/ sábado 19 de febrero de 2022

Jóvenes de Agua Santa impulsan el cuidado del medio ambiente

A través del Centro de Educación y Cultura Ambiental, apoyan a las familias para la elaboración de compostas, terrarios y viveros

La contingencia sanitaria por coronavirus aumentó el tiempo de las personas en casa y, con ello, la cantidad de basura, principalmente en las unidades habitacionales. Ante esta situación, un grupo de ambientalistas y jóvenes del sur de la ciudad de Puebla decidió crear un centro de educación y cultura del medio ambiente, para que las personas que viven en conjuntos de viviendas, como Agua Santa, que es este caso, aprendan de composta y puedan crear terrarios o viveros dentro de sus pequeños hogares.

Actualmente son cinco personas las que llevan a cabo el proyecto, al que nombraron Centro de Educación y Cultura Ambiental (CECA). En un principio creyeron que solo se quedaría en un sueño entre ellos, en donde los habitantes aprenderían de la naturaleza en casas pequeñas, o bien, a sembrar y cultivar como una opción de transformación alimentaria.


Sin embargo, recientemente el interés de los vecinos ha aumentado, principalmente de amas de casa y de jóvenes, quienes acuden a este espacio para aprender de la transformación de residuos. Incluso, ya están plantando sus propias suculentas que no necesitan mucho espacio y están aprendiendo a construir viveros caseros para tener un autoabastecimiento si la pandemia se prolonga o si vuelve un nuevo confinamiento.

Carlos Esteban Pérez Orta, Román Marcelino Medina González, Alicia Bretón Ramos, Denisse Santiago Aguilar y Pablo Meléndez Celis son quienes encabezan este trabajo. Todos ellos son egresados de la BUAP, algunos residentes de Agua Santa, y todos tienen conocimientos en temas de ingeniería ambiental, desarrollo sustentable, metodología de la calidad, energías renovables y hasta arquitectura.

Los impulsores de este proyecto son egresados de la BUAP. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Al habitar por mucho tiempo el sur de la ciudad notaron que el Parque Jagüey Agua Santa no estaba siendo ocupado y luego de platicar con los vecinos, con una asociación civil y con el Ayuntamiento de Puebla, lograron que este espacio fuera abierto para poner en práctica sus conocimientos.

El parque fue construido en el 2013 por parte de una iniciativa municipal en la que buscaban recuperar el jagüey de Agua Santa, pero como el terreno entró en un litigio, sólo pudieron ocupar una parte para que se hicieran proyectos de educación. Lo cerraron mucho tiempo. En el 2017 se dañaron las aulas por el sismo de septiembre, en el 2019 inició el proceso para ocuparlo de nueva cuenta, pero fue hasta el año pasado, en junio, cuando les permitieron ocupar las instalaciones. No solo lo abrieron para ellos, sino para otras actividades de beneficio comunitario, como para tomar clases de Taekwondo y un lugar al que los vecinos pueden acudir a hacer ejercicio.


Fue así que todas las actividades que tenían programadas cobraron sentido, como la creación de terrarios y construcción de viveros caseros para que las personas pudieran tener energía sana dentro de sus hogares. Gracias a este trabajo, muchos de ellos han aprendido a plantar sus propias verduras en espacios muy reducidos, como suele ocurrir en las casas de las unidades habitacionales tipo Infonavit.

EL ENCIERRO PERMITIÓ ACERCAR A LA GENTE CON LA NATURALEZA EN CASA

Aunque consideran esta contingencia como algo triste y grave para todo el mundo, también aceptaron que ha sido el mejor momento para enseñar a las personas sobre la importancia de cuidar el ambiente, las plantas y los animales.

Los integrantes de este colectivo ciudadano explican que el parque no es estético al cien por ciento y advirtieron que ese nunca será su objetivo mientras ellos tengan sus actividades aquí, ya que el objetivo es que la gente vaya, aprenda de la tierra. Para hacer eso hay que ensuciarse, plantar, desplantar y hasta ver cómo viven los insectos.


Madres de familia de esta unidad habitacional participan en el proyecto. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Es un parque vivo, un espacio ocupado por la misma gente de Agua Santa. Son espacios pequeños en donde ellos viven y no tenían un lugar en dónde plantar. Entonces aquí pueden hacerlo y aprender para recrearlo en sus espacios (viviendas), aunque estén reducidos (…) ha sido difícil la difusión del proyecto, pero como ha pasado el tiempo la gente se ha visto más interesada”, compartió Carlos Esteban Pérez.

Lo que más causa interés entre los habitantes de Agua Santa es el reciclaje de residuos orgánicos, la composta y crear huertos urbanos, ya que en el confinamiento aumentó el tiempo en encierros, así como la basura, como consecuencia del confinamiento. Así fue como durante ese lapso buscaron en Internet cómo aprovechar dichos residuos.

También en este espacio de tiempo se han reinventado, pues por primera vez madres de familia de esta unidad habitacional y jóvenes ya ven el autoabastecimiento de plantas como una forma de autonomía. Inclusive, ahora una de sus peticiones dirigida a las autoridades municipales es que les permitan sembrar en este espacio hortalizas, maíz, calabazas, chile y ya no sólo dedicarse al monocultivo, sino que puedan aprender a sembrar otro tipo de vegetales.


También han armado sus propios invernaderos, que sólo les han costado mil 500 pesos. Lo hacen en un día y les sirve tanto para el cultivo como para proteger las plantas del frío, pero como en Agua Santa los departamentos son chicos, han construido invernaderos de hasta 200 pesos con artículos hogareños.

Para darle solución a la basura dentro del hogar este grupo les ha enseñado a los ciudadanos a trabajar con la lombricomposta a partir de residuos sólidos orgánicos, pero no sólo eso, sino que las abuelitas han acudido para expresar sus dudas de jardinería y sostenibilidad que pueden experimentar en sus casas, lo que genera orgullo en estos ambientalistas, pues las personas ya están tomando consciencia de todo lo que pueden crear sin gastar tanto dinero.


El grupo ha enseñado a los ciudadanos a trabajar con la lombricomposta. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Para saber más de estos temas la gente puede ponerse en contacto con el colectivo a través de redes sociales, buscándolo como Centro de Educación y Cultura Ambiental (CECA) de Agua Santa. Si no se encuentra la información o los talleres que se buscan, pueden escribirles a sus integrantes y ellos lo organizan con el fin de que todos aprendan acerca de estos temas.

Si bien, la pandemia orilló a que todos estuvieran más tiempo encerrados, también dio un regalo para estos vecinos, que fue el tiempo en casa y aprender de la armonía con la naturaleza.

La contingencia sanitaria por coronavirus aumentó el tiempo de las personas en casa y, con ello, la cantidad de basura, principalmente en las unidades habitacionales. Ante esta situación, un grupo de ambientalistas y jóvenes del sur de la ciudad de Puebla decidió crear un centro de educación y cultura del medio ambiente, para que las personas que viven en conjuntos de viviendas, como Agua Santa, que es este caso, aprendan de composta y puedan crear terrarios o viveros dentro de sus pequeños hogares.

Actualmente son cinco personas las que llevan a cabo el proyecto, al que nombraron Centro de Educación y Cultura Ambiental (CECA). En un principio creyeron que solo se quedaría en un sueño entre ellos, en donde los habitantes aprenderían de la naturaleza en casas pequeñas, o bien, a sembrar y cultivar como una opción de transformación alimentaria.


Sin embargo, recientemente el interés de los vecinos ha aumentado, principalmente de amas de casa y de jóvenes, quienes acuden a este espacio para aprender de la transformación de residuos. Incluso, ya están plantando sus propias suculentas que no necesitan mucho espacio y están aprendiendo a construir viveros caseros para tener un autoabastecimiento si la pandemia se prolonga o si vuelve un nuevo confinamiento.

Carlos Esteban Pérez Orta, Román Marcelino Medina González, Alicia Bretón Ramos, Denisse Santiago Aguilar y Pablo Meléndez Celis son quienes encabezan este trabajo. Todos ellos son egresados de la BUAP, algunos residentes de Agua Santa, y todos tienen conocimientos en temas de ingeniería ambiental, desarrollo sustentable, metodología de la calidad, energías renovables y hasta arquitectura.

Los impulsores de este proyecto son egresados de la BUAP. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Al habitar por mucho tiempo el sur de la ciudad notaron que el Parque Jagüey Agua Santa no estaba siendo ocupado y luego de platicar con los vecinos, con una asociación civil y con el Ayuntamiento de Puebla, lograron que este espacio fuera abierto para poner en práctica sus conocimientos.

El parque fue construido en el 2013 por parte de una iniciativa municipal en la que buscaban recuperar el jagüey de Agua Santa, pero como el terreno entró en un litigio, sólo pudieron ocupar una parte para que se hicieran proyectos de educación. Lo cerraron mucho tiempo. En el 2017 se dañaron las aulas por el sismo de septiembre, en el 2019 inició el proceso para ocuparlo de nueva cuenta, pero fue hasta el año pasado, en junio, cuando les permitieron ocupar las instalaciones. No solo lo abrieron para ellos, sino para otras actividades de beneficio comunitario, como para tomar clases de Taekwondo y un lugar al que los vecinos pueden acudir a hacer ejercicio.


Fue así que todas las actividades que tenían programadas cobraron sentido, como la creación de terrarios y construcción de viveros caseros para que las personas pudieran tener energía sana dentro de sus hogares. Gracias a este trabajo, muchos de ellos han aprendido a plantar sus propias verduras en espacios muy reducidos, como suele ocurrir en las casas de las unidades habitacionales tipo Infonavit.

EL ENCIERRO PERMITIÓ ACERCAR A LA GENTE CON LA NATURALEZA EN CASA

Aunque consideran esta contingencia como algo triste y grave para todo el mundo, también aceptaron que ha sido el mejor momento para enseñar a las personas sobre la importancia de cuidar el ambiente, las plantas y los animales.

Los integrantes de este colectivo ciudadano explican que el parque no es estético al cien por ciento y advirtieron que ese nunca será su objetivo mientras ellos tengan sus actividades aquí, ya que el objetivo es que la gente vaya, aprenda de la tierra. Para hacer eso hay que ensuciarse, plantar, desplantar y hasta ver cómo viven los insectos.


Madres de familia de esta unidad habitacional participan en el proyecto. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Es un parque vivo, un espacio ocupado por la misma gente de Agua Santa. Son espacios pequeños en donde ellos viven y no tenían un lugar en dónde plantar. Entonces aquí pueden hacerlo y aprender para recrearlo en sus espacios (viviendas), aunque estén reducidos (…) ha sido difícil la difusión del proyecto, pero como ha pasado el tiempo la gente se ha visto más interesada”, compartió Carlos Esteban Pérez.

Lo que más causa interés entre los habitantes de Agua Santa es el reciclaje de residuos orgánicos, la composta y crear huertos urbanos, ya que en el confinamiento aumentó el tiempo en encierros, así como la basura, como consecuencia del confinamiento. Así fue como durante ese lapso buscaron en Internet cómo aprovechar dichos residuos.

También en este espacio de tiempo se han reinventado, pues por primera vez madres de familia de esta unidad habitacional y jóvenes ya ven el autoabastecimiento de plantas como una forma de autonomía. Inclusive, ahora una de sus peticiones dirigida a las autoridades municipales es que les permitan sembrar en este espacio hortalizas, maíz, calabazas, chile y ya no sólo dedicarse al monocultivo, sino que puedan aprender a sembrar otro tipo de vegetales.


También han armado sus propios invernaderos, que sólo les han costado mil 500 pesos. Lo hacen en un día y les sirve tanto para el cultivo como para proteger las plantas del frío, pero como en Agua Santa los departamentos son chicos, han construido invernaderos de hasta 200 pesos con artículos hogareños.

Para darle solución a la basura dentro del hogar este grupo les ha enseñado a los ciudadanos a trabajar con la lombricomposta a partir de residuos sólidos orgánicos, pero no sólo eso, sino que las abuelitas han acudido para expresar sus dudas de jardinería y sostenibilidad que pueden experimentar en sus casas, lo que genera orgullo en estos ambientalistas, pues las personas ya están tomando consciencia de todo lo que pueden crear sin gastar tanto dinero.


El grupo ha enseñado a los ciudadanos a trabajar con la lombricomposta. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla


Para saber más de estos temas la gente puede ponerse en contacto con el colectivo a través de redes sociales, buscándolo como Centro de Educación y Cultura Ambiental (CECA) de Agua Santa. Si no se encuentra la información o los talleres que se buscan, pueden escribirles a sus integrantes y ellos lo organizan con el fin de que todos aprendan acerca de estos temas.

Si bien, la pandemia orilló a que todos estuvieran más tiempo encerrados, también dio un regalo para estos vecinos, que fue el tiempo en casa y aprender de la armonía con la naturaleza.

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