“Tengo una cicatriz de guerrera en mi pecho, pero también, tengo tatuado un lazo rosa que me recuerda que soy una sobreviviente”. Es así como María del Pilar de 52 años hace referencia al cáncer de mama que le cambió la vida y también al tatuaje que con orgullo luce en su cuello tras haber vencido la enfermedad.
Comenta que antes de que el tumor apareciera en su vida, tenía ganas de hacerse un tatuaje, pero, por diversas circunstancias, nunca se lo realizó. Años más tarde, cuando supo que el cáncer se había ido de su cuerpo para siempre, decidió grabar en su piel ese símbolo que hoy funge como recordatorio de su gran valentía y solidaridad con otras mujeres.
Con una gran sonrisa, comparte que fueron sus hijas quienes la motivaron a hacerse ese tatuaje que tanto había querido y del cual, cada día que pasa se siente dichosa de portar.
“Decidí que quería un lazo rosa en el cuello porque, si yo veo a una mujer de frente le puedo decir cuídate, pero por atrás no las veo, sin embargo, quiero que cuando ellas vean mi lazo se prevengan. Además, luchar contra el cáncer, fue una etapa muy importante en mi vida y definitivamente tenía que llevarlo en mi cuerpo”, comentó.
Antes de que ella pudiera festejar ser una guerrera, tuvo que llorar su propio dolor y el de algunas amigas a las que vio quedarse en el camino.
“El tiempo en el que yo estuve luchando con la enfermedad me tocó ver fallecer a nueve amiguitas. Realmente ha sido muy difícil, hace poco despedimos a tres amigas: Olguita, Candy y Rebeca, uno se siente muy triste porque haces lazos fuertes de amistad con ellas”, agrega.
Durante la charla, una sonrisa radiante se dibuja en su rostro al recordar que el próximo 23 de octubre cumplirá 8 años de ser diagnosticada y que, gracias al apoyo de su familia, amigos y especialistas del IMSS Puebla, logró superar esta difícil etapa de su vida.
“Yo le digo a mi familia y a los doctores: esta pesadilla ya pasó, el cáncer de mama fue eso, solo una pesadilla a la que se puede vencer si eres fuerte y cuando luchas con amor ante la adversidad”.
Con esta historia de valentía, Pilar desea llegar al corazón de otras mujeres para motivarlas a acudir al médico ante la sospecha de algún síntoma en sus senos, e incluso hacerlo como chequeo de rutina antes de que haya algún indicio.
“Yo las invito a que se toquen. Que sus manos sean sus mejores aliadas y si no saben cómo hacerlo, pregunten a su médico cómo se tienen que explorar, solo así podremos detectar la enfermedad en una etapa temprana”, finalizó.