/ viernes 3 de mayo de 2024

Antártida presenta un agujero del tamaño de Suiza, ¿qué lo originó?

Los agujeros en el hielo de la Antártida son conocidos como polinias y se forman cuando los fuertes vientos del interior separan las baldosas

Muchos misterios para la ciencia se esconden en la Antártida y uno de ellos parece ya se tiene una respuesta, al tratarse sobre lo que ocurre con un agujero que ya tendría el tamaño similar al de Suiza y que apareció de manera repentina en el hielo marino de este continente.

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Para entender esto, primero se debe saber que la mayor parte del hielo marino crece durante las semanas de noche polar en la plataforma de hielo flotante que envuelve el continente y, cuando un agujero se forma, es nombrado como polinias, y se presentan cuando los fuertes vientos del interior separan las baldosas.

En el caso de este fenómeno que apareció en el mar de Weddell de Antártida entre 1974 y 1976, es nombrado como polinia Maud Rise, y desde su primera observación ha reaparecido de manera fugaz y esporádicamente, no con el mismo tamaño, pero si en el mismo lugar.

Pueden pasar años sin que se dé su aparición, lo que llamó la atención de los científicos, en especial sobre las condiciones exactas necesarias para que se formara.

De acuerdo a una investigación publicada por Science Advances y liderado por científicos de la Universidad de Southampton, la Universidad de Gotemburgo y la Universidad de California en San Diego, pudieron investigar la polinia de Maud Rise en los años de 2016 y 2017.

Durante ese periodo, la superficie se abrió en un total de 80,000 kilómetros cuadrados en varias semanas durante ambos inviernos, lo que permitió realizar el estudio.

¿Qué se descubrió de este agujero en la Antártida?

Los investigadores utilizaron datos de satélites, flotadores autónomos y mamíferos marinos etiquetados, junto a otras observaciones previas y descubrieron que en 2016 y 2017 la corriente oceánica circular del mar de Weddell, llamado giro de Weddell, era más fuerte que en otros años, lo que facilitaba que las corrientes submarinas trajeran sal y calor más cerca de la superficie.

A causa de esta corriente más fuerte, la sal flotaba alrededor del monte submarino mientras el viento soplaba sobre la superficie, lo que creaba un efecto de sacacorchos que arrastraba el agua más salada alrededor de la montaña sumergida hacia la superficie. Esta sal también redujo el punto de congelación del agua superficial, lo que permitió que se formara y persistiera la polinia Maud Rise.

Al proceso se le nombró como “transporte Ekman” e implica que el agua se mueve en un ángulo de 90 grados con respecto a la dirección del viento que sopla arriba, lo que influye dentro de las corrientes oceánicas.

“La huella de las polinias puede permanecer en el agua durante varios años después de su formación. Pueden cambiar la forma en que se mueve el agua y cómo las corrientes transportan el calor hacia el continente. Las densas aguas que se forman aquí pueden extenderse por todo el océano global”, detalló Sarah Gille, profesora de climatología en la Universidad de California en San Diego.

Con este nuevo hallazgo, los científicos señalaron que es importante para comprender la Antártida y sus impactos más amplios en el océano global. En especial, con el cambio climático que provoca que los vientos del continente más austral sean más poderosos, por lo que es posible que más polinias se desarrollen en el futuro.

Por su parte, el 40 por ciento de las aguas oceánicas del mundo tienen su origen en la costa antártica, lo que la hace vital para regular los climas regionales en todo el planeta. Es decir, los procesos que dieron paso a la polinia Maud Rise, como el afloramiento de agua profunda y salada, también está impulsando una reducción general del hielo marino en zonas como el Océano Austral.

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“Por primera vez desde que comenzaron las observaciones en la década de 1970, hay una tendencia negativa en el hielo marino en el Océano Austral, que comenzó alrededor de 2016. Antes de eso, se había mantenido algo estable”, indicó Sarah Gille.

Muchos misterios para la ciencia se esconden en la Antártida y uno de ellos parece ya se tiene una respuesta, al tratarse sobre lo que ocurre con un agujero que ya tendría el tamaño similar al de Suiza y que apareció de manera repentina en el hielo marino de este continente.

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Para entender esto, primero se debe saber que la mayor parte del hielo marino crece durante las semanas de noche polar en la plataforma de hielo flotante que envuelve el continente y, cuando un agujero se forma, es nombrado como polinias, y se presentan cuando los fuertes vientos del interior separan las baldosas.

En el caso de este fenómeno que apareció en el mar de Weddell de Antártida entre 1974 y 1976, es nombrado como polinia Maud Rise, y desde su primera observación ha reaparecido de manera fugaz y esporádicamente, no con el mismo tamaño, pero si en el mismo lugar.

Pueden pasar años sin que se dé su aparición, lo que llamó la atención de los científicos, en especial sobre las condiciones exactas necesarias para que se formara.

De acuerdo a una investigación publicada por Science Advances y liderado por científicos de la Universidad de Southampton, la Universidad de Gotemburgo y la Universidad de California en San Diego, pudieron investigar la polinia de Maud Rise en los años de 2016 y 2017.

Durante ese periodo, la superficie se abrió en un total de 80,000 kilómetros cuadrados en varias semanas durante ambos inviernos, lo que permitió realizar el estudio.

¿Qué se descubrió de este agujero en la Antártida?

Los investigadores utilizaron datos de satélites, flotadores autónomos y mamíferos marinos etiquetados, junto a otras observaciones previas y descubrieron que en 2016 y 2017 la corriente oceánica circular del mar de Weddell, llamado giro de Weddell, era más fuerte que en otros años, lo que facilitaba que las corrientes submarinas trajeran sal y calor más cerca de la superficie.

A causa de esta corriente más fuerte, la sal flotaba alrededor del monte submarino mientras el viento soplaba sobre la superficie, lo que creaba un efecto de sacacorchos que arrastraba el agua más salada alrededor de la montaña sumergida hacia la superficie. Esta sal también redujo el punto de congelación del agua superficial, lo que permitió que se formara y persistiera la polinia Maud Rise.

Al proceso se le nombró como “transporte Ekman” e implica que el agua se mueve en un ángulo de 90 grados con respecto a la dirección del viento que sopla arriba, lo que influye dentro de las corrientes oceánicas.

“La huella de las polinias puede permanecer en el agua durante varios años después de su formación. Pueden cambiar la forma en que se mueve el agua y cómo las corrientes transportan el calor hacia el continente. Las densas aguas que se forman aquí pueden extenderse por todo el océano global”, detalló Sarah Gille, profesora de climatología en la Universidad de California en San Diego.

Con este nuevo hallazgo, los científicos señalaron que es importante para comprender la Antártida y sus impactos más amplios en el océano global. En especial, con el cambio climático que provoca que los vientos del continente más austral sean más poderosos, por lo que es posible que más polinias se desarrollen en el futuro.

Por su parte, el 40 por ciento de las aguas oceánicas del mundo tienen su origen en la costa antártica, lo que la hace vital para regular los climas regionales en todo el planeta. Es decir, los procesos que dieron paso a la polinia Maud Rise, como el afloramiento de agua profunda y salada, también está impulsando una reducción general del hielo marino en zonas como el Océano Austral.

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“Por primera vez desde que comenzaron las observaciones en la década de 1970, hay una tendencia negativa en el hielo marino en el Océano Austral, que comenzó alrededor de 2016. Antes de eso, se había mantenido algo estable”, indicó Sarah Gille.

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