Mañana se lanzará un álbum póstumo de Alberto Cortez, quien desde su reciente deceso dejó atrás un enorme legado de éxitos musicales que traspasaron las fronteras, e incluso lograron construir una estrecha relación con México.
El álbum Alberto Cortez Sinfónico, estará disponible en plataformas digitales para memorar uno de los conciertos más emblemáticos grabado en vivo desde el Auditorio Nacional de la Ciudad de México en 2009, acompañado por la Orquesta Juvenil de Veracruz (OSJEV), y dirigidos por Antonio Tornero, y su pianista Patricio Peña Méndez.
Para el músico y poeta, este magno evento representó su agradecimiento con el pueblo mexicano por su cariño y atención a su música, manifestándose en un acto caritativo de la mano de Alberto Kreimerman, pionero de la Fundación Hermes Music, con quien escribió páginas de amistad, aventuras, viajes, conciertos, eventos altruistas, co-autorías de varias canciones, y un conjunto de producciones.
DEJA HUELLA
Cuando muere una estrella de la escala de Alberto Cortez, la música iberoamericana no deja de llorar, pero con este show en vivo que será rescatado en un álbum digital, el cantautor seguirá siendo recordado por sus populares canciones que se convirtieron en grandes obras, gracias a los sonidos de cuerda, viento y metales que lo acompañaron con la interpretación de más de setenta músicos en escena.
Entre estas canciones, se encuentra Yo no quiero llamarme como me llamo, o Yo voy soñando, un poema de Antonio Machado al que le puso música; Las moscas, La vejez y Siempre hay algo más, que combinó con orquesta y solo acompañando al piano.
En este sinfónico, los aplausos y ovaciones nacen desde la primera actuación hasta la última, evocando la primera vez que llegó a México con un público tan agradecido como en 1969. Por su parte, Qué suerte he tenido de nacer destaca por la misma esencia con la que declamó al recibir el Grammy a la Excelencia Musical en 2007.
Mientras tanto, Callejero, Te llegará una rosa, Mi árbol y yo, o Camina siempre adelante, también forman parte de este gran festín auditivo.
Durante esta audición, Cortez hizo vibrar a un público de diez mil espectadores concentrados en un solo recinto dominado por adultos mayores y algunos veinteañeros. Todo un remanso de paz para los sentidos como para el alma, pasando por Amor desolado y Miguitas de ternura, con las que recibió el aplauso de pie y los monumentales coros que quedaran plasmados para siempre.