/ viernes 31 de mayo de 2024

Reserva cognitiva: 5 actividades para proteger al cerebro del envejecimiento

El cerebro, como todos los órganos del cuerpo, también pasa factura con el paso de los años, esto debido a que el envejecimiento repercute en las neuronas

¿Sabías que unas personas muestran síntomas más severos que otras con el mismo grado de patología cerebral? En el caso específico del Alzheimer, no todas las personas diagnosticadas con esta enfermedad experimentarán los mismos procesos de deterioro cognitivo, pues unas sufrirán más que otras, y esto es debido a la reserva cognitiva, un concepto clave en el campo de la investigación sobre este y otras demencias.

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El cerebro, como todos los órganos del cuerpo, también pasa factura con el paso de los años, esto debido a que el envejecimiento repercute en las neuronas, según el sitio El blog de la Fundación Pasqual Maragall.

Y es que, una de las principales claves para favorecer la salud cerebral es, sin duda, mantenernos cognitivamente activos a lo largo de toda la vida, por lo que una alta reserva cognitiva puede ser un buen aliado para contrarrestar su efecto, y en este artículo te compartimos una serie de actividades para estimular la reserva cognitiva, y así contribuir a mantener el cerebro sano.

¿Qué es la reserva cognitiva y por qué debemos trabajarla para cuidar nuestro cerebro?

De acuerdo con el sitio mencionado, se le llama reserva cognitiva (RC) a la acumulación de la experiencia educativa o académica y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida. En pocas palabras, “es como un capital mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia de nuestras capacidades cognitivas, tanto del envejecimiento como de alteraciones cerebrales como las causadas por el Alzheimer”.

Y es que, el sistema nervioso central del cerebro cuenta un sistema de defensa pensado para compensar los efectos negativos de las lesiones cerebrales, mismas que pueden ser el deterioro cognitivo asociado a la vejez y las enfermedades neurodegenerativas.

A su vez, este sistema actúa con dos tipos de reservas: la reserva cognitiva, que ya se mencionó anteriormente, que tiene la capacidad de optimizar el funcionamiento del cerebro, mantener las redes neuronales activas y de potenciar la plasticidad neuronal, y la reserva cerebral, la cual, es aquella que está determinada por los factores biológicos y genéticos, que no varía, y que tiene que ver con el volumen cerebral, el número de neuronas y la conexión entre ellas.

Si bien, no existe ninguna actividad concreta ni ejercicios específicamente recomendados para evitar o reducir el riesgo de sufrir demencia, lo que sí existe es una serie de prácticas muy recomendables para mantener activo el cerebro y favorecer la reserva cognitiva.

La reserva cognitiva y el “Estudio de las monjas”

Para investigar cuál era la relación entre el envejecimiento y el Alzheimer, en 1986 el epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky, David Snowdon, llevó a cabo un estudio en un convento de monjas de clausura, mismo que fue conocido como “Estudio de las monjas”.

En él, el especialista estudió a las religiosas y demostró que, aquellas con un nivel educativo más alto y que habían estado más activas mental y físicamente, tenían una mayor esperanza de vida y un menor deterioro cognitivo. Al morir una de ellas, pudieron estudiar su cerebro y comprobar como tenía las lesiones neuronales clásicas del Alzheimer, a pesar de no haberlo desarrollado en vida. Fue así como el estudio demostró como ciertos hábitos de vida tenían una relación directa en el desarrollo del deterioro cognitivo, hábitos que ayudaban a aumentar la RC.

5 actividades para aumentar la reserva cognitiva

Como se explicó anteriormente, la reserva cognitiva se va adquiriendo a lo largo de la vida y existen factores claves que determinan tener más o menos, tales como el nivel educativo, que va ligado también al estatus socioeconómico, hablar más de un idioma, tocar un instrumento o tener una ocupación laboral.

No obstante, existen algunas actividades que ayudan a mantener una buena salud cerebral, y que se pueden poner en marcha en cualquier momento, entre ellas se encuentran:

Leer: Esta es una de las actividades más reconocidas para favorecer la estimulación cognitiva, ya que además de aportarnos conocimientos, la lectura es estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la imaginación.

Ejercicio físico: La actividad física ayuda a mantenerse activo físicamente, mejorar el flujo sanguíneo cerebral y el funcionamiento general del organismo, además de que mejora el estado de ánimo y permite relacionarse con otra gente.

Aprender: Adquirir nuevos conocimientos a la edad que sea favorecerá la actividad cognitiva, tales como aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o perfeccionar nuestras dotes en la cocina son algunos ejemplos.

Socializar: También el contacto con otras personas permite estar conectados con nuestro entorno y tener interés en aquello que nos explican y transmiten. Asimismo, es bueno compartir alguna actividad concreta para sentirse motivado.

Cambiar las rutinas: Añadir rutinas nuevas a tu día a día, o variar las habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales, incluso se puede probar a elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de los cajones o utilizar los cubiertos con la mano contraria.


¿Sabías que unas personas muestran síntomas más severos que otras con el mismo grado de patología cerebral? En el caso específico del Alzheimer, no todas las personas diagnosticadas con esta enfermedad experimentarán los mismos procesos de deterioro cognitivo, pues unas sufrirán más que otras, y esto es debido a la reserva cognitiva, un concepto clave en el campo de la investigación sobre este y otras demencias.

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El cerebro, como todos los órganos del cuerpo, también pasa factura con el paso de los años, esto debido a que el envejecimiento repercute en las neuronas, según el sitio El blog de la Fundación Pasqual Maragall.

Y es que, una de las principales claves para favorecer la salud cerebral es, sin duda, mantenernos cognitivamente activos a lo largo de toda la vida, por lo que una alta reserva cognitiva puede ser un buen aliado para contrarrestar su efecto, y en este artículo te compartimos una serie de actividades para estimular la reserva cognitiva, y así contribuir a mantener el cerebro sano.

¿Qué es la reserva cognitiva y por qué debemos trabajarla para cuidar nuestro cerebro?

De acuerdo con el sitio mencionado, se le llama reserva cognitiva (RC) a la acumulación de la experiencia educativa o académica y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida. En pocas palabras, “es como un capital mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia de nuestras capacidades cognitivas, tanto del envejecimiento como de alteraciones cerebrales como las causadas por el Alzheimer”.

Y es que, el sistema nervioso central del cerebro cuenta un sistema de defensa pensado para compensar los efectos negativos de las lesiones cerebrales, mismas que pueden ser el deterioro cognitivo asociado a la vejez y las enfermedades neurodegenerativas.

A su vez, este sistema actúa con dos tipos de reservas: la reserva cognitiva, que ya se mencionó anteriormente, que tiene la capacidad de optimizar el funcionamiento del cerebro, mantener las redes neuronales activas y de potenciar la plasticidad neuronal, y la reserva cerebral, la cual, es aquella que está determinada por los factores biológicos y genéticos, que no varía, y que tiene que ver con el volumen cerebral, el número de neuronas y la conexión entre ellas.

Si bien, no existe ninguna actividad concreta ni ejercicios específicamente recomendados para evitar o reducir el riesgo de sufrir demencia, lo que sí existe es una serie de prácticas muy recomendables para mantener activo el cerebro y favorecer la reserva cognitiva.

La reserva cognitiva y el “Estudio de las monjas”

Para investigar cuál era la relación entre el envejecimiento y el Alzheimer, en 1986 el epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky, David Snowdon, llevó a cabo un estudio en un convento de monjas de clausura, mismo que fue conocido como “Estudio de las monjas”.

En él, el especialista estudió a las religiosas y demostró que, aquellas con un nivel educativo más alto y que habían estado más activas mental y físicamente, tenían una mayor esperanza de vida y un menor deterioro cognitivo. Al morir una de ellas, pudieron estudiar su cerebro y comprobar como tenía las lesiones neuronales clásicas del Alzheimer, a pesar de no haberlo desarrollado en vida. Fue así como el estudio demostró como ciertos hábitos de vida tenían una relación directa en el desarrollo del deterioro cognitivo, hábitos que ayudaban a aumentar la RC.

5 actividades para aumentar la reserva cognitiva

Como se explicó anteriormente, la reserva cognitiva se va adquiriendo a lo largo de la vida y existen factores claves que determinan tener más o menos, tales como el nivel educativo, que va ligado también al estatus socioeconómico, hablar más de un idioma, tocar un instrumento o tener una ocupación laboral.

No obstante, existen algunas actividades que ayudan a mantener una buena salud cerebral, y que se pueden poner en marcha en cualquier momento, entre ellas se encuentran:

Leer: Esta es una de las actividades más reconocidas para favorecer la estimulación cognitiva, ya que además de aportarnos conocimientos, la lectura es estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la imaginación.

Ejercicio físico: La actividad física ayuda a mantenerse activo físicamente, mejorar el flujo sanguíneo cerebral y el funcionamiento general del organismo, además de que mejora el estado de ánimo y permite relacionarse con otra gente.

Aprender: Adquirir nuevos conocimientos a la edad que sea favorecerá la actividad cognitiva, tales como aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o perfeccionar nuestras dotes en la cocina son algunos ejemplos.

Socializar: También el contacto con otras personas permite estar conectados con nuestro entorno y tener interés en aquello que nos explican y transmiten. Asimismo, es bueno compartir alguna actividad concreta para sentirse motivado.

Cambiar las rutinas: Añadir rutinas nuevas a tu día a día, o variar las habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales, incluso se puede probar a elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de los cajones o utilizar los cubiertos con la mano contraria.


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