia llegara a este tejido, pero diversos estudios han mostrado su efectividad y la nula presencia de problemas de seguridad.