Parecía que Nuria vivía la vida de ensueño, casada con un hombre “influyente”, tres hijos maravillosos, pero detrás de la puerta la verdad era otra. Su ex pareja no la dejaba trabajar, no la dejaba salir, la controlaba económicamente y hasta le instaló un GPS en el coche para saber en dónde se encontraba cada minuto del día.
Cuando ella decidió separarse, este hombre se negó a darle pensión alimenticia a sus hijos de manera total y al mismo tiempo, le prohibió a Nuria salir a buscar trabajo porque si lo hacía, le iba a quitar la custodia “por no ser buena ama de casa”.
Desde ese momento, hay un pleito legal que no ha finalizado, pues, aunque él paga la colegiatura, no brinda más recursos para que los menores tengan una mejor calidad de vida. Él ha comprado abogados para que lo beneficien legalmente y ella teme por su vida, pues su ex pareja es un hombre que “se codea” con hombres de poder.
“Tuvimos una relación antes de casarnos, pero terminamos porque era alcohólico, lo dejó, regresamos y nos casamos. Todo iba bien o yo creía que iba bien, en mi luna de mi miel mi abuela me dio de regalo dinero, pero él me lo quitó y dijo que cuando regresáramos me lo iba a dar y eso no sucedió, argumentó que con eso pagó el viaje, pues no tenía por qué pagarme algo así. Ahí empezó todo y esa fue la primera señal”, recordó.
El hombre argumentó que ella iba a tener todo y que no era necesario que trabajara, pero al pedirle recursos, le exigía facturas de todo y si él se iba de viaje le recortaba el dinero. Ella no podía irse con sus amigas a tomar el café u otra actividad recreativa y también empezó a molestarse que se arreglara, cuando ella siempre ha disfrutado “verse bonita” para sí misma.
“Él no me dejaba ir al doctor, poco después que nos casamos me dijo que no me iba a pagar el doctor general, el dentista, ni el ginecólogo. Con él no tuve seguro, mejor mi papá me tuvo que comprar uno y los partos fueron gracias a mi papá”, agregó.
Cuando inició el proceso de divorcio, le dije que era el inicio de un infierno
Como “le medía el dinero” ella empezó a vender pasteles para ganar recursos extra, pero su ex esposo contrató a personas para seguirla mientras no estaba en su casa. Incluso instaló un GPS en su vehículo para monitorearla todo el día. “Me daba igual si me seguía, yo sabía que no hacía nada malo, pero fue un acoso insoportable”, comentó.
Como se da en la mayoría de los casos de violencia, a Nuria se le dificultó salir de ese círculo negativo por muchos años, hasta que la convivencia se hizo insoportable y él la empezó a jalonear cada vez que discutían. El matrimonio duró 15 años y buscó a un abogado para que la ayudara a divorciarse.
Cuando se divorció, este hombre le anunció que era el inicio de su infierno y lo cumplió, pues desde hace dos años, arrancaron una pelea legal que no ha concluido. Inclusive, él ha querido quitarles a los menores para no pagar pensión alimenticia y quiso sobornar a la psicóloga de Nuria para que dijera que ella “estaba loca” y que “tenía problemas” ante las autoridades, pero la profesional se negó.
Su ex pareja paga la colegiatura, pero no quiere pagar extra argumentando que Nuria debe de darles todo, pero, aunque ya no están juntos, sigue sin dejarla trabajar. Este hombre le exige que los niños lleguen a su colegio en coche, no en taxi o transporte público, pero le quitó a Nuria su vehículo.
Le exige a Nuria que le de comida de cierto tipo a los niños, pero no le da para comprar comida y le dice que debe de estar en su casa atendiéndolos y que, si no puede hacer eso, se los va a quitar, pero al mismo tiempo, no quiere que salga a trabajar, pues para él, buscar empleo significa “irse de piruja”.
Si Nuria quiso hacer público su caso fue porque tiene miedo por su vida, ya que ha recibido llamadas telefónicas amenazándola y en donde le dicen “que le baje”. También porque este hombre siempre la amenaza diciéndole que tiene “muy buenos contactos” y que nada le pasará si a ella le ocurre algo.
Nuria sólo quiere justicia y que sus hijos tengan la pensión que merecen.