El sector restaurantero y de banquetes en el estado de Puebla perdió la esperanza de incrementar sus ventas en la época decembrinas donde esperaban una gran demanda de pedidos y eventos sociales.
Lo anterior, debido a que la entidad poblana pasó de color amarillo a naranja en el semáforo epidemiológico, lo que representa un nivel alto de la propagación del virus SARS-CoV-2.
Con esto, las medidas impuestas por el gobierno del estado serán más estrictas a fin de preservar la salud de los ciudadanos y buscará estrategias que permitan la reactivación económica responsable.
Al respecto, Olga Juárez, presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) Puebla, mencionó que el número tan acelerado de contagios provocó que se perdieran todas las expectativas de ventas para diciembre.
“Sin duda vamos a tener afectaciones y lamentablemente este año no se podrán realizar eventos. Aunque sean pequeños eso nos iba a ayudar. (…) Esto provocará que nuestras ventas bajen aún más, si en semáforo amarillo estábamos manejando un 40 por ciento en comparación del año pasado, ahora serán del 30 por ciento. (…) Los más afectados serán los micronegocios y pequeños”, mencionó.
Al respecto, adelantó que aún no se tiene previsto el cierre de más empresas y tampoco la pérdida de empleos; sin embargo, los trabajadores tendrán que ser descansados más días de la semana.
“Los colaboradores ya tenían su semana completa de trabajo y ahora con esta situación tendrán que sacrificar dos o tres días de trabajo. Es importante aclarar que no van a perder su trabajo”, agregó.
Ante tal situación, Aldo Nava, dueño y fundador de la empresa de banquetes “Papadzul”, dio a conocer que los pocos pedidos que le encargan son para un máximo de 10 personas.
“El año pasado tenía tres pedidos por semana y eran hasta para 100 personas, pero ahora tengo muy pocos encargos y el máximo es de 10 platillos. (…) La situación de retornar a semáforo naranja provocará que mis ventas caigan hasta en un 70 por ciento”, mencionó.
Desde que inició el confinamiento en la entidad poblana, Aldo cerró su negocio y se dedicó a las ventas a domicilio; sin embargo, el alza en los contagios provocó que aún no tenga una fecha de apertura.
“Ya no sé si abrir mi restaurante, porque el lugar es para 100 personas y el que tenga solo 30 no conviene tanto. (…) Quería hacer una inversión para la apertura pero ya no va a hacer posible porque podría perder lo poco que gano entregando a domicilio”, finalizó.
Por su parte, Mari Lezama, dueña del restaurante “La Herencia de Mamino”, informó que sus ventas cayeron en un 90 por ciento en comparación con las registradas en el 2019.
“El año pasado teníamos pedidos de tres banquetes por día durante todo el mes de diciembre y eran para 100 personas, pero ahora tenemos unos cuantos pedidos para un máximo de 15. (…) La situación del semáforo naranja podría provocar que nos cancelen o disminuyan el número de pedidos”, acotó.
La emergencia sanitaria generó que Mari Lezama cerrara una de sus dos sucursales que ya tenía abiertas al público y frenó la idea de aperturar una más el pasado 15 de noviembre.