Identifican en la BUAP especie de insectos no reportada

Algunos de los ejemplares están implicados en la transmisión de patógenos

El Sol de Puebla

  · martes 30 de julio de 2019

Tras cuatro años de investigación, integrantes del Laboratorio de Artropodología y Salud, de la Facultad de Ciencias Biológicas (FCB), identificaron especies de insectos no reportadas en el estado, algunos de los cuales están implicados en la transmisión de patógenos.

César Antonio Sandoval Ruiz, investigador de esta unidad académica, dio a conocer que al inicio de la investigación, enfocada en los mosquitos, en el estado de Puebla había 26 especies registradas y en los últimos cuatro años la cifra aumentó a 38, como resultado del trabajo realizado en la ciudad de Puebla y en la Mixteca poblana.

En la Sierra Norte, en Cuetzalan, encontraron nuevos tipos de jejenes (insectos pequeños, no más grandes que la cabeza de un alfiler), lo que aumentó la cifra de 11 a 16 especies registradas. Mientras que en el suroeste del estado, una investigación sobre los tábanos reportó al inicio solo seis especies, y más adelante 17. Actualmente se encuentran en proceso de descripción de una especie nueva para la ciencia.

Los resultados de esta investigación proporcionan información sobre qué especies están implicadas en la transmisión de ciertos patógenos, en qué épocas del año es más factible encontrarlas y en qué ambientes se presentan, de tal modo que a partir de estos es posible generar estrategias de intervención y de control, así como capacitar a médicos en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades causadas por los insectos.

Sandoval Ruiz dio a conocer que en la Mixteca poblana también han trabajado con flebotominos, conocidos como papalotillas, que son transmisores de leishmaniasis, enfermedad desatendida de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) que afecta principalmente a zonas marginadas.

“Gracias a los muestreos que llevamos a cabo, no solo encontramos especies que anteriormente no estaban reportadas para el estado o el país, sino que al consultar la literatura encontramos que desde hace 50 años no se realizaban trabajos de este tipo en Puebla y la región centro de México”, señaló el investigador.

De acuerdo con la OMS, la leishmaniasis puede presentarse en cuatro formas clínicas: cutánea localizada, produce lesiones ulcerosas que dejan cicatrices de por vida y son causa de discapacidad grave; visceral, caracterizada por episodios irregulares de fiebre, pérdida de peso, hepatoesplenomegalia y anemia, y puede ser mortal si no es tratada; mucocutánea, conduce a la destrucción parcial o completa de tejido cartilaginoso de nariz, boca y garganta; y cutánea difusa, donde se presentan lesiones nodulares, dolorosas al tacto en todo el cuerpo.

El académico, quien es doctor en Ciencias por el Instituto de Ecología, A.C., mencionó que la enfermedad es curable mientras el diagnóstico y tratamiento sean en etapas primarias. Sin embargo, este padecimiento es de difícil diagnóstico porque puede confundirse con otros, como micosis.

Por ello, subrayó que a raíz de estos proyectos de investigación se están generando otros trabajos enfocados en medir los conocimientos de los médicos con respecto a enfermedades transmitidas por artrópodos, e incluso llevar a cabo cursos en lo que se capacite al personal de la salud sobre la identificación de insectos y los padecimientos que pueden desarrollar.

En este sentido, cabe señalar que el doctor Sandoval formó parte de los docentes de la FCB que capacitaron a los médicos del Centro Antivenenos del Hospital Universitario de Puebla, para identificar picaduras de animales venenosos, los síntomas y el tipo de antídoto requerido.

Finalmente, comentó que en los proyectos realizados en el Laboratorio de Artropodología y Salud participan egresados de la FCB, quienes actualmente realizan estudios de posgrado en instituciones de prestigio nacional e internacional. Allí se estudian además cuestiones de ecología para generar modelos predictivos enfocados en las enfermedades transmitidas por insectos, para identificar y delimitar áreas de riesgo, así como el efecto del cambio y uso de suelo sobre la diversidad de insectos.