Una paciente de 80 años en Rusia vivió desde que era bebé con una aguja incrustada en la cabeza sin que tuviera o mostrara algún problema durante todo este tiempo.
El Ministerio de Salud de la Región de Sajalín, una isla rusa ubicada en el mar de Ojotsk, dio a conocer la historia por medio de su cuenta oficial de Telegram, en un caso que ganó relevancia internacional.
De acuerdo con su reporte, los radiólogos de la región descubrieron una aguja de al menos tres centímetros en la paciente de 80 años. Esta aguja habría penetrado el lóbulo parietal izquierdo, aunque, esto significaría que su muerte era algo casi seguro, ella logró sobrevivir de niña.
Los médicos reportaron que en ningún momento de los 80 años que lleva de vida, la mujer llegó a presentar algún dolor de cabeza u otro malestar relacionado con la presencia del objeto.
Fue hasta que se le realizó a la mujer una tomografía computarizada en este 2023 que se logró descubrir el objeto extraño, ya que, antes de esto, no había ninguna señal de que algo fuera de lo común ocurriera con su cuerpo.
Dentro de su información, señalaron que la salud de la paciente no corre ningún peligro y que los médicos llegaron al consenso de no realizar ninguna intervención quirúrgica, ya que retirar el objeto podría llevar a una complicación de salud. Como precaución, la salud de la mujer se vigila por medio de su médico tratante.
¿Por qué razón pudo haber tenido una aguja en la cabeza la mujer?
El Ministerio de Salud de la Región de Sajalín explicó que el motivo por el que la aguja se encontraba en la cabeza de la mujer es porque probablemente sus padres intentaron matarla cuando era una bebé.
Al respecto, señalaron que aproximadamente ella nació en 1943, en tiempos de guerra cuando la Unión Soviética combatió con el Imperio Japón para recuperar el control total de la isla.
En esos momentos solía ocurrir que los padres en su desesperación terminaran por cometer infanticidio con sus hijos para evitar que ellos sufrieran o porque no existían las condiciones para darles una buena vida.
Dentro de los métodos para terminar con la vida de los recién nacidos se encontraba el insertar una aguja en un punto blando de la cabeza del recién nacido, justo donde los huesos del cráneo todavía no estuvieran formados. Con el tiempo la herida se cerraba, la aguja se oscurecía y el bebé moría de forma instantánea, con al parecer algunas excepciones como esta mujer.