La orientación sexual es la capacidad de sentir atracción hacia otras personas, existen variaciones como la homosexualidad, heterosexualidad o la bisexualidad. Todas corresponden a procesos naturales del ser humano, pues de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se considera una enfermedad mantener relaciones afectivas o sexuales con alguien del mismo sexo.
Pese a los señalamientos científicos, el fenómeno de la homofobia sigue existiendo, y según el Gobierno de México se puede definir como: “El odio, rechazo, aversión, prejuicio y discriminación contra las personas que tienen orientaciones sexuales diversas a la heterosexualidad. Se asocia principalmente con el rechazo a las personas lesbianas, gays o bisexuales”.
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Las autoridades comentan que es necesario eliminar este problema, porque tiene graves consecuencias negativas, ya que este tipo de discriminación ocasiona que se les limite el acceso a oportunidades educativas, laborales o de salud a las personas LGBT+. Además, los convierte en seres vulnerables que los pone riesgo de sufrir agresiones físicas y verbales.
LA HOMOFOBIA ESTÁ VINCULADA CON TRASTORNOS MENTALES
La OMS quitó a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales en el año 1990, con el argumento de que no es algo que se pueda curar o cambiar porque no es una patología. En este sentido, los científicos se han encargado de analizar el origen del sentimiento de rechazo hacia este sector, destacando que se relaciona con problemas psicológicos.
La homofobia está vinculada con sistemas de defensa inmaduros, así como con el psicoticismo, que es un padecimiento que se ve reflejado en comportamientos hostiles y agresivos, que se trata mediante terapias, así lo explicó Emmanuele A. Jannini, profesor de Endocrinología y Sexología Médica en la Universidad de Roma Tor Vergata, Italia.
En su artículo publicado en la revista Journal of Sexual Medicine en el año 2015, mencionó que también este rechazo nace de una relación paterna temerosa, es decir, que los hijos con padres autoritarios, que no les permiten a sus primogénitos tener un pensamiento distinto al de ellos, crecen con el miedo de enfrentarlos, terminan siendo homofóbicos.
Para llegar a este resultado, estudió a 551 alumnos italianos, a quienes les preguntó su opinión sobre la comunidad LGBT+ y comparó las respuestas con sus expedientes médicos. De esta forma concluyó que los universitarios sin patologías no presentaron ningún tipo de molestia hacia la gente de este colectivo, en contraste con quien sí tenía algún trastorno.
LA RELIGIÓN Y OTROS FACTORES CULTURALES FRENTE A LA HOMOFOBIA
Jannini elaboró otra investigación en el año 2017 para descubrir que otros aspectos convergen con la homofobia, luego de revisar los testimonios de mil 84 estudiantes, demostró que este fenómeno nace de factores culturales como la hipermasculindad, que significa llevar los estereotipos de género al extremo, respecto a lo que es ser un hombre según las normas sociales.
También las personas que practican este odio y aversión lo hacen porque tienen actitudes misóginas, es decir, rechazo hacia las mujeres por su sexo, que se justifica por querer demostrar que los varones son la autoridad máxima simplemente por sus genitales.
Esto ocurre porque si alguien así nota rasgos que se relacionan con lo femenino en un hombre, como lo es tener novio, una voz más aguda o cierto tipo de ademanes, piensan que está haciendo algo malo o que su valor como varón disminuye o es cuestionable. El autor agregó que las personas solían utilizar la religión que profesan para argumentar sus actitudes de odio.
Ante este escenario, entre más conservadora sea una sociedad, será más alto el nivel de discriminación, así lo explicó Wendy Nieto, Jorge y K. Komori-Parion en un artículo publicado en la Revista Colombiana de Psiquiatría en el 2018. Ellos destacaron que, aunque hay mujeres homofóbicas, son más los varones quienes se comportan así.
“Esta actitud negativa de parte de la población masculina puede estar relacionada con el tipo de crianza habitual, que ahonda en una mayor aversión a los signos de femineidad en los varones, como signos de debilidad o de fracaso en la construcción de su rol como varón en la sociedad”.
Añadieron que la región también es otro factor determinante, pues la gente que vive en zonas de provincia suele tener menor apertura hacia el colectivo LGBT+, a diferencia de quienes habitan en un lugar con mayor densidad poblacional cerca de la capital.