Un trasplante de órgano no solo significa una nueva vida, sino también cohabitar con la incertidumbre de que en cualquier momento ésta puede acabar. Vicente, Alejandro y Raquel viven con un órgano y tejido sustituto. Entrevistados por esta casa editorial coincidieron en que ser receptores fue una bendición, pero también conlleva una gran responsabilidad, ya que no fue fácil esperar la aparición, casi milagrosa, de un donador.
Las complejidades empiezan desde que los enfermos tienen que esperar desde tres meses, en el mejor de los casos, hasta 20 años, en el peor, para poder recibir un órgano, ya que son pocas las personas que deciden ser donantes, lo que reduce la posibilidad y amplía los plazos de expectación. Según la última actualización de 2018 del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), en México siete de cada 10 personas regalan sus tejidos, pero esto no es suficiente, ya que en el 2022 fueron 20 mil 16 personas las que se encontraron en la lista de espera.
Vicente Chávez Solis vive actualmente con un trasplante de riñón, pero pasó 18 años con hemodiálisis (una terapia de sustitución renal ) en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que le hizo pensar en rendirse debido a que los dolores y el desgaste rutinario fueron una carga a veces insoportable. No obstante, en ese proceso su familia lo apoyó y cuando le avisaron de que había sido elegido para recibir un nuevo riñón, el miedo se apoderó de él.
“Empecé a escuchar historias distintas, yo no entendía lo que estaba pasando, mi cabeza estaba muy confundida, yo decía que ya no, pero me regalaron esta oportunidad de vida. Esto se toma con mucha responsabilidad”, opinó, visiblemente exaltado.
Recordó que nunca pensó en vivir una situación como esa, pero debido a que sus hábitos de vida no fueron los mejores es que llegó a padecer insuficiencia renal. Su única opción fue la de recibir meramente un trasplante cadavérico, es decir, de algún muerto, por lo que tuvo que esperar más de una década.
Ahora que Vicente vive con este nuevo riñón ha buscado retomar sus actividades poco a poco, tales como hacer ejercicio, seguir con sus estudios religiosos, entre otras cosas. Sin embargo, debe tener cuidado con los movimientos que realiza y ser preciso a la hora de tomar sus medicinas, pues hacerlo así es fundamental para no tener complicaciones en su salud.
“Llevo al pie de la letra cada una de las indicaciones, no se me puede pasar la hora de la medicina, tampoco debo descuidar mi alimentación y de manera definitiva me retiraron el refresco, ya no puedo tomarlo. Sí, parecen limitantes, pero me dieron oportunidad de seguir viviendo y conviviendo con mi familia”, expresó.
Alejandro Morales también fue uno de los beneficiados, pero en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Debido a que padecía hipertensión arterial se le acumularon los problemas de su salud, entre ellos la falta de funcionamiento de uno de sus riñones.
Sus familiares no fueron opción de ser donantes debido a cuestiones personales, por ello tuvo que esperar un trasplante cadavérico, aunque tres años después, una persona a quien en su momento ayudó a conseguir trabajo, le donó un riñón. El miedo también vino a su vida cuando le dijeron de la intervención, pero no dudó en seguir adelante con el proceso.
Lleva más de 40 días con este nuevo órgano y aseguró que su vida ya no es la misma de antes, ya que los cuidados durante los primeros meses son muy importantes. No puede convivir con más gente y tampoco comer antojitos o trasladarse al campo, donde antes trabajaba, pero sin duda, agradece que alguien pudiera compadecerse de su situación y le ayudara a salir adelante.
Al igual que los testimonios antes referidos, Raquel Sedano Morales recibió un trasplante, pero éste fue de córnea. Ella aseguró que en su familia nadie había pasado algo similar, por lo que al verse involucrada en eso tuvo miedo de morir.
Expresó que la falta de seguridad social le hizo descuidar una úlcera en su ojo, la cual se reventó y la dejó ciega. Por tres meses vivió sin la capacidad de retomar sus actividades y posteriormente se le hizo un trasplante, con lo que ahora buscará aprovechar esta oportunidad.
“Volví a ver y la verdad es que extrañaba esa sensación de abrir los dos ojos y observar cada cosa que está a mi alrededor. Debo tener mucho cuidado con este trasplante porque al ser una córnea está más expuesta al aire en comparación con algún órgano, por eso los cuidados son más estrictos”, dijo.
Los entrevistados coincidieron en que la cultura de la donación de órganos debe reforzarse a través de varias publicaciones, pues con ello cambian para bien la vida de alguien más, pero también se debe tener gratitud y respeto hacia aquellos que decidieron regalar parte de su cuerpo antes de morir.
Dependen de fármacos
De acuerdo con la presidenta de la asociación de Enfermos renales y Trasplantados Puebla, Beatriz Rodríguez Bernal, quienes viven con un trasplante traen un sufrimiento detrás, debido a que se sometieron a varios procedimientos médicos hasta que llegara su turno, pero eso no es todo, ya que después de tener un donador, la responsabilidad continúa.
Cambiar hábitos alimenticios y tomar de manera permanente sus medicamentos para mantener en buen estado a su nuevo órgano son parte de las acciones que estas personas deben llevar a cabo hasta la muerte, pues en cualquier momento su organismo podría rechazarlo.
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“Vivir con un trasplante es renovar tu vida, no es un estilo de vida fácil, es física y económicamente desgastante, también porque hay familias que no cuentan con seguridad social y que evidentemente ven mermada su salud”, indicó.
En entrevista con El Sol de Puebla, explicó que un mínimo descuido influye en su estado de salud. Sin embargo, aunque pongan su esfuerzo en cada indicación médica al pie de la letra, a veces se enfrentan a un desabasto de fármacos en las clínicas del sector público, mismos que tienen un costo de hasta 45 mil pesos, lo que les imposibilita adquirirlos por su cuenta.
Precisó que no se trata de un problema del actual gobierno federal, sino que viene desde tiempo atrás, puesto que siempre a principios y finales de año se vive este panorama, el cual desencadena afectaciones a los pacientes.
Esta situación se vuelve aún más compleja con quienes no tienen seguro social, ya que al ser costosos los tratamientos, buscan a quien les pueda donar las medicinas o compran unas más económicas, por lo que llegan a tomar sólo productos falsificados que automáticamente provocan que el cuerpo rechace el órgano.
“Sinceramente nosotros no podemos dejar de tomar el medicamento porque no queremos morirnos, queremos conservar nuestro órgano que tanto trabajo nos costó. Y no solo eso, también vivimos la falsificación de medicamentos, lo que hace que el cuerpo rechace los órganos”, expuso.
Asimismo, destacó que de perder el órgano trasplantado tendrían que esperar a que su cuerpo se desintoxique de los fármacos, y esto llevaría un tiempo de uno a dos años y en su mayoría las personas no sobreviven en este lapso.
Los hábitos de los mexicanos podrían reducir el número de donantes
A decir de Carlos Terral Echeray, coordinador del departamento de Donación y Trasplante en el ISSSTE Puebla, existen tres tipos de donantes, el cadavérico, el vivo relacionado (familiar) y el vivo no relacionado (algún desconocido), pero esto podría reducirse solo a uno, debido a los hábitos de los mexicanos y a las enfermedades crónicas que se desencadenan.
El especialista detalló que en el país las personas están acostumbrados a no comer a sus horas, ingerir alimentos chatarra y no hacer ejercicio, los cuales son factores para que se padezca alguna comorbilidad, por lo que esto provoca que no sean candidatos a ser donantes, pues los órganos de gente con estos malos hábitos no sirven.
“Somos un país endémico de obesidad, diabetes e hipertensión, los donantes vivos relacionados se están yendo para abajo porque tienen esas comorbilidades. El donante al rato ya no va a ser el vivo, porque si va a enfermar a una persona sana, en algún momento va a llegar a una disfunción”, apuntó.
Es por ello que exhortó a que los ciudadanos se cuiden más para no padecer alguna enfermedad crónica y en caso de que ya la tengan que acudan de manera periódica al médico para no tener consecuencias graves.
Puebla ocupó el cuarto lugar por donaciones cadavéricas en 2022
En 2022 el estado de Puebla ocupó el cuarto lugar a nivel nacional por mayor número de donaciones cadavéricas, pues se registraron 137. De éstas, 20 fueron por muerte encefálica y 117 por paro cardíaco irreversible, de acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), órgano adscrito a la Secretaría de Salud del gobierno federal.
También hubo 102 trasplantes de córnea, 83 de estos fueron de origen nacional y 19 de origen importado.
En tanto, referente al trasplante renal, se llevaron a cabo 133. De estos, 27 fueron de un donante fallecido y 106 fueron de un donante vivo. Sobre los trasplantes de hígado y corazón la federación no registró ninguno el año pasado.
Cabe mencionar que durante el 2022 se reportaron 15 mil 454 personas en espera de un riñón, 4 mil 267 por córnea, 248 por hígado, 30 por corazón, 10 por hígado-riñón, cuatro por corazón y riñón, dos por riñón y páncreas y una por riñón-riñón.