Los jóvenes de las nuevas generaciones son conscientes de que un nivel de estudios superior les abrirá las puertas a un futuro en el que la tecnología es su herramienta natural y en el que, no solo valoran un salario, sino también la flexibilidad de horario que les permita tiempo libre para invertirlo en actividades de esparcimiento que contribuyen a su bienestar físico y mental.
Muestra de ello es Julia Itzel Ruiz, quien con 24 años de edad está a solo un año de terminar sus estudios de Negocios Internacionales en la BUAP, trabaja en la recepción de una clínica de depilación y las horas que le quedan libres las dedica a cultivar su cuerpo y su espíritu en el gimnasio; pero además, elabora artesanalmente una deliciosa y nutritiva crema de cacahuate que le ha ayudado a generar ingresos.
Itzel vive con su mamá y su hermana menor, son una familia de tres mujeres que han juntado sus fortalezas para salir adelante. Lamentablemente como a muchas personas, la pandemia las dejó sin su principal fuente de ingreso, por lo que se vieron en la necesidad de reinventarse.
“En las mañanas estudiaba de manera presencial hasta las 2 de la tarde, a las 2:30 empezaba a trabajar en la recepción de un lugar de depilado y en las noches entrenaba. Cuando inició la pandemia me quede sin trabajo, deje de ir al gimnasio y la universidad se volvió en línea, así que estuve todo el tiempo en casa”, explica la entrevistada.
Su mamá tuvo que buscar la manera de seguir generando ingresos así que se mudó con unos familiares a Santa Ana Chiautempan para aprender a hacer tamales y venderlos, actividad que empezó a realizar junto con ellos. Ahora ya regreso a vivir con sus hijas y solo levanta los pedidos entre sus conocidos y los entrega a domicilio.
Pero las cuentas siguen sumando así que Maira, la mamá, también empezó a vender tacos de canasta en San Pablo del Monte, mismos que elabora otro pariente para que ella los venda. Y así transcurren sus días, de allá para acá, con la preocupación del bienestar de sus hijas y sufragar los gastos de las casa.
Por otro lado, su hermana Evelyn de 19 años, se dedica cien por ciento a los estudios, pero tiene el ejemplo de dos mujeres trabajadoras así que, con ayuda de su amigo Brandon, sale por las mañana a vender café o atole con pan dulce y, aunque a veces no venden, no se desanima y sigue haciéndolo.
“Ella tiene clases todo el día, pero a veces se va muy temprano con un amigo que yo creo que es como un ángel que Dios nos envió a nosotras tres porque estamos solas y él siempre nos ha apoyado, nos cuida y nos ayuda en todo”, señala Itzel.
CREMA DE MANÍ, EL EMPRENDIMIENTO
Como buena deportista, Itzel es fanática de la crema de cacahuate, un alimento ideal por su alta cantidad de proteínas y grasas saludables, así como un alto contenido energético que le ayuda a desempeñar sus actividades con gran energía desde temprana hora de la mañana.
“Yo hago pesas y la crema de cacahuate es una fuente de energía inmediata, es el alimento vegetal que más proteína tiene, por eso empecé a consumirla antes de entrenar. Es buena para los deportistas porque hace que se recuperen los músculos y tiene muchas propiedades, también benéfica para las personas que no hacen ejercicio”, señala.
Un día se dio cuenta de que, semanalmente, invertía alrededor de 120 en comprar un frasco pequeño de crema de cacahuate así que se puso a investigar cómo hacerla para su consumo personal.
Con el secreto en sus manos, ahorró para comprar el procesador de alimentos. El resultado fue todo un éxito, una crema de cacahuate deliciosa y untuosa al paladar, 100 % orgánica, sin gluten, sin azúcar añadida y sin grasas trans ¡que más se puede pedir!
“Empecé a hacerla antes de la pandemia y la llevaba a la universidad, mis amigos la probaron y me dijeron que la vendiera, al principio me negué pero después pensé: creo que las personas merecen tener una crema de cacahuate saludable, rica, de buena calidad y hasta cierto punto económica, así nació mi proyecto”, expone.
Los cacahuates que utiliza su mamá le consigue en la central de abastos así como las hojas de estevia para endulzar. Para elaborar la crema sigue medidas de higiene como lavarse las manos, utilizar guantes y cubreboca. Lava muy bien el cacahuate para después dorarlo e iniciar el proceso; los frascos se desinfectan y esterilizan.
“Si quieren probar una crema de maní saludable, te recomiendo “Manitz”, es cacahuate natural que se conserva en su propio aceite, la garantizo 3 meses pero no te va a durar porque esta deliciosa ¡les va a encantar!”, concluye.
La presentación de “Manitz” es de 230 gr y tiene un costo de 65 pesos. Itzel entrega en puntos específicos de la ciudad o a domicilio. Búscala en Instagram: @Manitzmani y en Facebook: Manitz.