En el taller de lavaderos González, estos objetos son fabricados cien por ciento a mano, un trabajo artesanal que esta familia ha heredado de generación en generación.
Pese a estar activos durante décadas en el mercado, en estos dos últimos años se han visto afectado por la crisis de la pandemia por Covid-19, por lo que han tenido disminución de sus ventas hasta en un 80 por ciento, lo que les ha orillado también a reducir parte de su personal.
En un recorrido realizado por El Sol de Puebla a esta fábrica, ubicada en la colonia Chapultepec, el señor Pablo González Ramos, con 30 años en el oficio, nos mostró el proceso de elaboración junto con su suegra, Estela Colotla Rodríguez, quien trabaja con ellos a pesar de tener 72 años de edad.
Para la elaboración de estos productos, se comienza con el aceitado del molde, posteriormente se prepara la mezcla con arena, cal y cemento (blanco y gris), después se rellena y se lo coloca un tapón de plástico en el orificio donde saldrá el agua y se deja secar durante dos días, para después pulirlo y sacarle el granito.
Los artesanos señalan que actualmente se ha incrementado mucho el precio del cemento, puesto que antes el bulto de 25 kilos costaba 150 pesos y ahora vale 220, por lo que se han visto obligados a elevar el precio final de los lavaderos.
Ellos fabrican diez diferentes tamaños y los precios van desde los 400 a los 800 pesos, según el modelo, para después venderlos en casas de materiales y ferreterías, donde se tratan de otorgar precios competitivos.
Otra de las novedades es la fabricación de lavaderos en miniatura, los cuales son utilizados como ceniceros o para recuerdos que se dan en las fiestas de 3 años, bautizos y demás.
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