La hepatitis es una enfermedad que se transmite por medio de un virus y tiene como característica que en la mayoría de los casos no suele presentar síntomas hasta varias semanas después de la exposición y que afecta directamente al hígado.
De hecho, hepatitis significa inflamación del hígado, un órgano que al inflamarse o al dañarse su función puede verse afectada. Su importancia en la salud se encuentra en que el hígado se encarga de filtrar la sangre, procesar nutrientes y combate infecciones.
Existen tres tipos comunes de la hepatitis, los cuales son el tipo A, tipo B y tipo C. Para las dos primeras se cuenta con una vacuna eficaz para combatirla, mientras que, para tipo C, es curable en el 95 por ciento de los casos, aunque es la principal causa de los trasplantes de hígado y del desarrollo de cáncer. En total son cinco tipos los que existen al sumar el tipo D y tipo E.
¿Cómo se contagia la hepatitis?
El principal número de casos de la hepatitis es tipo A, al ser una que se transmite cuando alguien ingiere el virus, incluso cuando es en cantidades microscópicas y demasiado pequeñas para ser visibles.
La ingesta del virus se puede dar por medio del contacto cercano con una persona ya infectada, como el comer alimentos o bebidas contaminadas. Es altamente contagiosa debido a que el virus que la contagia se encuentra en las heces y en la sangre de las personas infectadas.
Tras el contagio, las personas pueden estar enfermas hasta dos meses, pero en la mayoría no suele ser una enfermedad duradera, por lo que logran recuperarse sin daño hepático duradero, y solo en casos extremos puede provocar la muerte.
En cuanto a los síntomas, estos solo aparecen cuando se trata de una infección aguda y pueden incluir la fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orina oscura, heces de color claro, dolor en las articulaciones e ictericia, que es cuando la coloración de la piel y las pupilas se torna amarilla.
Muchas personas con el virus pueden llegar a no presentar ningún síntoma y que no descubran que están infectadas.
Respecto al tratamiento, una vez que se descubre el virus y el contagio de hepatitis tipo A, se da cuidados de apoyo, como es el descanso, la nutrición adecuada y el tomar muchos líquidos para aliviar los síntomas.
Los otros dos tipos más comunes de la hepatitis
En el caso de la hepatitis tipo B, esta puede varias desde una enfermedad leve con duración de unas cuantas semanas hasta una infección grave a crónica que puede durar toda la vida.
Su forma de contagio se da cuando la sangre, el semen y otros fluidos corporales incluso en cantidades microscópicas de una persona infectada ingresan en el cuerpo de otra que no está infectada. También puede llegar a transmitirse al tener relaciones sexuales con una persona infectada, por el mal control de infecciones en los centros de salud, por compartir artículos personales como cepillos de dientes o afeitadoras (aunque es poco común), y por el nacimiento de una persona embarazada infectada.
Pasando a la hepatitis tipo C, en la gran mayoría de los que se infectan suelen desarrollan hepatitis C crónica, por lo que también puede ir de una infección leve a una grave o crónica.
Su forma de transmisión principal se da cuando la sangre de una persona infectada ingresa en el cuerpo de alguien no infectado. También puede ocasionarse por tatuajes o perforaciones corporales no regulados con instrumentos contaminantes, por el nacimiento de una persona infectada y por el contacto sexual con una persona infectada.