Depresión, ansiedad, ideación suicida y adicciones, son algunos trastornos de la salud mental con los que tienen que lidiar los niños, las niñas y los adolescentes que no están recibiendo ningún tipo de atención médica en las escuelas.
Los problemas de salud mental se agravaron de manera notable a consecuencia de la pandemia por Covid-19. Al mismo tiempo, la brecha entre las necesidades crecientes de atención a la salud mental y los recursos para ello se ampliaron.
➡️ Únete al canal de El Sol de Puebla en WhatsApp para no perderte la información más importante
“Con la pandemia los alumnos tuvieron un problemática en torno a las condiciones de ´educabilidad´, entendiendo como educabilidad algo que se establece cuando hay una escuela y un profesor que le da soporte cognitivo y emocional al estudiante; además, no había espacios de ocio y eso fue el caldo de cultivo para que cuando los estudiantes regresaran a las instituciones se empezarán a identificar serios problemas en torno a la salud mental”, expuso Rodolfo Cruz Vadillo, profesor investigador de la facultad de educación de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
El doctor refiere que, en su momento, hubo programas de acogida para los alumnos pero no hubo formación para que los académicos supieran cómo abordar este tipo de trastornos.
“Los profesores no estamos formados para abordar esos problemas, y por muy buenas intenciones que tengas puedes hacer más mal que bien. Tampoco hubo una propuesta formativa auténtica en torno al desarrollo emocional y la salud mental de los estudiantes que se vio agravada durante la pandemia. Si a esto le sumas que muchos papás se quedaron sin empleo y ahora tienen que trabajar, mamá y papá, y por buscar el sustento abandonan un poco a los hijos en los espacios familiares. Es como una cadena que viene pegando en todos los aspectos y que toca a la escuela observar”, explicó.
“Si yo no tengo el conocimiento y la formación, judicializo el espacio, es decir, yo como profesor no estoy observando a un chico o chica que tienen necesidad de apoyo específico en torno a su salud mental, sino que estoy identificando a un adolescente rebelde, y qué hacemos, pues castigarlo o avergonzarlo frente a los demás y eso lo que genera son otras formas de violencia reactiva, eso es judicializar el espacio; si no se tiene una idea clara de cómo proceder, se puede llegar hasta expulsar al estudiante, pero no resolvimos el problema”, sentenció.
Los profesores intentan atender los problemas con las herramientas que tienen pero existe una ausencia de formación que imposibilita a los profesores saber qué hacer. En las escuelas no hay profesionales de la salud mental presentes para orientar tanto a estudiantes como a profesores, y en su caso canalizarlos con especialistas en problemas mayores.
“Pero eso tampoco es suficiente, el problema es estructural, es decir, el profesor requiere el acompañamiento de otros especialista que no hay en los centros educativos. Psicólogos en las escuelas casi no hay, existe lo que se llama USAER, que son Unidades de Servicios de Apoyo a la Escuela Regular; el gran problema es que las USAER solo llegan al 6.7% de las instituciones educativas de todo país y el número de estudiantes es de 34 millones en todo el sistema educativo, desde preescolar hasta preparatoria”, señala.
Las USAER son unidades integradas por un trabajador social, un psicólogo y un educador que dan apoyo itinerante a las escuelas que lo solicitan. Principalmente atienden alumnos con discapacidad o con problemas de aprendizaje.
“Otro problema es que las USAER no están distribuidas precisamente en las zonas de mayor vulnerabilidad, marginales o precarias. Ellos llegan y te apoyan en la institución, pero es un problema estructural porque no están de fijo. A veces tienen que atender hasta cuatro escuelas en la semana y es muy difícil darle continuidad”, detalló.
El problema no solo se resuelve con que el profesor tenga formación al respecto, se resuelve si las instituciones tienen una serie de apoyos institucionales que permitan tomar decisiones colectivas, como un grupo de apoyo, pero ese grupo de apoyo tiene que estar sostenido por políticas educativas.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
“Hice un texto sobre el balance en las políticas en educación del 2018-2024 y precisamente señala que hace falta una estrategia para la infraestructura. Hay un elemento de política pública, de política educativa, que ha estado ausente y que se está viendo crecer. El problema estructural, no es solo dar una serie de servicios médicos de salud, que está muy bien, sino que esto tiene que estar acompañado de escuelas que sostengan a los estudiantes, que les brinden apoyo emocional, y a su vez, estas escuelas tienen que estar sostenidas por agentes educativos que tengan una formación”, concluyó.