Las personas que llevan risas, emociones y alegrías a los hogares sin duda alguna son los carteros, quienes sin ser superhéroes se han ganado el cariño y respeto de las familias porque siempre ganan la batalla contra el sol, la lluvia o el frio. Son seres humanos que cambian el estado de animo de la gente porque con su presencia las buenas noticias llegan solas.
En este Día Mundial del Correo, Fernando Piñataro García de 53 años nos cuenta como el Servicio Postal Mexicano le cambió la vida, pues ahí encontró su pasión y a quien sería la mujer de su vida.
“Estoy muy agradecido y me siento orgulloso de realizar una labor tan noble desde hace 36 años, tengo un trabajo digno que te da muy buenas satisfacciones. (…) Al repartir correspondencia, pasamos a formar parte del entorno de las personas, tanto que ahí conocí a mi esposa”.
Contó con mucha emoción que en sus inicios le tocaba distribuir cartas y paquetes en una colonia de Puebla, donde había una familia que todos los días recibía algo “algunas veces me atendían los dueños de la casa y en otras una muchacha. (…) “Quien diría que ella se convertiría en el amor de mi vida” (…) La veía todo el tiempo y llamó mi atención. (…) Poco a poco la confianza creció y llegó la declaración”, relató con risas mientras recordaba el momento con mucho amor.
El hombre de 53 años también platicó que su trabajo lo ha llenado de experiencias enriquecedoras; la primera que le vino a la mente fue cuando participó en el programa de SEDESOL para entregar televisores en las colonias más lejanas de Puebla.
“Tengo en mi corazón la cara de emoción de las personas cuando les íbamos entregando sus pantallas. (…) Ya no sé si querían reír, brincar, llorar, correr, pero de verdad que bueno que participé. (…) Son hombres y mujeres de bajos recursos que aunque yo solo fui a repartir, me abrazaron de una manera tan pura y confortable. (…) Son experiencias que no creo que se vuelvan a repetir en el Servicio Postal Mexicano”, declaró mientras se tocaba los ojos para no llorar.
Al relatar la parte triste de su labor, Fernando no se contuvo y dejó soltar un par de lágrimas “Después de tanto tiempo de entregar en las mismas colonias, pasas a formar parte de esas familias y los lazos de amistad se fortalecen. (…) Es feo cuando esas personas mueren y en lugar de entregar cartas, entrego condolencias. (…) Se me vienen a la mente muchos que me brindaron su amistad, confianza y cariño. Es un golpe muy difícil”.
En otra parte de la entrevista y ya más tranquilo, relató que la parte dura de su trabajo es sin duda alguna cuando llueve, hace mucho calor o frio, pero no se compara cuando se ven en la necesidad de pasar enfrente de sus enemigos número uno.
“El perro es nuestro enemigo de todos los carteros, apenas nos ven llegar y nos persiguen por cuadras enteras y no nos dejan hasta que se cansan o cuando ya mordieron a alguien”, relata con risas.
Experiencias y relatos como estos, son cosas que Fernando se llevará en su corazón el día en que le toque decir adiós al servicio postal. “Extrañaré el levantarme temprano, convivir con mis compañeros, salir a la calle y el saludo tan cálido de todas las personas”, finalizó.
Julio Octavio López es otro trabajador que también enamoró a su esposa con detalles a través del correo “Recuerdo que ya era mi novia, pero un día me puse el uniforme del trabajo y toqué a su puerta para entregarle flores”, recordó.
El hombre de 39 años de edad lleva repartiendo correspondencia desde hace 16 años y hace cuatro años se convirtió en papá junto con la mujer que conquistó en aquella ocasión.
“Tengo un pequeño que cuando llego a casa, siempre señala el logotipo de Correos de México y hace que suene el silbato. (…) Mi esposa se siente orgulloso de mi porque es una labor con mucha tradición”.
Octavio López cuenta como es el proceso de recolección y entrega de la paquetería. “Entro a las 8 de la mañana y recojo mi costal con correspondencia, posteriormente la divido por colonias y a las 10 de la mañana agarro mi bicicleta para repartir. (…) Llevo conmigo paquetes, revistas, cartas y estados de cuenta. (…) En ocasiones las direcciones están mal y por eso es muy importante irse familiarizando con las calles para que nunca se nos quede nada”.
Al contar su labor diaria, recordó que hace un tiempo una familia lo hizo entender el significado de una carta “En una ocasión me tocó entregar correspondencia a un local y salió una niña de 5 años que gritó “mamá ya vino el cartero”. Al acercarme comenzó a brincar de felicidad y su madre me dijo que llevaba esperando por mucho tiempo su carta. (…) Algo que para nosotros puede parecer insignificante, para otros es mucho”.
Premio al mejor empleado del Servicio Postal Mexicano
Carlos Alberto Tolentino Vargas de 38 años fue merecedor el año pasado al premio por ser el mejor empleado y comenta que fue gracias a su dedicación y responsabilidad “Como forma de agradecimiento me dieron 10 días extras de vacaciones. (…) Fue algo gratificante y mi familia se siente orgullosa”.
Tras 12 años de servicio, Tolentino Vargas se siente muy triste porque poco a poco la tecnología ha ido desplazando al correo y siente que llegará un momento en que puede dejar de existir. “No se olviden de que el correo existe, es algo gratificante el llevar una carta de persona a persona, no se olviden de esos pequeños detalles. (…) Mandar algo escrito con sus propias manos, es plasmar lo que uno siente y no se compara con nada.
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