El Patio de San Luis es uno de los restaurantes más viejos del Centro Histórico y al igual que muchos comercios que se encuentran en la capital, están pasando por una situación económica muy difícil. El dueño de este lugar, Julio Silva, aceptó que no esperaban que la contingencia se prolongara un mes más y teme que no pueda solventar sus servicios, así como el pago de sus trabajadores.
A diferencia de otros negocios que se encuentran en el núcleo de la ciudad, este restaurante sigue abierto, pero Julio aceptó que ya no es redituable, todas las ganancias que se generan durante el día se están ocupando para pagar a los trabajadores, que representan alrededor de 10 familias.
De los 90 comensales que solían registrar al día (previo a que se anunciara la contingencia), esta última semana sólo llegaron a cinco por día. “Yo sigo abriendo porque no creo poder mantener a mis empleados sin trabajar, no podré estirar, a la larga yo no voy a poder, ya estoy pensando qué voy a hacer en mayo cuando no ha terminado ni siquiera abril”, comentó.
En entrevista con este medio, explicó que otros restaurantes pueden cerrar temporalmente con la confianza de que seguirán pagándole a sus trabajadores, pero este no es su caso y en últimos días ha tenido que ocupar “sus ahorritos” para hacerle frente al coronavirus.
Actualmente en este restaurante trabajan jóvenes estudiantes como meseros, que cobran por día y también laboran madres de familia en la cocina, a los primeros como son trabajadores eventuales les ha pedido que trabajen menos días y así ha podido ayudarse económicamente.
“Las señoras son muy cumplidoras y por eso a nadie despedí, lo único que hice fue generar una mecánica diferente, como poner más descansos, en parte también para que se cuiden y no salgan tantos días de sus casas”, comentó.
En su opinión, el “quédate en casa” y la sana distancia sí la están cumpliendo los poblanos, ya que los sábados y domingos que eran los días con más gente, ahora son los días más escasos de comensales. Sus gastos los ha sacado adelante gracias a las pocas personas que acuden entre semana.
En suma, también le afectó que cerraran la Plaza de la Computación, la plaza La Victoria y algunos comercios fijos del Centro Histórico, ya que los trabajadores de estos negocios son los que acudían frecuentemente a comer.
Julio pidió a los comerciantes, empresarios, así como restauranteros que estén en su misma situación, que no tiren la toalla y que sean buenos administradores. “Primero encomiéndese a Dios y pidan fuerzas, lo segundo es que le echen ganas y si está en sus posibilidades económicas cierren porque está en la obligación de todos cuidarnos”, concluyó.