Para la cruda, por ser un antojito fácil y una forma rápida de salir del apuro de cocinar, las sopas instantáneas son las favoritas de muchos. Pero antes de destaparla para echarla agua caliente, checa lo que le pasa a tu cuerpo cuando las consumes.
Desde que las comemos hasta que las desechamos, las sopas instantáneas pasan por un proceso de digestión en el cuerpo en el que el organismo se queda con los nutrientes necesarios, pero en el caso de estas sopas, durante este proceso, ocurre lo siguiente.
Las sopas instantáneas tienen un alto contenido de sodio y esto altera la presión de la sangre y puede provocar hipertensión. Una sopa instantánea contiene 1,340 miligramos de sodio y una persona con presión arterial alta debe consumir como máximo 1,500 miligramos. ¿Increíble verdad?
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Al ingerirlas existe un riesgo mayor de padecer una enfermedad inflamatoria intestinal e incluso crónica, ya que son un producto ultra procesado.
Debido a sus altos niveles de grasas saturadas y sodio existe riesgo de síndrome metabólico. Esto es porque al promover la presión arterial alta, en consecuencia, aumentan los niveles de azúcar en sangre. Esto afecta al metabolismo sin importar la buena alimentación y el ejercicio.
Estos fideos procesados tardan 5 horas en digerirse, no meses como siempre se ha dicho, pero esto provoca que se expongan al conservador TBHQ (el que ayuda a que los alimentos duren más en los estantes de las tiendas), y esto, a su vez, provoca y dificulta la capacidad de absorber nutrientes de otros alimentos; esto sin olvidar que su consumo frecuente puede ocasionar náuseas, vómitos y delirios.
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Las sopas instantáneas contienen hidratos de carbono y grasas saturadas, que son malos para el corazón. Además, promueven el sobrepeso y la obesidad.
Ahora ya sabes lo que le pasa a tu cuerpo cuando consumes sopas instantáneas.