La deforestación en Puebla no sólo atenta contra los bosques primarios, sino también contra los ecosistemas menos húmedos, como matorrales o zonas áridas, un ejemplo de ello es la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán (RBTC), en donde se extraen ejemplares endémicos de flora, como agaves silvestres, con fines principalmente económicos, señaló la doctora en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigadora del Instituto de Geografía de esa misma institución, Rosa Irma Trejo Vázquez.
En entrevista con El Sol de Puebla, la doctora Trejo Vázquez, quien ha desarrollado y contribuido en múltiples investigaciones a nivel nacional e internacional, particularmente en temas de biodiversidad, conservación, cambio climático y ecología vegetal, advirtió que la RBTC afronta un grave problema de extracción de fauna, pero también de introducción de ejemplares exóticos, que no son originarios de esa región.
Desde su perspectiva, la deforestación es usualmente asociada como un fenómeno que impacta principalmente a las poblaciones de bosque primario, es decir, aquellas que se conforman de especies mayoritariamente selváticas y húmedas, como la Sierra Norte.
“Se nos olvida lo que significan los otros tipos de vegetación que existen en el país y el mundo. Estas zonas, que van relacionadas con ambientes más secos, también son muy importantes, pues contienen una diversidad muy importante (...) Los servicios ecosistémicos son distintos, pero las plantas y animales que están ahí al final son muy importantes”, señaló.
Y aunque muchas de estas zonas son, en efecto, sometidas a la devastación, Puebla alberga varios ecosistemas que también son objetos de deforestación, como la RBTC, que tiene 490 mil 186.87 hectáreas y que, de acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), es hogar para al menos 12 tipos de vegetación y cientos de especies de flora y fauna.
“Pasa en cualquier ecosistema, pero en estos, que son los más áridos, el riesgo es mucho más alto (...) La vegetación intocable no existe”, indicó.
La académica aseguró que estos lugares no siempre son vistos como sitios en riesgo, al menos no ante la idiosincrasia de un sector de la población. De esta manera, muchas veces se ignora la importancia ecosistémica que tienen dichos entornos para la conservación forestal del estado.
Reserva de la Biósfera, única por su flora milenaria
Aunado a lo anterior, la catedrática hizo hincapié en que la RBTC es uno de los sitios con mayor relevancia a nivel global, pues aquí se originaron las primeras especies de alimentos consumidos globalmente, como el chile.
“Existen los bosques primarios, pero también hay otras comunidades que, aunque parecieran maltratadas, [son hogar] para otras especies que son componentes de la vegetación y están adaptadas a esas condiciones. A veces pensamos que eso ya no sirve y, como tiene un cierto nivel de deterioro, lo que tendríamos que hacer es aprovecharlas para poner cultivos o desaparecerlas (...) No pensamos que eso puede ser el foco para emplear acciones de restauración, porque se mantiene la diversidad genética que existe en las comunidades vegetales”, expuso.
Amenazas a la Reserva de la Biósfera
Trejo Vázquez destacó que uno de los factores que amenaza la conservación de la RBTC es la remoción indiscriminada de especies de agaves silvestres, esto con la finalidad de introducir ejemplares con mayor capacidad de producción de agave, principalmente. Esta situación, enfatizó, aumentó tras la popularidad que cobró el mezcal poblano en los últimos años.
“Sustituir especies que están cubiertas por este tipo de vegetación, como matorrales o bosques de cactáceas, para cultivar especies de agave que están hechas para cultivo, hace que desaparezca esa diversidad de agave que tenías, porque ya te los acabaste, y [se agudiza si] sustituyes esa superficie para cultivar porque así lo pide el mercado, que demanda un cierto tipo de mezcal porque está de moda, por ejemplo”, mencionó.
Simultáneamente, precisó la académica, persiste la sustracción ilegal de ejemplares silvestres en la zona.
Dicha condición se agudiza con el cambio de suelo que muchas veces se hace al amparo de la legalidad, esto con la finalidad de obtener mayores riquezas a partir de la deforestación.
Falta de personal y recursos vulneran aplicación de la ley
Por otro lado, la investigadora de la UNAM reconoció que zonas como la RBTC se enfrentan a una condición generalizada en el país, que es la insuficiencia de personal y recursos en instituciones a cargo de la preservación ecológica.
“¿Quién está vigilando que las cosas funcionen? ¿Cómo quieren que la ley funcione así? Hoy vemos muchas denuncias ciudadanas, pero, de eso, a que alguien haga algo, hay un salto mortal. No se aplica la legislación, porque está ahí, pero no no se cumple”, subrayó.
Aunado a ello, Trejo Vázquez apuntó que en México todavía se discuten las consecuencias de la deforestación, cuando, opinó, las mismas son conocidas por la mayoría de la población desde hace tiempo. Lo que debería atenderse y vigilarse, refirió, son las causas de este fenómeno.
A propósito, mencionó que, pese a contar con diversas leyes y normativas que sancionan la deforestación, en el país muchas veces las mismas no se aplican ante la falta de coordinación entre autoridades y la escasez de recursos para ello. Destacó que muchos de los ilícitos sólo se atienden hasta que existe una denuncia, es decir, las revisiones cotidianas no son la fuente principal de hallazgos.
“La otra cosa importante es que existe esta contradicción entre instituciones (...) Si alguna vez se pusieran de acuerdo, por ejemplo, qué hacer entre las instituciones ambientales, las que hacen las cuestiones forestales, con los que hacen agricultura, con las que hacen agua, con las que hacen producción, la cosa sería dts puntita, pero cada quien va con su objetivo para donde mejor se le ocurre. Lo que hay hay que cuidarlo”, lanzó.
Análogamente, la especialista argumentó que, aunque muchas veces los delitos ambientales son de jurisdicción federal, los gobiernos estatal y local tienen la obligación de incluirse activamente en los procesos de vigilancia en estas zonas, esto con el objetivo de inhibir la degradación de áreas de conservación como la RBTC.
Finalmente, cabe recordar que esta casa editorial dio a conocer que, en 10 años, de 2002 a 2022, en Puebla se perdieron 66 mil 300 hectáreas de cobertura forestal, que en otras palabras representa el 6.7 por ciento de toda la superficie vegetativa del estado. Especialistas y activistas coincidieron que las actividades humanas, como la tala, incendios forestales, el cambio de uso de suelo no autorizado, así como la creciente demanda de terrenos para fines inmobiliarios, industriales y agrícolas, son algunas de las principales causas de esta condición.