Mientras los alemanes peleaban por ganar la Segunda Guerra Mundial, en Europa, en este país, y, específicamente en Puebla, los ferrocarrileros y molineros pedían mejoras salariales, la gente protestaba porque el litro de leche llegaría a 50 centavos, había desabasto y reventa de gasolina, una industria dedicada a la producción de comestibles y de muebles, además de demandarse “precio de garantía” por las cosechas.
Para tener una idea de lo que pasaba en aquellos tiempos, había solo una Población Económicamente Activa (PEA) de 331 mil 777 personas en el estado, entre hombres y mujeres, de los que el 86.9 por ciento estaban dedicados a los trabajos de agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca. Solo el 0.18 por ciento trabajaba en minas, petróleo o gas natural, y un 12.8 por ciento estaba en las industrias, que se limitaban a los textiles, metálicos, construcción y elaboración de indumentaria (1).
El profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Marcos Gutiérrez Barrón, relata que en esa época prevalecía la producción agrícola y la industria manufacturera era incipiente todavía en el estado. De hecho, como en el país, la de Puebla era una economía cerrada en la que no era importante la exportación, e incluso, la población urbana era menor que la rural. La clase media no estaba tan acentuada como en la posteridad.
A la par de que en ese momento había una recuperación del salario real (restándole la inflación), iba creciendo el sector sindical por un partido en el poder que pretendía amalgamar a los sectores obrero, campesino y popular, con fines políticos, dice el académico. Hay que decir que la Confederación de Trabajadores de México (CTM) nació en 1938.
Huberto Juárez Núñez, investigador de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), explica que fue la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y la situación postguerra de dicha nación, lo que influyó para el desarrollo industrial en México.
Dice que, aún sin una poderosa industria, ya el estado poblano mantenía prevalencia en la actividad del país: “El perfil, primero exportador, de Puebla, y segundo, industrial, tiene que ver básicamente tanto con los asentamientos textiles tanto del área Atlixco como con la capital. Junto con Jalisco, Estado de México y Nuevo León, (Puebla) se va a constituir en uno de los principales estados en donde se concentraba el Producto Interno Industrial”, añade.
BRASEROS, MANO DE OBRA INFANTIL E INMIGRACIÓN
El profesor Marcos Gutiérrez da algunos esbozos de la economía en Puebla. La industria textil, que recurría a mano de obra de las mujeres de la Sierra Norte y de niños –dada la poca supervisión de derechos laborales—, se sumía en crisis por la industria de la confección, que se alimentaba con telas de importación. Los empresarios del sector se convirtieron en simples comerciantes y no en productores, añade Juárez.
María Teresa Ventura (2), de la BUAP, dice que, de 1940 a 1965, prevaleció la producción de algodón en Puebla. En este periodo, el estado perdió trascendencia industrial con “una planta productiva atrasada y poco diversificada”. Se empezaron a cerrar fábricas en zonas donde antes florecía el sector (La Constancia, El Porvenir y otras cerca del río Alseseca).
El autor Jorge Durand, en sus estudios con Princeton University (3), recuerda que, de 1942 a 1964, Estados Unidos efectuó un Programa de Braceros, que consistía en la entrada legal de trabajadores mexicanos a territorio norteamericano para emplearse en actividades agropecuarias, ferrocarrileras y mineras.
Uno de los datos disponibles es que, tan solo entre enero y junio de 1943, hubo 304 braceros de Puebla contratados en Estados Unidos. Algunos lugares de destino fueron Arizona, California, Illinois, Michigan, Ohio y Utah.
Aniceto C. Rodríguez fue un poblano que participó en dicho programa. Originario de Huitziltepec, logró ahorrar para su vivienda y, posteriormente, migró hacia la ciudad de Puebla con su familia porque vio mayores oportunidades económicas en el sector comercio. Como él, miles de poblanos emprendieron la llegada a la capital, lo que más tarde significaría la reducción de actividades del campo y el crecimiento urbano de la zona metropolitana.
En 1947, países capitalistas firmaban el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), para suprimir barreras arancelarias, recuerda el libro México Hoy. El país se incorporó décadas más tarde (1986), pero sirvió como marco para facilitar las exportaciones, de las que, después, también el estado de Puebla fue usufructuario.
Mientras eso pasaba, era más notorio el rezago tecnológico de los productores textiles, y la industria del vestido y la confección acaparaba el mercado mexicano. Sin embargo, Puebla mantenía la producción agrícola, referente a hortalizas, flores y aguacate, así como actividades de avicultura, señala Gutiérrez Barrón.
LLEGA LA INDUSTRIA MANUFACTURERA Y LA DEPENDENCIA ECONÓMICA
En agosto de 1962, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos, se firma el decreto para la industria automotriz, recuerda Huberto Juárez, quien dice que, por las facilidades que se dieron al sector y a las trasnacionales, en 1964 se establece en Puebla Volkswagen de México, que tenía oficinas previas en Xalostoc, Estado de México, (establecida como Promexa o Promotora Mexicana de Automóviles).
Llega al estado poblano, recuperando a algunos empleados que habían sido parte de la industria textil –continúa el profesor-.
La inversión fue 100 por ciento alemana. En ese entonces, se estableció que cuando menos el 60 por ciento de los vehículos producidos en México debían tener contenido local, lo que dio paso a la apertura de empresas proveedoras.
Un proyecto que inició con unos 30 trabajadores se consolidó en el estado, el cual era gobernado por Aarón Merino Fernández, quien allanó el camino para la armadora entonces dirigida por Hans H. Barschkis, con personas como Werner Conrad, en el área de producción.
El profesor Huberto coincide en que Merino Fernández fue el Rafael Moreno Valle Rosas de la época, pues a costa de dar diversos beneficios a la trasnacional (como hizo el finado con la empresa Audi, en el año 2013), logró el establecimiento de la misma en Puebla.
De acuerdo a la información de Volkswagen de México, por su 65 aniversario en el país, en 1967 salió de las líneas de producción el primer “vocho”, o Sedán, ensamblado en la planta de Puebla, y en 1970 se empezó a producir el modelo Safari. Para 1971 ya se habían producido 200 mil “vochitos” en el país mexicano.
Brasilia (1974), Caribe (1977), Atlantic o Jetta primera generación (1981), Corsar (1984), Golf y Jetta segunda generación (1987), Derby y Golf convertible (1995), New Beetle (1997), Bora o Jetta quinta generación (2004), Golf séptima generación (2014) y Tiguan (2017) son algunos otros pasos de la fábrica, dados en años subsecuentes.
Datos oficiales, facilitados por el profesor Juárez, reflejan que el PIB de Puebla, de la división manufacturas y, específicamente de la industria automotriz, creció de esta manera: 1970: 65 por ciento; 1975: 73 por ciento; 1980: 71.2 por ciento; 1985: 76.8 por ciento; 1990: 71.5 por ciento, y 1995: 79.9 por ciento.
A nivel nacional, este fue el crecimiento del PIB: 1940 a 1954, del 5.8 por ciento; 1955 al 1961, del 5.9 por ciento, y del 1962 a 1970, fue de un 7.6 por ciento, ya con la industria automotriz instalada.
Se tiene que, desde la década de los 70, la participación de Puebla en el PIB nacional alcanzó las siguientes cantidades: 1970: 3.24 por ciento; 1975: 3.22 por ciento; 1980: 3.24 por ciento; 1985: 3.27 por ciento; 1988: 3.10 por ciento, y 1993: 3.22 por ciento.
Uno de los hechos que marcaron la historia económica del estado fue la inauguración del aeropuerto internacional, en 1985.
IED, REMESAS E INDUSTRIA, MOTORES DEL ESTADO
Aunque durante la década de los 90, el estado logró generar una dinámica distinta por el aumento de fuentes de trabajo (6 por ciento gradual), apertura de bancos y efecto multiplicador en sectores como el comercio, también se hizo una economía más vulnerable por la dependencia con Norteamérica. Ello, reflexionan los académicos entrevistados, afectó al estado en el año de 1994 por la crisis hipotecaria.
Con la caída del PIB en Estados Unidos, las compras se redujeron de manera importante, lo que consiguió como efecto la pérdida del poder adquisitivo.
Huberto Juárez y Marcos Gutiérrez coinciden en que la época de los 80 y 90 fue preponderante para una mayor dependencia de la economía poblana con el extranjero, tanto por las exportaciones automotrices como por el aumento de Inversión Extranjera Directa (IED). Más tarde, por la participación de las remesas en el PIB estatal.
Datos del INEGI dan una idea de cómo creció la IED para el estado. En 1989 apenas llegaron 10.1 millones de dólares, mientras 8 años más tarde, en 1997, el flujo de capital extranjero inyectado en Puebla ascendió a 379.3 millones de dólares. Esto, de acuerdo a datos de la Secretaría de Economía.
Las remesas, que son recursos enviados por los connacionales radicados en otros países, representaron un promedio de 4.2 por ciento del PIB, de 2003 a 2016.
Un signo de cómo ha evolucionado la situación laboral en el estado es que en la actualidad hay una Población Ocupada de 2 millones 777 mil 999 personas, de las cuales, el 19.1 por ciento laboran en el sector primario (agricultura y ganadería), es decir, 530 853. El sector secundario (industria, minería y construcción) pasó a un 27.4 por ciento de la población ocupada, y el terciario (servicios) a un 53.19 por ciento.
Ello implica que, mientras en los 40, una mayoría se dedicaba a las actividades relacionadas con el campo, en la actualidad prevalece el comercio.
En la historia reciente, la industria automotriz sigue presente en el estado. Sobre todo, por la llegada de Audi México, en 2013. El exgobernador Moreno Valle logró la atracción de la inversión de mil 300 millones de dólares, con exención de impuestos por 10 años, especulación con los predios, edificación de las plataformas con dinero público, entre otras características.
Hoy en Puebla hay 19 parques industriales y todavía existen 3 reservas de uso de suelo industrial, para seguir ampliándose.
Recién ha habido problemas de incertidumbre económica, por la situación política y el contexto automotriz internacional (con el presidente estadounidense Donald Trump presionando a las grandes armadoras de autos para que instalen sus fábricas en su país), aunque el sector obrero se mantiene positivo ante cuestiones como el aumento al salario mínimo, que es de 102.68 pesos, programas gubernamentales y la recién aprobada reforma laboral.
FUENTES:
(1) Datos de la Secretaría de la Economía Nacional, Dirección General de Estadística. Sexto Censo de Población 1940.
(2) La Industrialización y El Sector Textil en Puebla, 1835-1976. María Teresa Ventura Rodríguez, BUAP.
(3) Mexican Migration Project. Princeton University. Jorge G. Durand
(4) La globalización de la economía mundial. Principales dimensiones en el umbral del siglo XXI. Jaime Estay, Alicia Girón y Osvaldo Martínez.