En el mercado existen infinidad de objetos que usamos a diario y que, si bien nos facilitan algunas tareas, también podrían ocasionarnos problemas de salud como daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer, debido a que contienen los llamados “químicos eternos” o sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés).
En la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés) advierten que los también llamados “químicos permanentes” son un grupo de más de 4 mil 700 agentes químicos sintéticos, ampliamente utilizados, que se acumulan en el cuerpo de los seres humanos a lo largo de su vida y en el medio ambiente también.
El Consejo de Salubridad General (CSG) del gobierno de México informa en un documento que estas sustancias se usan desde 1940 por ser retardantes de flama y protectores antimanchas, entre otras propiedades.
Se pueden encontrar, indican, en empaques para alimentos, espumas para apagar el fuego, sartenes antiadherentes (con teflón), telas repelentes al agua o manchas, pinturas, cosméticos (barniz de uñas), electrónicos y plaguicidas.
Los PFAS se utilizan además en envases de papel para alimentos, cremas, textiles para muebles y ropa de exterior, pinturas y fotografía, cromado, pesticidas y productos farmacéuticos.
El CSG agrega que, respecto a sus efectos en la salud, a nivel mundial se sabe que estos varían en algunos casos según el tipo de compuesto, pero la evidencia en humanos sugiere los siguientes efectos: carcinogénicos, en riñones y testículos.
Asimismo, pueden ser disruptores endócrinos, alterar hormonas tiroideas, en los niños afectarían el aprendizaje, comportamiento y crecimiento; podrían causar infertilidad, ser inmunodepresores o aumentar los niveles de colesterol.
Según la EEA existen dos grupos de PFAS: los de cadena larga, que se acumulan en humanos, animales y en el suelo, y los de cadena corta, que se almacenan en el medio ambiente, debido a su persistencia y alta movilidad en el aire y el agua.
Esta agencia indica, además, que las personas que corren mayor riesgo de sufrir impactos adversos para la salud son las que están expuestas a altos niveles de PFAS, así como los grupos de población vulnerables, como los niños y los ancianos.
Las principales vías por las que estas sustancias pueden llegar a nuestro cuerpo, según la EEA son: agua potable, alimentos, productos de consumo, cremas y cosméticos para la piel y en el polvo.
En los alimentos, provienen de peces que se encuentran en la parte superior de la cadena alimentaria y de los mariscos; en el ganado criado en tierras contaminadas, se acumulan en su carne, leche y huevos.
¿CÓMO EVITAR LOS PFAS?
Debido a sus efectos nocivos, algunas industrias han dejado de usar PFAS de manera voluntaria. Dinamarca es el primer país en prohibir su uso en empaques para alimentos (papel para hornear, cajas de pizza, palomitas de microondas).
La EEA asegura que es difícil para los ciudadanos evitar totalmente la exposición a PFAS, pero se podría reducir si se utilizaran productos de cuidado personal y materiales de cocina sin estos compuestos. En las etiquetas se debería advertir si es que los contienen.
Desafortunadamente en México hace falta regulación a este respecto. Quienes ya han restringido el uso de ciertos tipos de PFAS son los países de la Unión Europea (UE), pero los activistas medioambientales piden que se regulen en conjunto.