Luto, es la principal huella que ha dejado la Covid-19 durante este año y medio que ha durado la pandemia en la entidad. Actualmente, la enfermedad originada en Wuhan, China, ha dejado a su paso 14 mil 327 defunciones en el estado de Puebla y de estas, 34 han sido en mujeres embarazadas, 70 en menores de edad y más de 7 mil personas de la tercera edad.
La vulnerabilidad ante el virus ha sido generalizada: hombres y mujeres, desde bebés hasta adultos mayores han padecido los aterradores síntomas que afectan de manera agresiva los pulmones.
Ante la exposición, médicos del sector público y privado siguen al frente de esta batalla para salvar la vida de los poblanos contagiados, e incluso, de pacientes de otros estados que recurren a las manos del ejército blanco para combatir la enfermedad.
En esta lucha, médicos, enfermeras, camilleros y personal de la salud han perdido la vida por salvar la de los demás: un centenar de ellos no lograron vencer el virus. A pesar del riesgo, más médicos se han sumado a esta lucha en la que el virus logró mutar en diversos tipos de cepas, algunas de ellas más contagiosas y agresivas.
Tan solo en la entidad se tiene registro de cuatro de ellas: Alfa, Gamma, Delta, y Épsilon. De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cepa Delta es considerada de las más contagiosas, misma que logró transmitirse rápidamente entre la ciudadanía.
Este factor -aunado al relajamiento social- detonó que la cifra de contagios y hospitalizados fuera en ascenso. A la fecha hay un acumulado de 109 mil 418 casos positivos y 978 hospitalizados, de estos últimos, 130 están en terapia intensiva debido a la gravedad de la enfermedad.
En este contexto tan crítico, la ciencia ha sido el principal aliado para disminuir el impacto de la enfermedad. La llegada de vacunas al país significó un avance para proteger a la población por lo que en Puebla, igual que en el resto del país, se inició con el personal de la salud.
A este sector se sumaron los que -hasta entonces- eran considerados los más vulnerables: los abuelos. Posteriormente el personal de la educación también fue considerado en las jornadas de vacunación. Paulatinamente continuaron con el resto de la población.
A pesar de las consecuencias visibles, un porcentaje de la sociedad no acató las medidas implementadas por las autoridades sanitarias. Incluso, los propios médicos se han dicho decepcionados en reiteradas ocasiones al ver que, pese a su esfuerzo, hubo quienes relajaron las medias al grado de hacer fiestas clandestinas, pese al riesgo de contagio.
En este escenario, el Semáforo Epidemiológico -implementado por la federación- se ha mantenido como la principal herramienta para regular las actividades recreativas y económicas del país. De manera específica, Puebla alcanzó niveles alarmantes del riesgo epidemiológico, por lo que en algunos meses fue catalogado en el color rojo, es decir, en el riesgo máximo de la pandemia.
La disminución de actividades en la industria del entretenimiento, restaurantero y empresarial significó un duro golpe a la economía.
La pérdida de empleos, el aislamiento social, el fallecimiento de seres queridos y los gastos económicos derivados por temas de salud, repercutieron significativamente en el aspecto emocional.
Tan solo en los primeros seis meses de este año se contabilizaron mil 129 casos de depresión en Puebla, la mayoría de ellos asociados principalmente a la situación que se vive por la pandemia y que se mantienen activa.
El impacto de la Covid parece no tener fecha de culminación, por lo que algunos padres de familia han recurrido a la solicitud de amparos para que les apliquen la vacuna a sus hijos.
Aunque a la fecha la OMS no ha dado autorización para usar alguna vacuna en infantes.