/ sábado 9 de octubre de 2021

Trabajadoras informales de Puebla, con bajos salarios e inseguridad laboral

En la entidad, el 68.9 por ciento de las mujeres ocupadas se desempeñó en un trabajo informal durante el primer semestre de 2021

Desde vendedoras ambulantes y comerciantes, hasta trabajadoras del hogar o en negocios familiares, en el estado de Puebla el 68.9 por ciento de las mujeres ocupadas se desempeñó en un trabajo informal durante el primer trimestre de 2021. Ahí las mujeres están expuestas a salarios bajos, así como a la falta de seguridad laboral y de prestaciones conforme a la ley como los seguros de salud.

Una de ellas es Gloria Vázquez, quien después de quedarse sin empleo derivado a la crisis económica por la aún vigente pandemia de la Covid-19, buscó una nueva fuente de ingresos para poder salir adelante, por lo que decidió dedicar su día a día a la venta de ropa, calzado, maquillaje y bisutería a través de redes sociales.

Aunque reconoció que ahora es dueña de su tiempo, las desventajas a las que se enfrenta por ser una persona con empleo informal son “de impacto”, empezando por la falta de un salario fijo y por ende la incertidumbre de un ingreso variable.

“Esta crisis nos demostró que es más importante darle tiempo a la familia, definitivamente los ingresos son muy diferentes, además, me ha llevado tiempo abarcar un poco lo que ganaba antes a lo que gano ahora, se siente la diferencia, pero ahí vamos”, platicó.

De acuerdo con México ¿Cómo Vamos?, de enero a marzo del año en curso (cifra más actualizada), el 43.9 por ciento de personas con bajos ingresos fueron del sexo masculino y el 47 del femenino, esto quiere decir que por cada hombre que obtiene un sueldo inferior al costo de la canasta básica, hay 1.16 poblanas en la misma situación.

En voz de Alfredo García, sociólogo y académico del Instituto Tecnológico de Monterrey, las mujeres que se incorporan a la economía informal no lo hacen por elección, sino como consecuencia de la falta de oportunidades en la economía formal y por desempeñar otros roles establecidos por la sociedad, como lo son las tareas del hogar.

Tal es la situación de Reyes Rodríguez, una mujer que, junto con una de sus hijas, se dedica a la elaboración y venta de tacos desde hace más de 30 años en una de las principales calles de la capital poblana. “La Güera”, como es conocida por los consumidores, dedica las primeras horas del día a su negocio, para que, antes de que se oculte el sol y terminar con las ventas, pueda cambiar de rol y convertirse en maestra y empleada doméstica.

“Paso más de cuatro horas en la cocina para después venir a vender con mi hija aquí en el puesto, nos retiramos como a las cinco pm y nos toca convertirnos en maestras para ayudar a la tarea y las clases virtuales; también hacemos los trabajos del hogar, nunca dejamos de trabajar. La pandemia sí nos afectó, las ventas bajaron, los ingresos disminuyeron, por eso decidimos poner otro negocio aquí a un lado para vender cosas de belleza y poder sacar algo de dinero”.

Según el economista y docente de la UPAEP, Anselmo Chávez Capó, aunque se puede creer que las personas en la informalidad pueden tener un ingreso mayor, la realidad es que el ingreso se ve mermado al destinarlo a medicamentos, gastos relacionados con educación, entre otros, a tal grado de transformarse en menos de la mitad de lo obtenido.

Con este contexto, el economista aseguró que existe una relación entre el empleo informal y la pobreza laboral, debido a la falta de prestación en materia social.

En este sentido, según datos de la organización y periodo de tiempo ya referidos, en el estado la pobreza laboral afecta más a las mujeres que a los hombres, debido a que la pobreza laboral registrada en mujeres fue de 47 por ciento, y en hombres de 43.9 por ciento.

Lo anterior afecta a los poblanos, pues no ganan el suficiente dinero para comprar los productos de la canasta básica para satisfacer sus necesidades.

DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA LABORAL

De acuerdo con Anselmo Chávez, el empleo informal es toda actividad o servicio que se mantiene “oculto” sobre la administración del Estado, trayendo consigo desigualdades con el empleo formalmente establecido.

Según la plataforma Data México, en el primer trimestre de 2021 Puebla tuvo 2 millones 777 mil 798 personas ocupadas, de las cuales 37.3 por ciento fueron mujeres y 62.7 por ciento, hombres. En el caso del sexo femenino, la fuerza laboral por ocupación más alta fueron las trabajadoras domésticas, con el 10 por ciento.

Una de ellas es Teresa Díaz, trabajadora del hogar desde hace 10 años. Actualmente labora tres días a la semana en diferentes casas para llevar sustento a su hogar, sin embargo, al estar sumergida en un ambiente de informalidad, no cuenta con seguridad social por lo que el pago para la atención médica corre por su cuenta; esto pese a que ya existe un programa piloto en el país para garantizarle este derecho.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el 99.5 por ciento de las personas que realizan trabajo doméstico remunerado no tiene acceso a instituciones de salud. Sólo 376 empleadas del hogar están afiliadas a un servicio de salud, es decir 0.29 por ciento, menos del 1 por ciento.

La segunda fuerza fueron las empleadas de ventas, despachadoras y dependientes en comercio, con 9.4 por ciento; seguida de trabajadoras de apoyo en actividades agrícolas, con 6.7 por ciento; las ventas por catálogo acapararon el 2.35 por ciento; las preparadoras y vendedoras ambulantes de alimentos fue de 3.05 por ciento; mientras que la fuerza laboral de vendedoras ambulantes de artículos diversos (excluyendo los de alimentos) acaparó el 1.9 por ciento.

CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO

A decir del economista Anselmo Chávez, el doble rol al que se enfrentan las mujeres, es decir el de empleadas y jefas del hogar, impide el desarrollo profesional de las mismas, además de que el desgaste físico que padecen es mayor.

Destacó que las ganancias que obtienen les sirven para sobrellevar el día a día, y al desempeñarse en un empleo informal no existe un fondo de jubilación ni un sistema de salud que las proteja, adicionalmente de que no poseen una cultura de ahorro ni la posibilidad de hacerlo (debido a que la situación de precariedad lo impide).

Ante este panorama, detalló que en 20 años las personas que ahora tienen 50 años de edad llegarán al final de su vida productiva, es decir entre los 70 y 75 años de edad, la única expectativa que tienen es la pensión del gobierno federal. “Es solo un recurso que va a ayudar a sobrellevar sus años dorados, su vejez sin atención médica y dependiendo de su entorno”.

SITUACIONES DE VIOLENCIA, ACOSO Y DISCRIMINACIÓN

Alfredo García Galindo, sociólogo poblano especialista en temas de género, expuso que el enfrentase a situaciones de acoso o violencia no es exclusivo de la economía informal, pues esto es una constante presente en el día a día de las poblanas.

“En el ámbito del acoso laboral del orden sexual la inmensa mayoría son mujeres, el hecho de esta constancia en ámbitos de trabajo, sean formales o informales, es una constante siempre presente”, abundó.

Gloria fue víctima de acoso a la hora de entregar uno de sus productos. Relató que en uno de los puntos en donde da sus productos, un par de hombres permanecían alrededor de ella con una mirada lasciva y, aunque se cambiaba de lugar, ella era seguida por los sujetos.

“Aunque también me dedicaba a las ventas en mi anterior trabajo, nunca me enfrenté a situaciones de este tipo; ese día la verdad sí me dio miedo, y no es que cambiando de punto de entrega se solucione el problema, es algo a lo que nos enfrentamos sea cual sea el trabajo”.

García Galindo señaló que si se plantea la pregunta sobre si se han vivido situaciones de acoso a un hombre, esta no sería entendida, sin embargo, a una mujer se le replantearía como: “¿cuándo fue acosada?”

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante los ochos meses de este año en Puebla se registraron 32.6 llamadas de auxilio al día por agresiones de género.



Desde vendedoras ambulantes y comerciantes, hasta trabajadoras del hogar o en negocios familiares, en el estado de Puebla el 68.9 por ciento de las mujeres ocupadas se desempeñó en un trabajo informal durante el primer trimestre de 2021. Ahí las mujeres están expuestas a salarios bajos, así como a la falta de seguridad laboral y de prestaciones conforme a la ley como los seguros de salud.

Una de ellas es Gloria Vázquez, quien después de quedarse sin empleo derivado a la crisis económica por la aún vigente pandemia de la Covid-19, buscó una nueva fuente de ingresos para poder salir adelante, por lo que decidió dedicar su día a día a la venta de ropa, calzado, maquillaje y bisutería a través de redes sociales.

Aunque reconoció que ahora es dueña de su tiempo, las desventajas a las que se enfrenta por ser una persona con empleo informal son “de impacto”, empezando por la falta de un salario fijo y por ende la incertidumbre de un ingreso variable.

“Esta crisis nos demostró que es más importante darle tiempo a la familia, definitivamente los ingresos son muy diferentes, además, me ha llevado tiempo abarcar un poco lo que ganaba antes a lo que gano ahora, se siente la diferencia, pero ahí vamos”, platicó.

De acuerdo con México ¿Cómo Vamos?, de enero a marzo del año en curso (cifra más actualizada), el 43.9 por ciento de personas con bajos ingresos fueron del sexo masculino y el 47 del femenino, esto quiere decir que por cada hombre que obtiene un sueldo inferior al costo de la canasta básica, hay 1.16 poblanas en la misma situación.

En voz de Alfredo García, sociólogo y académico del Instituto Tecnológico de Monterrey, las mujeres que se incorporan a la economía informal no lo hacen por elección, sino como consecuencia de la falta de oportunidades en la economía formal y por desempeñar otros roles establecidos por la sociedad, como lo son las tareas del hogar.

Tal es la situación de Reyes Rodríguez, una mujer que, junto con una de sus hijas, se dedica a la elaboración y venta de tacos desde hace más de 30 años en una de las principales calles de la capital poblana. “La Güera”, como es conocida por los consumidores, dedica las primeras horas del día a su negocio, para que, antes de que se oculte el sol y terminar con las ventas, pueda cambiar de rol y convertirse en maestra y empleada doméstica.

“Paso más de cuatro horas en la cocina para después venir a vender con mi hija aquí en el puesto, nos retiramos como a las cinco pm y nos toca convertirnos en maestras para ayudar a la tarea y las clases virtuales; también hacemos los trabajos del hogar, nunca dejamos de trabajar. La pandemia sí nos afectó, las ventas bajaron, los ingresos disminuyeron, por eso decidimos poner otro negocio aquí a un lado para vender cosas de belleza y poder sacar algo de dinero”.

Según el economista y docente de la UPAEP, Anselmo Chávez Capó, aunque se puede creer que las personas en la informalidad pueden tener un ingreso mayor, la realidad es que el ingreso se ve mermado al destinarlo a medicamentos, gastos relacionados con educación, entre otros, a tal grado de transformarse en menos de la mitad de lo obtenido.

Con este contexto, el economista aseguró que existe una relación entre el empleo informal y la pobreza laboral, debido a la falta de prestación en materia social.

En este sentido, según datos de la organización y periodo de tiempo ya referidos, en el estado la pobreza laboral afecta más a las mujeres que a los hombres, debido a que la pobreza laboral registrada en mujeres fue de 47 por ciento, y en hombres de 43.9 por ciento.

Lo anterior afecta a los poblanos, pues no ganan el suficiente dinero para comprar los productos de la canasta básica para satisfacer sus necesidades.

DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA LABORAL

De acuerdo con Anselmo Chávez, el empleo informal es toda actividad o servicio que se mantiene “oculto” sobre la administración del Estado, trayendo consigo desigualdades con el empleo formalmente establecido.

Según la plataforma Data México, en el primer trimestre de 2021 Puebla tuvo 2 millones 777 mil 798 personas ocupadas, de las cuales 37.3 por ciento fueron mujeres y 62.7 por ciento, hombres. En el caso del sexo femenino, la fuerza laboral por ocupación más alta fueron las trabajadoras domésticas, con el 10 por ciento.

Una de ellas es Teresa Díaz, trabajadora del hogar desde hace 10 años. Actualmente labora tres días a la semana en diferentes casas para llevar sustento a su hogar, sin embargo, al estar sumergida en un ambiente de informalidad, no cuenta con seguridad social por lo que el pago para la atención médica corre por su cuenta; esto pese a que ya existe un programa piloto en el país para garantizarle este derecho.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el 99.5 por ciento de las personas que realizan trabajo doméstico remunerado no tiene acceso a instituciones de salud. Sólo 376 empleadas del hogar están afiliadas a un servicio de salud, es decir 0.29 por ciento, menos del 1 por ciento.

La segunda fuerza fueron las empleadas de ventas, despachadoras y dependientes en comercio, con 9.4 por ciento; seguida de trabajadoras de apoyo en actividades agrícolas, con 6.7 por ciento; las ventas por catálogo acapararon el 2.35 por ciento; las preparadoras y vendedoras ambulantes de alimentos fue de 3.05 por ciento; mientras que la fuerza laboral de vendedoras ambulantes de artículos diversos (excluyendo los de alimentos) acaparó el 1.9 por ciento.

CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO

A decir del economista Anselmo Chávez, el doble rol al que se enfrentan las mujeres, es decir el de empleadas y jefas del hogar, impide el desarrollo profesional de las mismas, además de que el desgaste físico que padecen es mayor.

Destacó que las ganancias que obtienen les sirven para sobrellevar el día a día, y al desempeñarse en un empleo informal no existe un fondo de jubilación ni un sistema de salud que las proteja, adicionalmente de que no poseen una cultura de ahorro ni la posibilidad de hacerlo (debido a que la situación de precariedad lo impide).

Ante este panorama, detalló que en 20 años las personas que ahora tienen 50 años de edad llegarán al final de su vida productiva, es decir entre los 70 y 75 años de edad, la única expectativa que tienen es la pensión del gobierno federal. “Es solo un recurso que va a ayudar a sobrellevar sus años dorados, su vejez sin atención médica y dependiendo de su entorno”.

SITUACIONES DE VIOLENCIA, ACOSO Y DISCRIMINACIÓN

Alfredo García Galindo, sociólogo poblano especialista en temas de género, expuso que el enfrentase a situaciones de acoso o violencia no es exclusivo de la economía informal, pues esto es una constante presente en el día a día de las poblanas.

“En el ámbito del acoso laboral del orden sexual la inmensa mayoría son mujeres, el hecho de esta constancia en ámbitos de trabajo, sean formales o informales, es una constante siempre presente”, abundó.

Gloria fue víctima de acoso a la hora de entregar uno de sus productos. Relató que en uno de los puntos en donde da sus productos, un par de hombres permanecían alrededor de ella con una mirada lasciva y, aunque se cambiaba de lugar, ella era seguida por los sujetos.

“Aunque también me dedicaba a las ventas en mi anterior trabajo, nunca me enfrenté a situaciones de este tipo; ese día la verdad sí me dio miedo, y no es que cambiando de punto de entrega se solucione el problema, es algo a lo que nos enfrentamos sea cual sea el trabajo”.

García Galindo señaló que si se plantea la pregunta sobre si se han vivido situaciones de acoso a un hombre, esta no sería entendida, sin embargo, a una mujer se le replantearía como: “¿cuándo fue acosada?”

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante los ochos meses de este año en Puebla se registraron 32.6 llamadas de auxilio al día por agresiones de género.



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