Si por alguna situación económica imprevista ya no se tiene la capacidad de pagar algún crédito solicitado ante una institución financiera, los bancos pueden utilizar distintas formas para llegar a un acuerdo y recuperar su dinero.
Uno de esos métodos son las quitas, las cuales son un convenio en el que el deudor se compromete a pagar un porcentaje de su deuda y el acreedor renuncia al resto del capital que prestó.
Esto puede sonar muy interesante, sin embargo, podría provocar afectaciones en el historial crediticio en un futuro, pues al final no se está pagando los intereses que les correspondía.
Al cubrir los pagos a través de quitas, el banco emite ciertas acotaciones al Buró de Crédito, en el que describe la forma en que se liquidó una deuda, que afectan en distintos niveles.
Estas anotaciones pueden ser que se el deudor solo pagó una parte de la deuda total, por lo que dejará de ser sujeto de crédito para la mayoría de las instituciones bancarias.
También se encuentra la leyenda de convenio de finiquito o pago menor, que quiere decir que se liquidó una deuda por medio de una quita y también se dejará de ser sujeto de crédito mientras esto aparezca en su historial crediticio.
¿CUÁNDO SALDAR DEUDAS A TRAVÉS DE UNA QUITA?
De acuerdo al banco BBVA, uno de los momentos más recomendables para recurrir a las quitas es cuando una deuda es impagable, es decir, cuando ya se buscaron todas las soluciones posibles y no se cuentan con los recursos para abonar ni lo más mínimo de la deuda.
También es ideal cuando la deuda sobrepasa sus ganancias, o también al no poder utilizar créditos secundarios o fondos de ahorro para ir realizando los pagos correspondientes.
Es importante saber que, una vez que se solicita una quita para liquidar las deudas, no se podrá gozar de créditos ni préstamos en los próximos seis años hasta que se logre sanear el historial crediticio en el buró.