Frente a la agudización de las sequías en Puebla, agricultores de todo el estado se verán obligados a implementar el cultivo de semillas genéticamente modificadas o bien transitar hacia tecnologías de riego más eficientes antes de que trabajar el campo se convierta en una actividad económicamente inviable para los productores, afirmó Alberto Jiménez Merino, ingeniero en Agronomía por la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh).
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La adopción de nuevas técnicas para almacenar y distribuir de mejor manera los recursos hídricos disponibles definirá la sostenibilidad de la agricultura en los próximos años. En Puebla, sin embargo, existe un rezago en la tecnificación del riego y la diversificación de cultivos, en buena medida debido a la brecha de accesibilidad que acaparan las nuevas tecnologías.
En entrevista con El Sol de Puebla, el agrónomo egresado de la UACh reconoció que la alteración climática y la desertificación jugarán un papel determinante en la conservación de los cultivos insignia de la entidad, como el café, naranja, frijol, cebada, alfalfa, caña de azúcar y maíz, que, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), son los alimentos con mayor superficie sembrada en lo que va de 2024.
Cuestionado al respecto, el experto consideró que el campo mexicano en general enfrenta varios obstáculos que atentan contra su sostenibilidad, como la agudización de las sequías y la disminución de los cauces naturales de ríos y arroyos utilizados para el riego de diversos cultivos. Puebla no es la excepción de esta condición, remarcó Jiménez Merino.
En ese sentido, el especialista opinó que el campo poblano debe adoptar métodos urgentes, como la agricultura de conservación, que consiste en la tecnificación enfocada al uso eficiente de los recursos naturales, o bien la implementación de algunas semillas mejoradas genéticamente para afrontar las condiciones de calor extremo actuales.
Actualmente, la mayoría de productores en el estado carece de los conocimientos y herramientas para implementar estas estrategias. Por ese motivo, el ingeniero agrónomo consideró que la única forma de garantizar la conservación del campo es adoptar políticas públicas enfocadas a dotar de utensilios y técnicas a los agricultores para mejorar la productividad, pero también para recuperar el agua y suelo.
Una investigación publicada por académicas y académicos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en 2023, entre ellos María de los Ángeles Velasco Hernández, doctora en Ciencias por el Colegio de Postgraduados (Colpos), apuntó que el agravamiento de las sequías en las últimas dos décadas en la entidad demanda una mejor planificación del uso de recursos a largo plazo.
Aunado a ello, dicho documento señala que la desertificación aumenta la vulnerabilidad económica y social de los municipios con mayor rezago de la entidad, especialmente las sequías severas, extremas y excepcionales.
Lo anterior debido a que la escasez de agua impacta negativamente en la siembra y cosecha de diversos cultivos. Esta situación desencadena pérdidas económicas, lo que se identifica como un causante directo de la pobreza, migración y otros conflictos por el uso del agua. Esto sin contar la degradación del suelo y la pérdida de la biodiversidad.
En ese tenor, la investigación también menciona que durante la temporada de estiaje se reduce el suministro hídrico, generalmente almacenado en presas y canales. Esta situación tiene un grave impacto en el riego de plantas y semillas. Ante esa situación, se destaca la necesidad de buscar alternativas para implementar un uso eficiente de los recursos disponibles, tal como sugiere el ingeniero Jiménez Merino con la ejecución de la agricultura de conservación.
De acuerdo con datos abiertos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), hasta el corte de la primera quincena de junio pasado, 100 por ciento de los municipios de Puebla se encontraba en algún grado de sequía. Además, por primera vez desde que se tiene registro, se identificaron demarcaciones en sequía excepcional, que se caracteriza por una importante escasez de agua y pérdidas excepcionales y generalizadas de cultivos, entre otros sucesos.
Agricultura de conservación: la alternativa probada ante la sequedad
Según Jiménez Merino, la agricultura de conservación es una de las disciplinas más novedosas y funcionales para el campo que ha sido desarrollada en los últimos años. Actualmente se posiciona como una de las alternativas más efectivas para hacer frente al cambio climático y la desertificación del suelo en las actividades agrícolas.
Dicha técnica se basa esencialmente en implementar la rotación de cultivos, utilizar materia y recursos orgánicos como abono. Esto permite, entre otras cosas, retener más agua de la lluvia en el suelo para mejorar las siembras.
La agricultura de conservación usa una serie de prácticas agroecológicas, entre ellas la roturación de la tierra para una mayor absorción del agua, la adición de materia orgánica, como residuos de cosecha y abonos, que le dan al suelo una mayor capacidad de retención de la lluvia detalló.
Para implementar esta tecnología se requieren herramientas muy específicas, como polímeros retenedores de agua, que puede ser el acrilato de potasio.
Esta sustancia, explicó Jiménez Merino, funciona como un aditamento especializado que se aplica a la tierra, y ello libera polímeros que facilitan la retención de agua en el suelo. De esta manera, el líquido se mantiene durante más tiempo en la tierra, haciendo que se pueda combatir los periodos de sequía extrema en la entidad.
Otra técnica utilizada en la agricultura de conservación es la biofertilización. Este término hace alusión al uso de organismos vivos, usualmente microbios, para el mejoramiento de las semillas.
El experto detalló que este tipo de bacterias generalmente son fijadores de nitrógeno, lo que permite a las semillas multiplicar y hacer crecer hasta cuatro veces más las raíces de las plantas, lo que significa que adquieren más posibilidades de extraer humedad, esto en hasta un 30 por ciento.
En ese sentido, Jiménez Merino destacó que la agricultura de conservación permite hacer mejor uso del agua de lluvia. No obstante, afirmó que esta técnica es mayormente útil para los cultivos de temporal, precisamente porque se basan en el líquido proveniente de las precipitaciones. Sin embargo, recordó que son este tipo de siembras las que se dañan en mayor proporción durante la temporada de estiaje.
Actualmente el panorama del campo poblano, al igual que en el resto del país, se ve afectado por las temperaturas extremas que afectan la disponibilidad hídrica y agudizan la desertificación.
De forma análoga, las herramientas y conocimientos de la agricultura de conservación demandan inversiones costosas que no pueden ser absorbidas enteramente por los productores. En ese tenor, el ingeniero agrónomo apuntó que se requiere instaurar una política pública enfocada en brindar apoyos, pero también en promover una cultura de manejo del suelo y diversificación de cultivos.
Lo anterior, destacó Jiménez Merino, es relevante, debido a que la falta de concientización y tecnificación de la agricultura ha impedido que los productores se atrevan a utilizar materia orgánica para potencializar sus cultivos, en buena medida ocurre también porque en México este tipo de materiales residuales se ocupan para alimentar al ganado.
Los polímeros retenedores de agua, por ejemplo, todavía no han sido económicamente accesibles a los productores (...) por eso es necesario crear una política pública que ayude a la adopción de la agricultura de conservación y todo el conjunto de prácticas agroecológicas, para recuperar el suelo, el agua y la productividad sustentable remarcó.
Transgénicos ante la sequía
Otra de las alternativas que pueden emplearse en el campo poblano de cara a la agudización de las sequías es la utilización de semillas genéticamente modificadas para hacer más eficiente su cosecha.
Aunque en México se prohíbe la siembra de maíz transgénico, por ejemplo, esto debido a que se considera un alimento endémico del país, hay algunas otras plantas y semillas que pueden adoptarse a este tipo de tecnologías de forma libre. Su uso permite que los ejemplares requieran menos agua y fertilizantes, además de que son menos propensos a enfrentar plagas y otro tipo de contaminantes.
En la actualidad los transgénicos son utilizados para la producción de algodón, por mencionar algunos casos, donde se busca hacer las semillas resistentes a productos químicos y también a algunos agentes patógenos que pueden afectar las cosechas.
Respecto a la inocuidad y certidumbre alimenticia de este tipo de semillas, Jiménez Merino afirmó que no existe evidencia científica de que las mismas tengan impactos negativos en la salud humana, por lo que no existen contraindicaciones para su consumo. El problema, sin embargo, es que este tipo de herramientas suelen ser costosas para los productores.
Aunado a lo anterior, en algunas zonas del estado se empezó ya con la evolución de los cultivos. Es decir, algunas plantaciones han sido sustituidas por otras que demandan menos agua durante su proceso de producción. En ese ejemplo pueden encasillarse algunas especies como agaves, cactáceas y pitayas.
Para finalizar, Jiménez Merino destacó que, además de la agricultura de conservación, las autoridades mexicanas deben impulsar un programa real de tecnificación del riego en general, pues destacó que en la actualidad el agua rodada sigue siendo la principal fuente de abastecimiento hídrico para el campo. Esto orilla a los productores a perder cerca del 50 por ciento del agua que reciben para regar sus cultivos.
La tecnificación del riego puede ahorrar hasta un 50 por ciento del agua que se utiliza tradicionalmente en el método rodado, que es el más utilizado en el mundo. La línea de la tecnificación del riego es algo ya indispensable concluyó.
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