Científicos realizaron el estudio de distintos ladrillos originarios de la era de Mesopotamia del tercer y primer milenio antes de Cristo (a.C.), con lo que descubrieron que estos, principalmente los del primer milenio, habían absorbido una importante oleada de energía proveniente del campo magnético de la Tierra.
En un estudio liderado por Matthew D. Howland, del Departamento de antropología de la Universidad de Wichita State, presentaron 32 puntos de datos de intensidad geomagnética de alta resolución de Mesopotamia con la ayuda de estos ladrillos.
Con los datos se busca contribuir a rectificar las disparidades geográficas en la resolución de la curva de arqueointensidad global que obstaculizan la comprensión de la dinámica del campo magnético como la viabilidad de aplicar el arqueomagnetismo como método de datación absoluta de objetos arqueológicos, apunta el estudio.
El arqueomagnetismo es una de las ramas de la arqueometría que consiste en aplicar los principios del paleomagnetismo a la arqueología, es decir, analizar la magnetización remanente natural de las rocas para determinar el Campo Magnético Terrestre que la originó.
Después de que se encontraron datos altamente precisos para la región por medio de su campo magnético, los resultados podrán ayudar de tres maneras:
Demuestran el potencial de análisis arqueomagnético de ladrillos realizados a altas temperaturas; facilita una mejor comprensión del campo magnético y proporciona una base para la datación arqueomagnética en una región clave en la historia de sociedades complejas.
Al respecto, las piedras formaron parte de una oleada magnética conocida como “anomalía geomagnética de la Edad de Hierro Levantina”, una que ocurrió entre los años 1,050 al 550 antes de Cristo (a.C.) y que ya había sido documentada al buscar pistas sobre la actividad magnética del planeta en artefactos antiguos de países como Bulgaria y China.
“Hasta ahora, este fenómeno no ha sido bien demostrado en Mesopotamia, contrariamente a las predicciones de los modelos geomagnéticos regionales”, señala el estudio. “Los resultados confirman la presencia de altos valores de campo de LIAA en Mesopotamia durante el primer milenio a. C. y aumentan drásticamente la resolución de la curva de arqueointensidad para el tercer y primer milenio a. C.”.
Sobre la época de la que datan, los científicos pudieron verificar estas fechas por los sellos con los que contaban los ladrillos en donde se nombraban a los reyes mesopotámicos en ese momento reinantes. Uno de los mencionados fue Nabucodonosor II, señalado como el gobernante más conocido de la dinastía caldea de Babilonia y que gobernó de los años 604 al 562 antes de Cristo (a.C.).
El campo magnético de la Tierra y su historia
Para entender lo que ocurre con el magnetismo de la Tierra, se debe saber que el planeta se encuentra rodeado por una magnetosfera, que es una burbuja invisible de magnetismo generada por la agitación de los metales que se funden en el centro de la Tierra.
La burbuja evita que la atmosfera sea despojada por los vientos solares provenientes del Sol y, aunque su presencia es constante, la fuerza de la magnetosfera aumenta y disminuye con el tiempo.
Mientras que, aquellos objetos de arcilla que eran realizados a muy altas temperaturas, son capaces de mantener una huella del magnetismo en la tierra debido a los minerales como el óxido de fierro presente en su elaboración y que se ven afectados por el magnetismo.
Para recuperar esta huella o rastro es necesario realizar experimentos magnéticos en donde se caliente y enfría rápidamente el objeto y se expone a campo magnéticos para después eliminarlos. Con esto se crea lo que serían nuevas huellas dactilares que, al compararlas con la intensidad magnética del objeto, dan como resultado su magnetismo real.
Los científicos ven gran importancia en la reconstrucción del comportamiento magnético durante los periodos arqueológicos para lograr una mejor comprensión del campo y los fenómenos naturales relacionados al magnetismo como para proporcionar una base para la fecha de origen absoluta de los materiales arqueológicos.