Nada como dar un paseo por el zócalo de las ciudades, disfrutar de la noche mientras se come de un rico churro, un postre ya típico de la gastronomía mexicana. Pese a lo clásico que resulta el comerlo por todo el país y su gran fama, es un platillo que tuvo su nacimiento en el continente de Asia.
Esto no ha impedido que el ingenio mexicano lo convierta en un platillo único, no solo con su tradicional versión de azúcar, también con diferentes rellenos como formas de acompañarlo y disfrutarlo.
DE LA BURLA AL GUSTO POR EL PLATILLO EN CHINA
El origen del churro como platillo se tuvo en China por el siglo XII, siendo conocido como youtiao, lo cual significa tira de aceite y que solamente eran palos salados fritos de pan. Su historia es curiosa debido a que buscaba simbolizar una burla para un traidor de la nación.
El general Yue Fei se encontraba al mando del país, siendo un héroe nacional y amado por la población, llegando a su fin su reinado cuando fue traicionado por el ministro Qin Hui, quien es señalado como uno de los grandes traidores en la historia de China.
Ante el gran descontento de la población, los panaderos de la zona de Hangzhou decidieron simbolizar al nuevo hombre en el gobierno. Para esto, crearon una masa salada alargada sin demasiada forma que era sumergida posteriormente en el aceite caliente. Se componía por dos tiras de esta masa, las cuales simbolizaban a Qin Hui como a su esposa.
A pesar de que comenzó como una broma, rápidamente el platillo se convirtió en uno de los favoritos de la población, por lo que comenzó a expandirse por todo el país. Ahora es un platillo típico de su cocina y uno muy popular para el desayuno al ser un acompañante natural del arroz congee como de la leche de soja.
LA LLEGADA DEL PLATILLO A MÉXICO
Con la llega de las exploraciones de los europeos a China, fueron los portugueses quienes descubrieron el platillo en las calles y decidieron llevarlo a la península ibérica. Después de tomar la receta ellos agregaron un ingrediente clave, el azúcar.
Para evitar realizar dos tiras de masa y después unirlas, los portugueses también le dieron la forma de estrella, logrando que se hiciera cada vez más popular por toda la zona y llegando hasta España.
Debido a esta nueva forma, lo comenzaron a llamar como churro, esto porque se parecía a los cuernos que tiene la oveja churra lebrijana, una especie que actualmente se encuentra en peligro de extinción y que es originaria de Castilla y León en España.
De esta forma, durante la época de la Conquista, los españoles trajeron el platillo a México como al resto del continente americano. Sus primeros registros en el país datan del siglo XIX, misma fecha en las que habrían comenzado a surgir las populares churrerías tanto en España, principalmente en la provincia de Zaragoza, como en México.
EL LADO MEXICANO Y SU TRADICIONAL RECETA
Con el paso del tiempo, los churros terminaron por quedarse como un postre tradicional de la cultura mexicana. En gran parte del país se pueden encontrar en panaderías, en las churrerías, así como vendidos en la calle ya sea por personas en autos o con una canasta y una bicicleta.
La cultura mexicana integró primero el chocolate a su combinación. Tras la Conquista, uno de los productos que se volvió favorito de los españoles fue el chocolate, en especial en bebidas, por lo que comenzaron a combinarlos en el desayuno con los churros.
El ingenio mexicano permitió ver que el platillo podría disfrutarse de varias formas, por lo que comenzó a tener relleno, teniendo algunos como cajeta, dulce de leche o el mismo chocolate. Ya es una costumbre acompañarlos de un buen café, chocolate caliente o incluso un vaso de leche.
Respecto a su tradicional receta, son fáciles de hacer, solo hay que tener mucho cuidado con el aceite, como tener la churrera apropiada, que no debe ser necesariamente una gran máquina, también se puede utilizar una manga pastelera con una punta de estrella.
Los ingredientes son una taza de agua, una taza de harina y una pizca de sal, siendo una taza de agua por una de harina. El tipo de harina que se utiliza la más común es la de cualquier uso.
Para la preparación, se debe agregar una pizca de sal a una taza de agua y dejar al fuego, antes de que hierva, se debe agregar una taza de harina y revolver de manera fuerte con una cuchara de madera y quitar del fuego. Se debe seguir revolviendo hasta que la masa se despegue de los lados, si se nota demasiado pegajosa se puede agregar un poco más de harina.
La mezcla se deja hasta que se forma una bola, para después ponerla a reposar durante 10 minutos. En tanto, el aceite debe calentarse hasta los 185 grados centígrados. La mezcla debe ser colocada en la manga pastelera y colocarlos de manera directa al aceite caliente o colocarlos en una superficie ligeramente con harina antes de freírlos.
Es necesario dar la vuelta a los churros mientras se fríen para una mejor cocción y se deben dejar hasta que están dorados. Tras retirar del aceite, se debe espolvorear de azúcar mientras está caliente y listo.