Siempre solemos atribuir el estrés a la carga de actividades que podamos tener en el día a día, a una pérdida de control al realizar durante una actividad e incluso al surgimiento de distintos problemas de diversas índoles, pero poco suele relacionársele con la distribución que tienen nuestro hogar o el lugar en donde nos desarrollamos profesional o académicamente.
Pero una disciplina que recientemente comenzó a cobrar fuerza es la de la neuroarquitectura, misma que planteas que mediante la creatividad y la estética plasmadas en un espacio se puedan reducir los niveles de estrés, modificando la vida cotidiana de cualquier persona, para brindarle una experiencia saludable y gratificante, por lo que aquí te contamos más al respecto.
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¿Qué es la neuroarquitectura?
En lo que respecta al término, este fue acuñado en el año de 1998, sin embargo, alcanzó su auge hasta el siglo XXI, ganando su principal enfoque en el hecho de diseñar espacios que promuevan el cuidado de la salud mental, todo esto poniendo una particular atención a los detalles arquitectónicos, como el diseño de los espacios, la iluminación, el color y el mobiliario.
De acuerdo con quienes se han enfocado a estudiar el tema, estos factores pueden contribuir en el estado de ánimo y el bienestar general, lo cual se atribuye al hecho de la llamada “Indoor Generation”, que implica que ahora cualquier persona pasa el 90 % de su tiempo entre cuatro paredes, por lo que consideran indispensable generar una experiencia positiva.
Además de que a esta práctica también se le atribuye la disminución de la ansiedad, todo lo cual cuenta con diversas investigaciones al respecto como los trabajos encabezados por Juan Luis Higuera-Trujillo, investigador del Laboratorio de Neuroarquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, los mismos que buscan redefinir la comprensión de cómo los espacios influyen en nuestras respuestas inconscientes.
¿Cuáles son las mejores recomendaciones para planificar un espacio?
En el caso de un espacio en el que se quiera mejorar la atención y la memoria, una primera recomendación es hacer uso de tonos fríos como el azul, el verde o el morado, pues estos ayudan a mejorar la concentración y retención de información, además de impulsar una activación fisiológica que potencie el rendimiento cognitivo o en su caso hacer uso de tonos neutros para promover la claridad mental y utilizar estos tonos en cuadros esculturas o plantas.
Por su parte para disminuir el estrés en el hogar, una recomendación es, en la medida de lo posible, utilizar techos altos, contar con espacios en color claro, iluminación natural e incluso aberturas en la fachada, mientras que lo que a distribución se refiere, el organizar los objetos conforme a los puntos cardinales es un tema indispensable, además de añadir adornos naturales.
Finalmente, en caso de que no sea posible el uso de luz natural, el uso de luz azul puede ser la solución, pues es una tonalidad que supera con la luz blanca, pudiendo favorecer la reducción del estrés, además de que también existe la opción de la iluminación biodinámica, misma que ajusta automáticamente la tonalidad y temperatura de la luz interior según la hora y luminosidad del día.
