/ domingo 23 de octubre de 2022

Decir groserías podría tener beneficios, asegura estudio

Pronunciar malas palabras puede ir más allá de solo liberar emociones ante un estado crítico

Las groserías son una serie de palabras u oraciones malsonantes que la gente utiliza para ofender a otras personas, estos insultos pueden tener diferentes interpretaciones dependiendo el contexto en donde se emitan, por ejemplo, no es lo mismo emplearlas entre amigos, que con un jefe o persona que nos esté prestando un servicio.

Esto suele ser un tipo de jerga, es decir, una forma de expresarse que solo es utilizada en un grupo social en específico, y que solo sus integrantes pueden comprender. Por ejemplo, las malas palabras en México son distintas a las que se ocupan en Colombia, aunque en ambas naciones se habla español, hay ciertas variaciones en estos términos.

Lo mismo ocurre cuando son idiomas diferentes, pues si alguien dice una grosería frente una persona que no conoce esa lengua, no tendrá efecto y no causará ninguna reacción. Los expertos en lingüística se han dedicado a estudiar este tipo de expresiones, y una reciente investigación encontró cuales podrían ser los beneficios decirlas.

¿Tiene alguna ventaja decir groserías?

Las malas palabras tienen varios efectos en la mente de quien las emite, y es que se encontró que maldecir es más que solo hablar, pues se producen resultados físicos, como un aumento en la sudoración o también en la frecuencia del ritmo cardíaco. Pero igual se podrían generar algunas ventajas.

Así lo indicó una investigación publicada días atrás en la revista científica ‘Lingua’, en donde se detalló que al decir estos insultos se activa una parte del cerebro diferente a las zonas del habla común, y es que al pronunciarlas se pueden activar partes del sistema límbico, que está relacionado con el procesamiento de la memoria, así como los instintos sexuales.

Otro aspecto, es que, tras realizar un par de pruebas, vieron que las personas con algunas heridas sintieron menos dolor cuando dijeron groserías, en comparación a aquellas que se solo expresaron términos comunes o políticamente correctos.

Cuando los seres humanos las reciben, en su mente se generan emociones diversas, que estarán relacionadas por completo con el emisor y el contexto, esto significa que, no se toma de la misma manera una maldición realizada por un patrón dentro de la oficina, que por un amigo en una fiesta.

Las groserías están en otra región del cerebro

La ciencia demostró que la capacidad de hablar se encuentra en la corteza y en áreas específicas del lenguaje que están en el hemisferio izquierdo del cerebro, pero, hay ciertos análisis apuntan a que las groserías se forman en otra región.

Esto fue lo que indicó Richard Stephens, psicólogo y autor del libro ’Oveja negra: los beneficios ocultos de ser malo’. En una entrevista para la BBC detalló que esta podría ser la explicación por la que muchos pacientes que por alguna condición perdieron la capacidad de hablar, aún pueden decir malas palabras.

“Las personas afásicas (afectadas por una pérdida o trastorno del habla) generalmente presentan daño en el hemisferio izquierdo y tienen dificultades para hablar. Pero hay muchos casos registrados de afásicos que pueden usar el lenguaje estereotípico de manera más fluida, es decir, pueden hacer cosas como cantar o decir palabrotas en forma fluida”, destacó.

Es por ello, que además de ser una herramienta para expresar emociones, los especialistas en psicología mencionaron que pronunciarlas puede hacer que se capte mejor la atención del emisor, y que el mensaje que se dé sea mucho más significativo, y en consecuencia, se recuerde mejor.

Las groserías son una serie de palabras u oraciones malsonantes que la gente utiliza para ofender a otras personas, estos insultos pueden tener diferentes interpretaciones dependiendo el contexto en donde se emitan, por ejemplo, no es lo mismo emplearlas entre amigos, que con un jefe o persona que nos esté prestando un servicio.

Esto suele ser un tipo de jerga, es decir, una forma de expresarse que solo es utilizada en un grupo social en específico, y que solo sus integrantes pueden comprender. Por ejemplo, las malas palabras en México son distintas a las que se ocupan en Colombia, aunque en ambas naciones se habla español, hay ciertas variaciones en estos términos.

Lo mismo ocurre cuando son idiomas diferentes, pues si alguien dice una grosería frente una persona que no conoce esa lengua, no tendrá efecto y no causará ninguna reacción. Los expertos en lingüística se han dedicado a estudiar este tipo de expresiones, y una reciente investigación encontró cuales podrían ser los beneficios decirlas.

¿Tiene alguna ventaja decir groserías?

Las malas palabras tienen varios efectos en la mente de quien las emite, y es que se encontró que maldecir es más que solo hablar, pues se producen resultados físicos, como un aumento en la sudoración o también en la frecuencia del ritmo cardíaco. Pero igual se podrían generar algunas ventajas.

Así lo indicó una investigación publicada días atrás en la revista científica ‘Lingua’, en donde se detalló que al decir estos insultos se activa una parte del cerebro diferente a las zonas del habla común, y es que al pronunciarlas se pueden activar partes del sistema límbico, que está relacionado con el procesamiento de la memoria, así como los instintos sexuales.

Otro aspecto, es que, tras realizar un par de pruebas, vieron que las personas con algunas heridas sintieron menos dolor cuando dijeron groserías, en comparación a aquellas que se solo expresaron términos comunes o políticamente correctos.

Cuando los seres humanos las reciben, en su mente se generan emociones diversas, que estarán relacionadas por completo con el emisor y el contexto, esto significa que, no se toma de la misma manera una maldición realizada por un patrón dentro de la oficina, que por un amigo en una fiesta.

Las groserías están en otra región del cerebro

La ciencia demostró que la capacidad de hablar se encuentra en la corteza y en áreas específicas del lenguaje que están en el hemisferio izquierdo del cerebro, pero, hay ciertos análisis apuntan a que las groserías se forman en otra región.

Esto fue lo que indicó Richard Stephens, psicólogo y autor del libro ’Oveja negra: los beneficios ocultos de ser malo’. En una entrevista para la BBC detalló que esta podría ser la explicación por la que muchos pacientes que por alguna condición perdieron la capacidad de hablar, aún pueden decir malas palabras.

“Las personas afásicas (afectadas por una pérdida o trastorno del habla) generalmente presentan daño en el hemisferio izquierdo y tienen dificultades para hablar. Pero hay muchos casos registrados de afásicos que pueden usar el lenguaje estereotípico de manera más fluida, es decir, pueden hacer cosas como cantar o decir palabrotas en forma fluida”, destacó.

Es por ello, que además de ser una herramienta para expresar emociones, los especialistas en psicología mencionaron que pronunciarlas puede hacer que se capte mejor la atención del emisor, y que el mensaje que se dé sea mucho más significativo, y en consecuencia, se recuerde mejor.

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