Un verdadero infierno, es el que actualmente vive Pete Broadhurst, un jubilado de 79 años de Gran Bretaña que, en su deseo de hacerse una cirugía plástica para retocar sus mejillas terminó siendo una pesadilla y víctima de la mala praxis, ahora no puede cerrar los ojos.
La historia de Broadhurst, un pintor y decorador jubilado, ha comenzado a hacerse viral en las redes sociales quien, a través de una entrevista a un medio internacional, compartió la amarga experiencia que vivió en el quirófano.
Los complejos de Pete comenzaron en 1959 cuando se sometió a una cirugía dental que provocó un agrandamiento de sus mejillas y muchos problemas de inseguridad que decidió solucionar a través de una cirugía facial.
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La operación tuvo lugar en el BMI The Priory Hospital el 24 de enero de 2019 y costó 13 mil 170 euros, pues se realizó varias intervenciones: un estiramiento de cuello, una blefaroplastia debajo de los ojos y una rinoplastia.
LAS CONSECUENCIAS
Luego de una operación que duró nueve horas, al otro día fue dado de alta. Todo parecía marchar sobre rieles hasta que empezó a notar que sus ojos estaban muy irritados y llorosos.
“Parecía que me habían golpeado. Fue horrible y no podía cerrar los ojos. Estuve enfermo toda la noche. El día después de la cirugía deseé no haber ido nunca”, aseguró durante una entrevista. Ante esto, los médicos le dijeron que era normal, que solo tenía que esperar a que su cuerpo se acomodara a los cambios y cicatrizara correctamente.
Sin embargo, semanas después de las cirugías estéticas desarrolló una complicación llamada ectropión, que consiste en que no puede cerrar sus ojos completamente cuando parpadea o duerme, lo que le causa irritación. Después de eso, los problemas continuaron, ahora no puede manejar o distinguir las expresiones faciales de las personas. Tampoco puede practicar tiro al blanco, su hobby.
No obstante, en mayo de 2019, el cirujano plástico que lo atendió se ofreció a hacerle una cirugía gratuita para hacerle un injerto de piel en los párpados y solucionar el problema, pero no funcionó.
En este sentido, Pete señaló que todavía no puede cerrar por completo su ojo izquierdo y también tiene problemas en el derecho, además su visión ha disminuido y ya no puede conducir su auto.
Actualmente Pete Broadhurst debe usar gotas para los ojos ocho veces al día, mientras que para dormir tiene que cubrir los ojos con una toalla.
El hombre decidió compartir su experiencia para que las personas lo piensen bien antes de hacerse una cirugía así. “Sea quien sea en quien confíes, incluso un cirujano de primer nivel, ten cuidado porque puede arruinar tu vida”, afirmó Pete Broadhurst.