Alfabetización de la BUAP, proyecto que cambia realidades

Redacción

  · lunes 31 de julio de 2017

Año con año, estudiantes de la BUAP asumen un compromiso conel desarrollo regional de Puebla: participan como voluntarios en elprograma de alfabetización que el Centro Universitario deParticipación Social (CUPS) ha coordinado desde hace más de treslustros en lugares marginados del estado. Durante la últimacampaña, la número trece, 106 alumnos atendieron a cerca de 600habitantes de 46 comunidades de Chignahuapan, Zacatlán, Pahuatlány Honey.

El rector Alfonso Esparza Ortiz visitó dos de las cinco casasalfabetizadoras ubicadas en la Sierra Norte: las instaladas en lospoblados de Acoculco y Tepeixco, en los municipios de Chignahuapany Zacatlán, respectivamente. Tras hablar con habitantesbeneficiados con el aprendizaje de la lecto-escritura y estudios deprimaria, observó de cerca la labor de los universitarios yelogió su compromiso con el desarrollo social de la región: “Lalabor de los alfabetizadores de la BUAP es admirable. Creansinergias en beneficio de las comunidades a las que asisten”.

Mediante estas campañas anuales, los estudiantes –en sumayoría del nivel medio superior- contribuyen a mejorar la calidadde vida de los pobladores al aprender a leer y escribir y lasventajas que esto representa, mientras que fortalecen y amplían suformación con estas experiencias, mismas que les permitencomprender su papel en el devenir de la sociedad. Así, demuestranque es posible aprender enseñando.

Además, como una de las estrategias para generar confianza, losalfabetizadores imparten talleres comunitarios que hacen posible laconvivencia con los habitantes y el aprovechamiento de los recursosque de forma natural se dan en cada comunidad. Con ese objetivo,este año se realizaron talleres de conservación y preparación dealimentos y actividades agrícolas, entre otros, que beneficiaron amás de mil 800 personas. De esta manera, explicó uno de losvoluntarios, logramos su aceptación, generamos mutuamenteconocimientos y habilidades para su vida.

ENSEÑARLES A USAR EL PODER DE LAPALABRA

Según el último censo de población, Oculco es una comunidadde mil 588 habitantes, de los cuales se estima que el 13 por cientoson analfabetas. Para llegar a este poblado de casi medio millar deviviendas, hay que recorrer desde su cabecera municipal–Chignahuapan- una carretera accidentada. Son aproximadamente 30minutos de camino en los que se aprecian lagos, pequeños arroyos,campos de un verdor intenso y una gama de tonalidades, paisajestodos dignos de una postal.

En la primaria de la comunidad, sede de la Casa Alfabetizadorade Oculco, se dio la bienvenida al rector Esparza y a miembros delCUPS, entre ellos su titular, Mirta Figueroa Fernández.

Tras un cálido recibimiento, los 18 jóvenes que habitaron estacasa expusieron su organización, los métodos de enseñanza (comoel desarrollado por Paulo Freire: Palabras generadoras,que se considera parte de su “pedagogía de la esperanza”), lasestrategias de inserción a las comunidades y la distribución delas actividades domésticas.

Las casas alfabetizadoras son lugares –generalmente escuelas-que las autoridades locales facilitan para que los estudiantesvivan durante las campañas y organicen su trabajo. En Oculcotambién mostraron las áreas de trabajo y los materiales yherramientas con los cuales desempeñaron su misión altruista, quecomenzó –así como en el resto de los poblados- los primerosdías de junio y concluirá la primera semana de agosto.

En Oculco se llevó a cabo, entre otros, el taller depreparación de donas. Mientras una de sus participantes, una mujerde aproximadamente 60 años de edad, amasaba la harina, confesó alRector Esparza su satisfacción por haber asistido a todas lasclases, pues ahora podrá ayudar a sus nietos a realizar sus tareasescolares. “¿Qué les iba a enseñar antes si todo se me habíaolvidado?”, comentó.

Mirta Figueroa, titular del CUPS, explicó que losalfabetizadores acuden a cada comunidad en dos ocasiones, paraafianzar en los pobladores el conocimiento adquirido durante laprimera visita. De la Casa Alfabetizadora de Oculco se coordinó eltrabajo de cinco poblados más: Cuatelolulco, Terrerillos,Pedornales, Tenancingo y Ajolotla -esta última, la única en servisitada por segunda vez.

Después de colaborar en la elaboración de donas triturandocacahuate con un molino manual, el Rector escuchó de voz de losalfabetizadores los trabajos escritos por los beneficiarios, comoun oficio en el que varios lugareños agradecían a la BUAP, puescon lo aprendido podían comunicarse mejor con las autoridadesagrarias, muy importante para la economía de la región, basadaprincipalmente en la agricultura y ganadería.

José Pablo Hernández Maldonado, un campesino de 62 años, consu puño y letra escribió una carta dirigida al Rector Esparza, enla que además de agradecerle por respaldar esta misión altruista,lo felicitó por el ascenso a primera división del equipo LobosBUAP. En respuesta, el destinatario dejó escrito un mensaje, elcual, gracias al trabajo de los estudiantes, podrá ser leído pordon José sin necesidad de terceros. “De esta forma lesdemostramos que la lectura y la escritura son útiles, lesenseñamos cómo incorporarlas en su vida”, comentó la maestradel aficionado.

UNA EXPERIENCIA PARA NUNCA OLVIDAR

Del pueblo mágico Zacatlán a Tepeixco, un poblado de esemunicipio, sólo es necesario un viaje de casi 30 minutos. Sinembargo, ambos puntos están separados por poco más de 80 curvas.Un denso bosque y profundos barrancos bordean este complicadocamino, el cual no es impedimento para la labor alfabetizadora delos estudiantes de la BUAP.

Esparza Ortiz recorrió estas vialidades, a las que sehabituaron los 24 voluntarios de la Casa Alfabetizadora deTepeixco, un poblado de poco más de mil 200 habitantes, de loscuales 17 por ciento son analfabetas.

La visita del Rector de la BUAP a esta comunidad con poblaciónmayoritariamente indígena, coincidió con la fiesta patronal enhonor a San Santiago Apóstol. La presencia de los alfabetizadorespermitió registrar ese acontecimiento, pues una de las estrategiasfue fomentar el uso de la capacidad lecto-escritora en su vidadiaria. Un texto, video e ilustraciones sirvieron para mostrar conorgullo sus tradiciones.

Los jóvenes de la casa Tepeixco impartieron clases a habitantesde esta y otras diez comunidades: Tlaltempa, Xoxonacatla,Ayehualulco, Cruztitla, Jilotzingo, Atzingo, Santa Inés, LaCumbre, Huauchinancingo e Ixtlahuaca.

Mientras mostraban con orgullo los resultados de su trabajo,como el hecho de que sus talleres, particularmente sobreastronomía, de huertos y de robots, tuvieran una nutridaparticipación, sus caras no traducían el cansancio que supone sulabor altruista en condiciones austeras, pero sí su satisfacciónde sentirse parte de un proyecto que cambia realidades. Unavoluntaria, tras narrar su experiencia, sostuvo que se despediráde sus amigos –los alfabetizados- con una importante lección:“compartiendo lo poco que sé he aprendido mucho más, más creode lo que ellos aprendieron de mí”.