Dentro de las enfermedades neurodegenerativas conocidas y que pueden afectar de mayor forma a las personas se encuentran el Parkinson y el Huntington, dos que causan muchas dudas para quienes creer padecerlas debido a las similitudes que comparten.
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Al afectar el deterioro progresivo de las neuronas, sus síntomas pueden ser algo similares, pero detectar las diferencias puede ser sustancial para el correcto tratamiento de cada padecimiento.
Su mayor diferencia se encuentra en el origen de ambas y en el primer síntoma con el que comienzan a presentarse. En algunos casos, hasta la edad es un principal diferenciador.
¿Qué debes saber de cada enfermedad?
Describiendo a cada una, la enfermedad de Huntington afecta los movimientos, la capacidad de pensamiento y la salud mental de la persona, se trata de un padecimiento poco frecuente y suele transmitirse de una mutación genética del padre o la madre.
En tanto, la enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo que afecta el sistema nervioso y, con ello, las partes del cuerpo controladas por los nervios. Sus síntomas son progresivos y se caracterizan por los temblores del cuerpo y pueden empezar con algo tan perceptible como un pequeño temblor en la mano. También, suele causar rigidez o dificultad en el movimiento.
Para el caso del Huntington, existen medicamentos que pueden ayudar a controlar los síntomas con los tratamientos enfocados en evitar el deterioro físico, mental y conductual.
El Parkinson es una enfermedad que no tiene cura, aunque también hay medicamentos que ayudan a mejorar los síntomas. Se puede sugerir a los pacientes el someterse a cirugía con la intención de regular algunas zonas del cerebro para presentar mejoras.
¿Cómo se detecta cada enfermedad?
Como se trata de una enfermedad genética, el Huntington puede detectarse mediante pruebas y suele aparecer a los 30 a 40 años de edad. La forma en que puede distinguirse es por los movimientos involuntarios que suele tener quien las padece y por las dificultades cognitivas que aparecen.
Al respecto, los síntomas para detectarla suelen ser los movimientos descontrolados e involuntarios, adoptar posturas extrañas, falta de concentración, hablar de forma arrastrada, dificultad para comer y tragar, depresión o irritabilidad, así como cambios en el comportamiento y problemas para aprender nueva información.
En cuanto al Parkinson, aunque el 15 por ciento de los casos es de origen genético, suele presentarse hasta después de los 70 años, pero puede aparecer antes. Su diagnostico se realiza mediante anamnesis, que es una entrevista en la que se analizan los síntomas del paciente y por medio de exploración física.
Debido a que afecta el movimiento, se tiene que hacer otras pruebas como análisis de sangre, neuroimágenes estructurales o neuroimagen funcional para descartar que se traten de problemas como hipertiroidismo y lesiones cerebrales.
Otra de sus diferencias se encuentra en que, el Huntington cuando se presenta de manera temprana, en jóvenes desde los 20 años, suele ser una enfermedad que progrese de forma más rápida. Mientras, el Parkinson los síntomas se agravan una vez que la afección evoluciona.
Prevención para el Huntington y el Parkinson
Las formas de prevención de cada enfermedad son muy diferentes, en esencia porque el Parkinson se desconoce cuál es su causa, por lo que no hay forma comprobada de prevenirla. El Huntington, al ser hereditaria, se debe revisar los antecedentes familiares para saber si se puede transmitir el gen a los hijos o siguientes generaciones.
Por ello, el Huntington puede prevenirse al consultar a un consejero genético, quien explicará las alternativas en caso de que quieran tener hijos y los factores de riesgo, por lo que pueden optar por alternativas como la fertilización in vitro. También, se puede optar por el diagnóstico genético preimplantacional, en donde se realiza un estudio para conocer la presencia del gen de la enfermedad en los embriones y solo implantan en el útero aquellos que hayan dado negativo.
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Del lado del Parkinson, se ha investigado que el ejercicio aeróbico regular puede ofrecer resultados para prevenirlo. Aunque no hay evidencia científica suficiente, se ha señalado que las personas que consumen cafeína, té verde y bebidas azucaradas son menos propensas a desarrollar la enfermedad.