/ martes 5 de diciembre de 2017

Las alianzas de capos de México y Colombia

Los narcotraficantes mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” y el máximo líder de la mafia de Colombia, Pablo Escobar Gaviria “El Patrón del Mal”, unieron fuerzas de hermandad a nivel Latinoamérica, mismos que para transportar toneladas y toneladas de cocaína hacia Estados Unidos, Europa, Asia y África, compraron a autoridades municipales, estatales, federales y de las agencias antidrogas de ambos países.

 

Estos máximos líderes del narcotráfico extendieron una red de complicidades de los gobiernos que les permitió convertirse en multimillonarios, además de contar con empresas transnacionales para el lavado de dinero.

 

Fue tanta su fortuna y poder de filtración en los gobiernos federal que, para el trasiego de drogas, lo hacían por tierra, aire y por agua, a través de pequeñas y grandes embarcaciones, así como por submarinos.

 

En el caso de Don Pablo Escobar, como le decían en Colombia, su poder fue tal, que logró filtrarse al sistema político de su país, al grado de convertirse en candidato y buscó un cargo de elección popular. Fue entonces cuando inició la guerra entre el sistema de gobierno y su grupo criminal, lo que trajo como consecuencia que desatara una matazón en la que salían a relucir los carros-bomba, para eliminar a sus principales enemigos, mandos policiacos y políticos.

 

Foto: Especial

 

 

Pablo Escobar y los capos mexicanos, Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y el líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera “El Chapo”, formaron una alianza para la adquisición de importantes cargamentos de droga que los capos mexicanos, transportaban desde Colombia, hasta Estados Unidos, pasando por territorio mexicano.

 

Todo era como una bonita familia; sin embargo, cuando las autoridades de Colombia decidieron acabar con la maldad del máximo líder de la mafia colombiana, usaron todas las áreas de inteligencia -incluyendo las de Estados Unidos de Norteamérica- y, después de una minuciosa búsqueda fue acorralado y asesinado, cuando prácticamente ya estaba solo, pues sus principales colaboradores, sicarios, lugartenientes y socios de la mafia, ya habían sido asesinados y otros detenidos.

 

La muerte de Pablo Escobar trajo como consecuencia que lo capos mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” buscaron nuevos enlaces en Colombia para continuar y fortalecer el negocio de la adquisición y trasiego de drogas de Colombia, hacia México y Estados Unidos.

 

Fue entonces cuando estos dos capos mexicanos cobraron más fuerza y, con la complicidad de policías municipales, estatales, federales y militares de México, crecieron como la espuma. Primero Amado Carrillo Fuentes empezó a extender el negocio de las drogas hacia otros países de Europa, además de Estados Unidos, este último país, principal consumidor de drogas a nivel internacional.

 

Foto: Especial

 

 

Durante todo el sexenio salinista, Amado Carrillo Fuentes fue el amo y señor del trasiego de drogas más importante de México y el mundo, pues su red de complicidades, corrupción e impunidad, lo llevaron a ser arropado por altas esferas militares que le permitieron todo, hasta que a finales del sexenio salinista orquestó una forma de desaparecer. En la Procuraduría General de la República, la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), a cargo de Mariano Herrán Salvati, priva de su libertad a un hombre, lo hace pasar por Amado Carrillo Fuentes y da a conocer que falleció al realizarse una operación.

 

Desde entonces ya nada se sabe de él, hasta que se empieza a filtrar información de que sigue vivo, pero operando en bajo perfil. Si fue falsa o real su muerte, aún sigue siendo una incógnita.

 

Sin embargo, desde entonces, empieza a crecer Joaquín Guzmán Loera durante el sexenio zedillista y en ese mismo sexenio es detenido y encarcelado en el penal de Puente Grande, Jalisco, donde a la llegada del sexenio de Vicente Fox Quesada, se da a conocer su evasión de ese penal y sigue operando durante el sexenio de Felipe Calderón y, después de ahí, viene la segunda recaptura y se vuelve a evadir. Estaba prófugo cuando toma el poder el Presidente Enrique Peña Nieto, quien da instrucciones para que sea recapturado.

 

Joaquín Guzmán Loera es recapturado y encarcelado en el penal de máxima seguridad del Altiplano, donde se vuelve a evadir a través de un megatúnel perfectamente elaborado. Ello trajo como consecuencia que todo el equipo de seguridad nacional de México lo buscara hasta ser recapturado y extraditado a Estados Unidos.

 

Informes de las autoridades de inteligencia del gobierno mexicano señalan que el Cártel de Medellín de Pablo Escobar Gaviria trasladaba su cargamento de droga hasta México, donde integrantes del Cártel de Sinaloa se hacían cargo de hacer pasar el envío a Estados Unidos, destino de casi 80% de envíos de cocaína de los colombianos.

 

Si bien mantenían lazos en lo que a narcotráfico se refiere, ambos criminales tienen diferencias abismales, pues, a pesar de que el “El Chapo” Guzmán era el narcotraficante más buscado del mundo (antes de ser recapturado, siempre estuvo lejos de llegar al poder, la fortuna y la capacidad de extorsión a través del terror).

 

Pablo Escobar, apodado “El Patrón del Mal”, asesinado en 1993, cometió 10 mil asesinatos, incluidos cuatro candidatos a la Presidencia de Colombia, 11 jueces de la Corte Suprema y dos ministros de Justicia. Mientras que Guzmán fue el responsable de entre 2 mil y 3 mil crímenes.

 

Foto: Especial

 

 

 

Sobre la fortuna que lograron amasar, Escobar, según estimaciones, acumuló 25 mil millones de dólares. Por su parte, el líder del Cártel de Sinaloa ostenta un patrimonio estimado en mil 153 millones de dólares como consecuencia de envíos de drogas a 40 países de América del Norte, Europa y Asia.

 

Si bien las autoridades mexicanas y colombianas siempre supieron sobre los nexos entre los cárteles de Sinaloa y Medellín, se dieron varias reuniones entre Joaquín Guzmán Loera y Pablo Escobar Gaviria, líderes de los dos grupos de narcotraficantes.

 

Fue el propio Guzmán Loera quien confirmó su encuentro con su “colega”. “Sí, yo me encontré con él una vez en su casa. Y me acuerdo que era una casa grande”, revelaron testigos.

 

La revelación del recapturado capo del Cártel de Sinaloa no hizo más que reafirmar los lazos que en su momento existieron entre las organizaciones criminales mexicanas y el tristemente célebre Cártel de Medellín, dirigido con mano de hierro por Escobar.

 

El negocio entre ambos bandos consistía en que los colombianos trasladaban sus cargamentos de droga hasta México, y allí un grupo local se hacía cargo de “pasar” el envío a Estados Unidos, el mayor mercado de narcóticos del mundo y destino final del 80% de los envíos de cocaína del Cartel de Medellín hacia el país norteamericano.

 

Pero a pesar de esta sociedad, si se los compara se pueden encontrar grandes diferencias entre “El Chapo” Guzmán y Escobar Gaviria. Porque si bien el sinaloense era el criminal más buscado del mundo y el principal narcotraficante, siempre estuvo lejos de llegar al poder, la fortuna y la capacidad de generar terror del apodado “Patrón del Mal”.

 

Mientras que Escobar cometió 10 mil asesinatos, incluidos cuatro candidatos a la Presidencia de Colombia, 11 jueces de la Corte Suprema y dos ministros de Justicia, Guzmán fue el responsable de “apenas” entre 2 mil y 3 mil crímenes.

 

Otra gran diferencia entre ambos capos es la fortuna que lograron amasar como resultado de sus actividades delictivas. El colombiano acumuló la mayor fortuna del país y, según la revista “Forbes” la séptima del mundo, que algunos analistas establecieron en 25 mil millones de dólares.

 

El traficante de drogas mexicano ostentó un patrimonio estimado en dólares de mil 153 millones como consecuencia de haber desarrollado una red de distribución que enviaba diversos tipos de drogas (cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas) hacia 40 países distintos repartidos entre América del Norte, Europa y Asia.

 

Los objetivos que persiguieron durante su carrera criminal también refleja el abismo que hubo entre ambos. Mientras “El Chapo” sólo buscó fines económicos, el “jefe de jefes” del Cártel de Medellín además logró ganarle la guerra por la extradición al Estado colombiano, ya que la reforma constitucional aprobada en 1991 la prohibió explícitamente. Aunque esta modificación finalmente fue derogada en 1997. Así los capos mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, se convirtieron en los hombres más poderosos del mundo por sus acciones por el lado del mal.

Los narcotraficantes mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” y el máximo líder de la mafia de Colombia, Pablo Escobar Gaviria “El Patrón del Mal”, unieron fuerzas de hermandad a nivel Latinoamérica, mismos que para transportar toneladas y toneladas de cocaína hacia Estados Unidos, Europa, Asia y África, compraron a autoridades municipales, estatales, federales y de las agencias antidrogas de ambos países.

 

Estos máximos líderes del narcotráfico extendieron una red de complicidades de los gobiernos que les permitió convertirse en multimillonarios, además de contar con empresas transnacionales para el lavado de dinero.

 

Fue tanta su fortuna y poder de filtración en los gobiernos federal que, para el trasiego de drogas, lo hacían por tierra, aire y por agua, a través de pequeñas y grandes embarcaciones, así como por submarinos.

 

En el caso de Don Pablo Escobar, como le decían en Colombia, su poder fue tal, que logró filtrarse al sistema político de su país, al grado de convertirse en candidato y buscó un cargo de elección popular. Fue entonces cuando inició la guerra entre el sistema de gobierno y su grupo criminal, lo que trajo como consecuencia que desatara una matazón en la que salían a relucir los carros-bomba, para eliminar a sus principales enemigos, mandos policiacos y políticos.

 

Foto: Especial

 

 

Pablo Escobar y los capos mexicanos, Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y el líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera “El Chapo”, formaron una alianza para la adquisición de importantes cargamentos de droga que los capos mexicanos, transportaban desde Colombia, hasta Estados Unidos, pasando por territorio mexicano.

 

Todo era como una bonita familia; sin embargo, cuando las autoridades de Colombia decidieron acabar con la maldad del máximo líder de la mafia colombiana, usaron todas las áreas de inteligencia -incluyendo las de Estados Unidos de Norteamérica- y, después de una minuciosa búsqueda fue acorralado y asesinado, cuando prácticamente ya estaba solo, pues sus principales colaboradores, sicarios, lugartenientes y socios de la mafia, ya habían sido asesinados y otros detenidos.

 

La muerte de Pablo Escobar trajo como consecuencia que lo capos mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” buscaron nuevos enlaces en Colombia para continuar y fortalecer el negocio de la adquisición y trasiego de drogas de Colombia, hacia México y Estados Unidos.

 

Fue entonces cuando estos dos capos mexicanos cobraron más fuerza y, con la complicidad de policías municipales, estatales, federales y militares de México, crecieron como la espuma. Primero Amado Carrillo Fuentes empezó a extender el negocio de las drogas hacia otros países de Europa, además de Estados Unidos, este último país, principal consumidor de drogas a nivel internacional.

 

Foto: Especial

 

 

Durante todo el sexenio salinista, Amado Carrillo Fuentes fue el amo y señor del trasiego de drogas más importante de México y el mundo, pues su red de complicidades, corrupción e impunidad, lo llevaron a ser arropado por altas esferas militares que le permitieron todo, hasta que a finales del sexenio salinista orquestó una forma de desaparecer. En la Procuraduría General de la República, la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), a cargo de Mariano Herrán Salvati, priva de su libertad a un hombre, lo hace pasar por Amado Carrillo Fuentes y da a conocer que falleció al realizarse una operación.

 

Desde entonces ya nada se sabe de él, hasta que se empieza a filtrar información de que sigue vivo, pero operando en bajo perfil. Si fue falsa o real su muerte, aún sigue siendo una incógnita.

 

Sin embargo, desde entonces, empieza a crecer Joaquín Guzmán Loera durante el sexenio zedillista y en ese mismo sexenio es detenido y encarcelado en el penal de Puente Grande, Jalisco, donde a la llegada del sexenio de Vicente Fox Quesada, se da a conocer su evasión de ese penal y sigue operando durante el sexenio de Felipe Calderón y, después de ahí, viene la segunda recaptura y se vuelve a evadir. Estaba prófugo cuando toma el poder el Presidente Enrique Peña Nieto, quien da instrucciones para que sea recapturado.

 

Joaquín Guzmán Loera es recapturado y encarcelado en el penal de máxima seguridad del Altiplano, donde se vuelve a evadir a través de un megatúnel perfectamente elaborado. Ello trajo como consecuencia que todo el equipo de seguridad nacional de México lo buscara hasta ser recapturado y extraditado a Estados Unidos.

 

Informes de las autoridades de inteligencia del gobierno mexicano señalan que el Cártel de Medellín de Pablo Escobar Gaviria trasladaba su cargamento de droga hasta México, donde integrantes del Cártel de Sinaloa se hacían cargo de hacer pasar el envío a Estados Unidos, destino de casi 80% de envíos de cocaína de los colombianos.

 

Si bien mantenían lazos en lo que a narcotráfico se refiere, ambos criminales tienen diferencias abismales, pues, a pesar de que el “El Chapo” Guzmán era el narcotraficante más buscado del mundo (antes de ser recapturado, siempre estuvo lejos de llegar al poder, la fortuna y la capacidad de extorsión a través del terror).

 

Pablo Escobar, apodado “El Patrón del Mal”, asesinado en 1993, cometió 10 mil asesinatos, incluidos cuatro candidatos a la Presidencia de Colombia, 11 jueces de la Corte Suprema y dos ministros de Justicia. Mientras que Guzmán fue el responsable de entre 2 mil y 3 mil crímenes.

 

Foto: Especial

 

 

 

Sobre la fortuna que lograron amasar, Escobar, según estimaciones, acumuló 25 mil millones de dólares. Por su parte, el líder del Cártel de Sinaloa ostenta un patrimonio estimado en mil 153 millones de dólares como consecuencia de envíos de drogas a 40 países de América del Norte, Europa y Asia.

 

Si bien las autoridades mexicanas y colombianas siempre supieron sobre los nexos entre los cárteles de Sinaloa y Medellín, se dieron varias reuniones entre Joaquín Guzmán Loera y Pablo Escobar Gaviria, líderes de los dos grupos de narcotraficantes.

 

Fue el propio Guzmán Loera quien confirmó su encuentro con su “colega”. “Sí, yo me encontré con él una vez en su casa. Y me acuerdo que era una casa grande”, revelaron testigos.

 

La revelación del recapturado capo del Cártel de Sinaloa no hizo más que reafirmar los lazos que en su momento existieron entre las organizaciones criminales mexicanas y el tristemente célebre Cártel de Medellín, dirigido con mano de hierro por Escobar.

 

El negocio entre ambos bandos consistía en que los colombianos trasladaban sus cargamentos de droga hasta México, y allí un grupo local se hacía cargo de “pasar” el envío a Estados Unidos, el mayor mercado de narcóticos del mundo y destino final del 80% de los envíos de cocaína del Cartel de Medellín hacia el país norteamericano.

 

Pero a pesar de esta sociedad, si se los compara se pueden encontrar grandes diferencias entre “El Chapo” Guzmán y Escobar Gaviria. Porque si bien el sinaloense era el criminal más buscado del mundo y el principal narcotraficante, siempre estuvo lejos de llegar al poder, la fortuna y la capacidad de generar terror del apodado “Patrón del Mal”.

 

Mientras que Escobar cometió 10 mil asesinatos, incluidos cuatro candidatos a la Presidencia de Colombia, 11 jueces de la Corte Suprema y dos ministros de Justicia, Guzmán fue el responsable de “apenas” entre 2 mil y 3 mil crímenes.

 

Otra gran diferencia entre ambos capos es la fortuna que lograron amasar como resultado de sus actividades delictivas. El colombiano acumuló la mayor fortuna del país y, según la revista “Forbes” la séptima del mundo, que algunos analistas establecieron en 25 mil millones de dólares.

 

El traficante de drogas mexicano ostentó un patrimonio estimado en dólares de mil 153 millones como consecuencia de haber desarrollado una red de distribución que enviaba diversos tipos de drogas (cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas) hacia 40 países distintos repartidos entre América del Norte, Europa y Asia.

 

Los objetivos que persiguieron durante su carrera criminal también refleja el abismo que hubo entre ambos. Mientras “El Chapo” sólo buscó fines económicos, el “jefe de jefes” del Cártel de Medellín además logró ganarle la guerra por la extradición al Estado colombiano, ya que la reforma constitucional aprobada en 1991 la prohibió explícitamente. Aunque esta modificación finalmente fue derogada en 1997. Así los capos mexicanos Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos” y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, se convirtieron en los hombres más poderosos del mundo por sus acciones por el lado del mal.

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