Eufóricos estuvieron los poblanos durante todo el concierto deCelso Piña, quien desde los primeros minutos de su concierto,logró que todas las almas en el Auditorio Metropolitano sepusieran a bailar y con cada nota que el experto del acordeóntocó, estallaran en aplausos.
Durante la presentación en esta sede como parte de la clausuradel Festival Internacional Cinco de Mayo, el regiomontano habló delas bondades de la gastronomía poblana y celebró el hecho deformar parte de este evento.
Macondo, fue una de las primeras interpretaciones con suacordeón sobre la cual recordó al autor de “Cien Años deSoledad”, Gabriel García Márquez y aseguró que el escritorsiempre le pidió cantar esa pieza con pasión y más aún,bromeó, cuando estuviera en Puebla.
La Cumbia Campanera y la Cumbia de la Paz fueron otras piezasque el conjunto tocó y los poblanos, de todas las edades, nodudaron en levantarse de sus asientos para bailar con alegría.Todo el foro de llenó de alegría y de ritmo en cuando la notasmusicales salieron del acordeón, las caderas de las mujeres ibande un lado para otro y los pies de los hombres se movían sinparar.
Celso Piña bailaba y se movía por todo el escenario, no dudóen dar autógrafos a orilla del mismo y tampoco en tomarsefotografías con sus fans, aquellos que llegaron muy temprano alforo, con una previa entrega de boletos fueron los afortunados ytuvieron la oportunidad de estar más cerca del regiomontano.
Entrados todos en calor y bailando sin parar los músicos y elpropio Celso Piña invitaron a subir al escenario a un decena depersonas, que no dudó en trepar con tal de convivir con elmúsico.
Todo, arriba, encontraron pareja, los dos más pequeños –deunos siete años de edad- bailaron solos, recibiendo aplausos desus padres quienes los animaron a convivir con los profesionales yaprovecharon para tomar las fotografías, que más tardecompartirían en redes sociales.
Así fue como concluyó el Festival Internacional Cinco de Mayo,con el encuentro de la Siete Regiones por la mañana, Celso Piñaen el Auditorio Metropolitano y Pablo Montero en el Zócalo.