Andrés Zuno y Ludwika Paleta se presentaron este viernes con dos funciones en el teatro del CCU de la BUAP con el montaje ochentero “Los hijos también lloran”.
Mucho drama y comedia derrochó la obra, misma que narra la historia de un viajero en el tiempo que trata de descubrir la muerte de su padre.
A través de las telenovelas más emblemáticas de esta década y de canciones de Timbiriche y Flans, el elenco transporta a la audiencia a 1985, fecha en que se encontraron los restos del Titanic; del lanzamiento del disco Rockshow de esta banda liderada por Benny Ibarra; y fecha del terremoto más devastador de México.
Nuestro viajero, interpretado por Andrés, vuelve al pasado para indagar sobre la vida de su madre (Ludwika Paleta), de sus abuelos y, por supuesto, de su progenitor.
El espectador ríe por los recuerdos exageradamente dramáticos de esta época, donde los lloriqueos, las risas y el armarla “de a pedo” por todo estaban a la orden del día.
Hamlet Ramírez, Montserrat Marañón y Pablo Perroni completaron el reparto. Esta tríada de actores interpretó más de dos personajes, los cuales pasaban de la tragedia a las risas.
Una de las actuaciones que más llamó la atención fue la de Hamlet, esposo del personaje de Ludwika, un hombre alcohólico, abusador e incomprendido pero, a la vez, un buen padre, a quien le cuesta demostrar sus sentimientos.
Perroni, por su parte, encarnó al papá de Ludwika: un señor terco, machista y enojado con la vida y con su hija por no seguir los estándares de la mujer en esa época. Mientras que Montserrat dio vida a la madre de la actriz: una mujer abnegada y sumisa.
Paleta, además de actuar, deleitó a los espectadores al cantar un tema, al igual que Zuno, quien interpretó “Solo en mi cuarto”, de Timbiriche.
Aunque “Los hijos también lloran” es mayoritariamente un drama, el elenco sorprende, pues de repente se salen de sus personajes para ser ellos mismos y comentar sobre el guion o cómo se están desenvolviendo, lo cual provoca las risas de la audiencia.
Al final, el montaje hace reflexionar sobre la vida, la que vale la pena disfrutar, porque no sabemos hasta cuándo estaremos aquí.