Un apoyo incondicional es el que brindan Melitón Hugo Pérez y Evangelina Gasca, dos abuelitos –de diferentes familias- que día con día apoyan desde casa a sus respectivos nietos, orientándolos en sus tareas y quehaceres de estudiantes a través de sus clases en línea.
En esta primera semana de labores, ambos se las han ingeniado para tratar de hacer equipo con sus pequeños y así poder cumplir con la encomienda que a diario les ponen sus profesores.
Paciencia, es la palabra clave de Melitón Hugo Pérez, un pensionado de 73 años que cuida de sus dos nietas: una de año 7 meses y otra de 10 que actualmente se encuentra cursando el 6º grado de primaria, de una escuela pública.
“Hay que tener paciencia, mucha paciencia porque pues a mi edad, ya con los años que tengo el convivir con chiquitos se me ha hecho un poco difícil, pero lo que me ha ayudado es que no son niñas problema”, confiesa.
Este abuelito reconoció que los tiempos han cambiado, pues entre ambos existe una diferencia de 63 años y un sinfín de experiencias que le hacen recordar aquellos ayeres cuando era estudiante, por lo que, hasta ahorita, no se le ha hecho difícil la labor de echarle la mano en este nuevo sistema de aprendizaje, a pesar de que no es por televisión, pero si a través de una plataforma en internet.
“No se me ha hecho difícil. Cuando me pregunta a veces le hecho la mano, pero en otras, la verdad es que ya después de tantos años de no practicar, sí se le olvidan a uno ciertas cosas, ahí es cuando ya recurrimos a esperar a sus papás”, argumenta.
Por su parte, Evangelina Gasca es una ama de casa de 56 años, que por las mañanas -y gran parte de la tarde- cuida a su nieto de 3 años que este ciclo pasó a 2º de preescolar. A pesar de que sus clases en esta semana solo duraron 30 minutos por día, esta abuelita confiesa que aún batalla un poco con el pequeño, pues aún le cuesta un poco de trabajo adaptarse al nuevo sistema de aprendizaje a través de la web.
“Si ha sido un tanto complicado, no tanto por la situación de usar las redes sociales sino por el pequeño que todavía se distrae mucho y a veces no quiere tomar las clases”, confiesa.
A pesar de esta situación, Evangelina se esfuerza por tenerle toda la atención y paciencia del mundo, pues entiende que está en una edad de descubrimiento.
“Trato de integrarlo a la actividad que hacen, que ahora en esta semana han sido cortas (…) hacen una actividad pequeña y tiene uno que terminarla y reforzar en el transcurso del día”, platica, por lo que en el transcurso del día trabaja con él, no en un horario determinado como lo tendría en la escuela, sino en diferentes momentos para que no se aburra y sobre todo para no presionarlo, pues afirma que a los nietos les gusta estar en casa de los abuelos por el amor y al apoyo que les brindan.
“Siento que no quiero presionarlo porque entonces después ya ni siquiera va a querer venir a la casa de la abuela, entonces, a la escuela la ve como su obligación, pero a la casa de la abuela pues hay que ir con amor”, concreta.
A pesar de ser dos situaciones distintas, ambos coinciden en que disfrutan mucho de esta etapa en sus vidas, pues a diferencia de educar como padres, cuando se es abuelito se tiene la experiencia, la paciencia y sobre todo el tiempo para poder disfrutarlos más.