El cambio climático y la pesca ilegal han ocasionado que disminuya drásticamente la existencia de especies del mar y de agua dulce que son de interés comercial, como es el caso de la carpa, la trucha, el langostino, la jaiba y el huachinango. Esta situación no solo afecta a los estados que se encuentran en las costas del país, sino también a aquellos que tienen un gran potencial en la distribución y comercialización, como es el caso de Puebla, donde el volumen del producto que llega ha bajado hasta un 50 por ciento.
Empresarios poblanos del sector exponen que, en un año, de 2022 a 2023, la cantidad de productos del mar que recibieron en sus establecimientos cayó a la mitad, y añaden, no sin preocupación, que los precios crecieron desde 25 hasta 120 por ciento.
Esta situación ha orillado a pescaderías, marisquerías y a los propios restaurantes de la entidad a reestructurar sus platillos y productos que ofrecen al público, es decir, han optado por dejar de vender lo que está escaso y meter en su oferta aquello con mayor disponibilidad, pues con esto evitan pérdidas económicas, así como aumentos de precios.
Incluso se están creando granjas pesqueras locales para mantener el abasto de las especies, pues de esta manera se cultiva en estanques una gran diversidad de peces de agua dulce y salada para no depender en su totalidad de los mares, ríos o lagos.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), del año 2022 al 2023 en el país ha disminuido la captura de al menos 10 vertebrados que son altamente consumidos por la población.
Estos son la carpa, con un -59 por ciento; la trucha, con un -36 por ciento; el langostino, con un -35 por ciento; la mojarra, con un -33 por ciento; el abulón, con un -32 por ciento; la jaiba, con un -22 por ciento; el huachinango, con un -21 por ciento; la sierra, con un -19 por ciento; la langosta, con un -16 por ciento, y la lisa, con un -15 por ciento.
Roberto de la Garza de los Santos, ex delegado de pesca de la extinta Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), afirma que el cambio climático es el principal factor que ha ocasionado la disminución de las especies, pues han bajado los niveles de agua y ha aumentado su temperatura, ocasionando una inestabilidad en la vida de los mares, ríos y lagos.
Desde su experiencia como biólogo, estos efectos son irreversibles, por lo que las consecuencias en las especies que ahí habitan continuarán en ascenso, hasta el grado de llevarlos a desaparecer.
Otro factor que ha ocasionado la reducción de las especies acuáticas es la pesca ilegal, lo cual se refiere a que las personas no respetan los periodos de veda, que son indispensables para que los animales se sigan reproduciendo.
“Me atrevo a decir que la existencia de algunas especies se ha reducido de manera drástica, como consecuencia del cambio climático y de la pesca ilegal. Las más afectadas son todas aquellas de interés comercial, como pueden ser todas las que tienen escamas”, precisa.
En Puebla la llegada de producto bajó 50%
Ante la situación que presenta el sector pesquero a nivel nacional, en el estado de Puebla la llegada de los productos arriba enlistados disminuyó en un 50 por ciento durante el año 2023.
De acuerdo con Marcos Julio Garita Alonso, propietario del negocio “La Almeja” y uno de los mayores distribuidores de pescados y mariscos en la entidad poblana desde hace 60 años, antes del 2023 recibían en promedio 50 toneladas de producto a la semana, sin embargo, el año pasado esa cifra cayó a 25 toneladas.
El empresario explica que el volumen total de especies que se extraen de las aguas es distribuido en todo el territorio nacional, siendo los lugares céntricos, como el caso de Puebla, uno de los últimos en surtirse y en menores cantidades.
“Puebla se ha caracterizado por tener una buena actividad comercial de estos productos, sin embargo, la poca existencia de algunas especies ha mermado nuestro mercado (…) Imaginemos que se trata de un pastel que se hace en los puertos, sus rebanadas se van repartiendo a Orizaba, Córdoba, Tlaxcala y cuando llega a Puebla, ese pastel ya va a más de la mitad, por lo que nuestra distribución ha bajado”, subraya.
Esta situación ha hecho que los peces que se encuentran escasos incrementen su precio, pues este se estipula, como cualquier otro producto, bajo la ley de la oferta y la demanda.
Enrique Velázquez, distribuidor de pescados y mariscos, revela que tan solo en el último año el kilo de sierra se encareció en un 120 por ciento, pues pasó de 50 a 110 pesos; el robalo, un 48 por ciento, al escalar de 135 a 200 pesos, y el huachinango, un 25 por ciento, de 200 a 250 pesos.
“Hay especies populares de consumo regular que están desapareciendo. Las pocas que llegan están caras; lamentablemente los peces no tienen un precio oficial, por lo que están sujetos a la oferta y la demanda”, expone.
Con el fin de no encarecer tanto sus precios, José Luis Garita Alonso, dueño del establecimiento denominado “La Parguita Reyna”, comparte que han buscado alternativas para que los clientes no se vean afectados y, a su vez, sus ventas continúen de manera normal.
Están sustituyendo los productos escasos y caros por otras especies con mayor oferta, como es el caso del filete de pescado, mojarras de granja, camarones y ostiones.
“Si algo que estaba en 20 pesos sube a 50, es lógico que la gente ya no va a comprar algo que no esté a su alcance, por eso, mejor estamos manejando otros productos que estén más accesibles y, sobre todo, disponibles”, indica.
Restaurantes han tenido que reestructurar sus menús ante la falta de producto
El desabasto de algunos productos acuáticos no solo ha afectado a los establecimientos que se dedican a su venta y distribución, sino también al sector restaurantero, donde se preparan platillos con estas especies.
De acuerdo con Carlos Azomoza Alacio, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), desde el 2023 comenzaron a notar en mayor medida la escasez.
Ante esta situación, se han visto en la necesidad de hacer una reestructura de sus menús para poder ofrecerle a los comensales los productos que están disponibles en el mercado.
Por ejemplo, a este tipo de lugares está dejando de llegar langosta, huachinango y el robalo, por lo que están siendo sustituidos por otras especies con gran oferta, como es el caso del salmón o filetes de pescado.
“A nosotros nos impacta porque hay que hacer toda una reingeniería en las cartas para vender esos productos que sí tenemos de manera constante (…) Nosotros como sector siempre nos hemos caracterizado por ser innovadores y siempre pensamos cómo sacar adelante los problemas. En este caso, si no tenemos un producto, metemos otro”, expresa.
Por su parte, Felipe Mendoza Torres, director de la Asociación Poblana de Restaurantes y Prestadores de Servicios (Aprepsac), dice que esta reestructura en los menús también ayuda a que no suban de precio los platillos que tienen como insumo principal a las especies marinas.
“Si hay desabasto de algún producto obviamente subirá su precio y nuestros clientes se verán afectados, pero nosotros antes de pensar en aumentar nuestros costos, buscamos otras alternativas”, aclara.
El empresario pide la comprensión de todos los comensales para que no se molesten en caso de no encontrar algún platillo de este tipo, pues, afirma, no es un tema de ellos, sino del mercado pesquero.
Granjas pesqueras, una solución para mantener el abasto
Ante la problemática, Eleazar González Pérez, presidente de la Unión de Propietarios y Distribuidores en el Ramo de Pescaderías y Marisquerías, da a conocer que el sector ha comenzado a implementar medidas para mantener el abasto del producto en la entidad poblana.
La más importante es la creación de granjas pesqueras, es decir, cultivar en estanques una gran diversidad de especies de agua dulce y salada para no depender en su totalidad de las costas de México.
En el estado de Puebla esta estrategia aún no alcanza el nivel de madurez necesario para combatir al 100 por ciento el problema, pues apenas se producen pocas especies de agua dulce, como es el caso de mojarra, trucha, bagre, carpa y tilapia.
No obstante, el empresario asegura que ya se está trabajando y pidiendo el apoyo de las autoridades federales y estatales para hacer crecer las granjas, a tal grado de poder cultivar especies marinas.
“Esto es una gran solución para seguir llevando productos al mercado. Aún estamos en pañales si nos comparamos con otros países, como China, pero estoy seguro que ya no tardamos en ponernos a la par de ellos”, pronostica entusiasmado.
Otras alternativas que se están llevando a cabo es la inversión para instalar cámaras frigoríficas con el fin de almacenar el producto cuando haya mucha producción de especies y comercializarlas durante los periodos de desabasto.
Asimismo, se han impulsado capacitaciones para el pesquero, productor y distribuidor, con el fin de que fortalezcan sus actividades relacionadas con la captura, cría, conservación, transporte y venta.
González Pérez destaca que aunque estas medidas son de mucha ayuda, aún falta mucho por hacer, por lo que exhorta a las autoridades federales para que impulsen una serie de legislaciones que ayuden al sector, principalmente durante la pesca, pues de ahí viene el problema.
Como ejemplo sugiere que pueden implementar medidas que contengan sanciones para todos aquellos que no respeten la veda de las especies y sobre exploten la vida marítima.
“A manera de reflexión, solo quiero decir que es real cuando decimos que muchas especies ya no están llegando como antes. Esto es un trabajo que involucra a todos, por eso, también necesitamos mucho apoyo del gobierno”, concluye.