Cuando un humano busca conquistar a otro que llamó su atención, sigue una serie de comportamientos para cortejarlo, esto con la finalidad de atraer su atención y hacerla su pareja, pero previo a estas acciones se encuentran algunas como el stalkeo, a través del cual se busca conocer más sobre los intereses y gustos de la persona e incluso para descartar que exista alguien más.
En el caso de los animales, aunque el modo de reacción es similar, pues se basa en una serie de acciones para atraer la atención del otro miembro de la especie, los comportamientos son distintos, pues las personas no vamos por la vida oliendo la orina de los otros para elegir pareja, tal y como sucede con las jirafas, aunque esto no es todo lo que hacen cuando de su sexualidad se trata.
¿Cómo se relaciona la orina con la pareja de las jirafas?
Lo primero que hay que puntualizar es que estos comportamientos provienen de un largo proceso de evolución, a través del cual los machos pueden determinar qué tan propensa es su pareja para tener crías, en el caso de las jirafas se puede determinar mediante el olor de la orina, acción que es complicada por su fisionomía, ya que tienen que llevar su nariz hasta el suelo.
Es debido a esta complicación que el ritual de cortejo va más allá, pues los machos obligan a las hembras a orinar en determinados lugares que son más accesibles para ellos, lo cual logran empujándolas, pero no se esperan a que la hembra orine, sino que al mismo tiempo ellos se inclinan para captar el olor cuando sale una erupción del líquido.
Incluso, en caso de que la hembra lo permita, el macho forza la postura para orientar la salida, al grado de tragar algo de sustancia con la finalidad de transportar las feromonas y el olor al órgano vomeronasal, logrando así tener la certeza de si dicha hembra es la mejor candidata para la gestación de crías fuertes o es necesario buscar otro ejemplar para la conservación de la especie.
¿Cómo es la vida sentimental de las jirafas?
Pues, pese a que las jirafas son consideradas como seres solitarios que suelen hacer una vida por su cuenta en lugar de acompañados por otros ejemplares, estudios han revelado que son más fuertes cuando conviven entre sí, al grado que establecen relaciones afectivas sólidas, las cuales incluso conllevan dinámicas sociales activas, profundas y complejas.
Pero sus relaciones no sólo se limitan al ámbito “familiar”, pues también se les ha podido observar en asociaciones libres, de manera casual, como si se tratara de la conformación de lazos amistosos, los cuales se dan en grupos pequeños pero sofisticados, de entre tres y nueve ejemplares, relaciones que se pensaba que sólo se daban entre las madres y sus crías.
Finalmente se determinó que las jirafas adultas permanecen juntas durante un largo periodo de tiempo, aun sin pertenecer a la misma familia, comportamiento que predomina entre hembras de más o menos la misma edad, las cuales a su vez pasan tiempo entre sí con sus crías, relaciones que incluso pueden durar por décadas, al grado que jirafas hembras limpian y lamen a crías ajenas.