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Esta historia se remonta a los primero meses del año de 1942, cuando se hacían los arreglos para concretar el 5 de mayo la inauguración del Hospital Civil municipal de Tepeaca, esta celebración estaría a cargo del entonces presidente de la República Manuel Ávila Camacho y del gobernador del estado de Puebla Gonzalo Bautista Castillo.
El día llegó y entre los habitantes de dicho municipio había mucho júbilo, un júbilo que nadie imaginaba que iba a trascender las fronteras.
Fueron cuatro religiosas de la congregación Josefina las encargadas de fungir como enfermeras en el nuevo nosocomio, de entre ellas sobresalía la Hermana María del Carmen Barrios Báez pues traía consigo un preciado regalo que le habían dado sus padres cuando decidió entrar a la orden, era una imagen de poco más de 50 cm de altura y tallada en madera, era la imagen del Niño Jesús que poco a poco atrajo la atención de los tepeaqueses y cada vez era adorada por más personas.
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Después de un tiempo, la madre Carmelita pidió a las autoridades del pueblo un espacio digno para rendirle culto a la ya muy venerada imagen. Las autoridades accedieron y para ello se acondicionó un pequeño cuarto al interior del nosocomio, ahí acudían los fieles a externar sus plegarias por la salud de sus enfermos. En este lugar la gente identificó a la imagen como “El Niño del Hospital”.
Su devoción crecía y crecía rápidamente y los testimonios de sus milagros realizados a enfermos, se difundían entre los fieles y creyentes de la región, y entonces era aún más querido.
Hasta que un día sin planearlo, las religiosas tuvieron que emigrar al municipio de Tehuacán y se llevaron consigo la imagen del Santo Niño. La gente llegaba a visitarlo y se topaba con la noticia, lo que les generaba tristeza y mucha inconformidad.
Por otro lado, ya en Tehuacán las religiosas notaban que el Niño se mostraba inquieto y contaban que continuamente desaparecía del altar donde lo depositaron y que fue elaborado exclusivamente para él. La gente decía que quería regresar a Tepeaca.
El rumor se esparció tanto que un grupo de tepeaqueses, encabezados por Trinidad Flores y Emiliano Lima, organizaron una comisión encargada de tramitar ante las autoridades eclesiásticas el regreso del Santo Niño a la ciudad.
Después de pensarlo tanto, la autoridad religiosa en turno les puso dos condiciones:
Si querían que el Niño regresara debía tener un altar exclusivo para él y también las tres religiosas que lo cuidaban debían recibir sustento y morada.
Los habitantes no lo pensaron dos veces, pues harían cualquier cosa para que la imagen regresara al municipio. Entonces la señora Trinidad Flores ofreció su hogar, en el centro, para establecer provisionalmente un altar. En tanto, el Señor Emiliano Lima se comprometió a entregar una mensualidad a las religiosas para su manutención.
Y fue así como el Santo niño volvió a Tepeaca en medio de la euforia y felicidad de todos los habitantes.
Las celebraciones de la imagen comenzaron el 30 de abril de 1961, justo el Día del Niño y con el transcurso de los años, la gente dejó de llamarlo Niño del Hospital y empezó a conocerlo como Santo Niño Doctor de los Enfermos.
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Al fallecer la Hermana Carmelita el 5 de julio de 1963 y tras varios trámites ante autoridades eclesiásticas, la imagen llegó a su morada definitiva: La parroquia de San Francisco de Asís, que cada 30 de abril recibe a miles de personas de todas partes del país que llegan con la única encomienda de venerar al Niño Doctor.
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