Una de las formas en que podemos sentir que el Día de Muertos se acerca es por la llegada de la flor de cempasúchil. Su relación con la celebración es profunda y es tradicional comprarla durante esas épocas para adornar las diferentes ofrendas o, visitar los campos donde se cultiva para obtener grandes imágenes con su belleza.
Siendo una de las celebraciones más importantes y una gran tradición, la flor de cempasúchil esconde una gran leyenda. De un tiempo prehispánico, el amor y el deseo de ir más allá de la muerte forman parte de su origen entiendo mejor porque es tan importante esta flor para nuestra cultura.
¿CUÁL ES LA LEYENDA DETRÁS DE LA FLOR?
Como cualquiera buena historia todo comenzó hace mucho tiempo, en el México prehispánico. Dos niños que se conocían desde su infancia de pronto transformaban su amistad en algo más durante su adolescencia. El amor llegaba a las vidas de la joven Xóchitl y de su pareja Huitzilin.
Como muestra de su amor decidieron subir a la colina más alta para encontrarse con Tonatiuh, el Dios del Sol. Al ser su morada deslumbraba con fuerza, por lo que los enamorados decidieron pedirle que bendijera su amor. El Dios al notar el cariño que tenían ambos aprobó sin dudar su amor.
Desafortunadamente, la guerra se hizo presente en el pueblo y Huitzilin fue llamado para defender la causa de sus tierras. La dura batalla lo llevó a la muerte, causando un profundo dolor en Xóchitl. Tanta era su pena que decidió volver con el Dios del Sol para pedirle que lo volviera a unir con su amor en la eternidad.
Tonatiuh cautivado con la petición decidió convertirla en una flor, con uno de sus rayos la convirtió en un bello botón que brotó de la tierra. Este permaneció cerrado hasta que un colibrí se posó sobre ella al enamorarse de su olor.
La flor de pronto se abrió dejando ver la flor de cempasúchil en que se había convertido Xóchitl. Para su sorpresa, su amado Huitzilin se había transformado en el hermoso colibrí manteniendo así por siempre su amor. Se dice que, en cada campo de esta flor siempre podrás encontrar un colibrí.
CEMPASÚCHIL Y EL DÍA DE MUERTOS
La palabra cempasúchil provine del náhuatl sempowalxochitl, que podría traducirse como flor de 20 al ser el número de flores o pétalos con los que cuenta. Se estima que en México existen 58 especies diferentes de esta flor, la cual puede darse no solo en el país, también en Centroamérica y Sudamérica.
Pero, la unión milenaria que se tiene con ella por el Día de Muertos la ha hecho una especialmente favorita de México. Su colocación en la ofrenda es fundamental, debido a ser uno de los vínculos que guía a los espíritus rumbo al altar.
Se dice que estos son atraídos por su olor, como en la leyenda de Huitzilin y Xóchitl. Por ello, siempre se colocan en las entradas de las casas o siempre se hace un recorrido con ellas hasta la ofrenda para que sepan a dónde dirigirse.
PUEBLA Y LA PRODUCCIÓN DE LA FLOR
Desde mediados de octubre, los cultivos de esta flor comienzan a aparecer por distintos lugares de Puebla. Tanto en Atlixco, Santa Isabel Cholula, Huaquechila, Tepeojuma, Tochimilco, entre otros, es un distintivo ver estos campos rodeados por el mágico color naranja que la distingue.
Para 2019 se estimaba que hasta ocho millones de maletas de flor se comercializan dentro de la temporada de Día de Muertos. Tan solo en Atlixco, se estima que se cuentan con 395 hectáreas destinadas para la producción de la flor de cempasúchil. Aunque China es el país que más la produce en el mundo para fines comerciales, la tradición poblana y mexicana se mantiene viva gracias a sus grandes leyendas.