“Se comunica a todas las personas que quieran comprar, que ya hay tamalitos calientitos de rajas, mole, dulce y salsa verde. También hay atole calientito, que ya pueden pasar a comprar a este aparato de sonido de la calle José María Morelos, donde les estamos despachando”. Este es uno de los diferentes anuncios que diariamente pueden escucharse en La Resurrección, lugar donde todavía los altavoces son empleados para comunicar de forma masiva actividades comerciales, religiosas, sociales y oficiales.
Esta junta auxiliar del municipio de Puebla tiene 101 mil 763 habitantes que viven en su cabecera y 16 colonias, sin embargo, 20 mil de ellos son informados por estos equipos que desde hace un centenar de años están vigentes para efectuar dicha labor.
En la cabecera y la zona Cerro del Márquez es donde esta red de bocinas es funcional. Aquí es común que en horarios establecidos propietarios de los doce aparatos que la conforman dediquen varios minutos del día para dar los comunicados contratados a cambio de cinco o siete pesos, cantidad que incluye la repetición del anuncio en tres o cuatro ocasiones.
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Desde la venta de productos, fallecimientos de pobladores, invitaciones a fiestas, felicitaciones por cumpleaños, hasta accidentes automovilísticos, convocatorias y servicios sociales, es lo que los aparatos de sonido transmiten de manera puntual a las familias, donde algunas de ellas son hablantes o entienden la lengua náhuatl.
Altavoces con más impacto que WhatsApp y Facebook
Hay algunos que todavía complacen melodías o las tradicionales mañanitas, pero esta práctica comienza a erradicarse para evitar molestias a los habitantes por los decibeles emanados en cada anuncio, pues el alcance es mayor a un kilómetro a la redonda.
A decir de autoridades subalternas y vecinos, los altavoces tienen más impacto que las aplicaciones de WhatsApp y Facebook, porque los mensajes trascienden a toda la población, incluyendo aquellas personas que no saben leer o escribir, no cuentan con un dispositivo móvil o internet en sus viviendas.
Afirman que hace una década, tras la llegada de Facebook a México y el crecimiento de la industria de la telefonía móvil, los altoparlantes fueron desplazados, al grado de quedar uno de más de 20 que había entonces.
Sin embargo, ante la efectividad y cobertura que garantizan, la población volvió a demandarlos. Ahora son 12 los equipos disponibles, sin contar aquellos particulares o que pertenecen a un inmueble religioso.
El edil auxiliar de La Resurrección, Adolfo Pérez Torres, augura que las redes sociales difícilmente harán contrapeso a las bocinas, debido a que por tradición éstas seguirán presentes, al ser el medio de difusión que prevalece de generación en generación.
En lugar de disminuir, aumentarán en años venideros, porque ahora hay más familias que los están adquiriendo, augura.
“Los padres de nuestros abuelos las escuchaban, luego nuestros abuelos, luego nuestros padres y ahora nosotros junto con nuestros nietos”, afirma desde el zócalo de esta comunidad indígena, que tiene un registro aproximado de ocho mil personas bilingües, al dominar el español y náhuatl.
Y justo desde este sitio es donde se confirma la efectividad de la red de los aparatos de sonido, pues cuando un anuncio se oye en el ambiente, los pobladores dedican tiempo para escucharlo con atención y posteriormente se vuelven promotores de la propaganda de voz en voz, pues replican el mensaje con otras personas o lo comparten con varias más a través del celular.
Anuncia negocios y eventos por gusto
Desde un cuarto de su vivienda, doña Juana Resurrección Pérez Báez permite a El Sol de Puebla conocer la actividad que lleva ejerciendo muchos años y que la aprendió de la familia de su esposo: comunicar a la población a través de su equipo de sonido.
“Es un gusto, lo hago porque me gusta, siempre me ha gustado, no me da miedo ni pena, ya que hablo con voz fuerte”, expresa justo después de invitar a la población a comprar los tamales que hace para su vendimia diaria.
Comenta que decidió comprar un equipo en apoyo a su comercio, pero después comenzó a alquilarlo, porque varios habitantes y comerciantes externos pedían que anunciara sus mercancías o eventos.
Con amabilidad, cuenta que esta herramienta informativa necesita de un amplificador, un micrófono y la bocina para operar, aunque la última debe colocarse a más de 10 metros de altura para que genere buen sonido y la trasmisión sea nítida.
“Soy catequista y me gusta hablar por micrófono y para esta actividad es necesario tener voz fuerte, aunque es mucha responsabilidad, porque mucha gente te escucha”, precisa.
En su caso, comparte que no dedica canciones por respeto al entorno de las familias, aunque a veces sí llega a reproducir algunas religiosas, pero nunca paganas.
Desde su local ubicado en la calle José María Morelos y Pavón, indica que seguirá comunicando a la población, aunque este trabajo en ocasiones le trae tristezas, ya que no siempre se anuncia la venta de alimentos, mercancías o animales, pues a veces se debe dar aviso de la muerte de un conocido, familiar, personas lesionadas y otros acontecimientos amargos.
No obstante, resalta la importancia de estos aparatos, debido a que en La Resurrección hay muchas personas que no saben leer, escribir o maniobrar un celular y el único medio de saber lo que pasa es mediante los comunicados emitidos al aire.
Gran responsabilidad
No lejos del zócalo de La Resurrección se encuentra el hogar de don Gonzalo Pérez, quien lleva comunicando 52 años, pues desde que tenía 14 tomó el micrófono por primera vez y de ahí no lo ha soltado, ya que este equipo, junto con su trompeta y consola, apoya esta labor que disfruta.
“Por usos y costumbres en esta comunidad indígena los aparatos de sonido son los que comunican lo que la población pide y exige que se informe, como es la venta de mercancías, fruta, animales, pero también hay momentos donde tenemos que comunicar un difuntito que se va a enterrar a tales horas”, dice en una plática sostenida con este medio de comunicación.
Externa que su equipo de sonido no es un negocio o una fuente de trabajo, porque el mayor tiempo lo dedica al campo.
No obstante, reitera que cuando comunica se desahoga y además esta actividad le ha dado buenas y malas experiencias.
“Es una gran responsabilidad comunicar, porque de cierta manera tenemos autoridad sobre lo que se va a dar a conocer, porque mucha gente viene para que se anuncien deudas o problemas familiares o personales, pero eso es meterse en problemas y en mi caso no lo hago, tampoco pongo música para no molestar a los vecinos”, enfatiza.
Con lo anterior, explica que es precavido ante cualquier caso que llegue a presentarse, porque no anuncia un tema sin antes corroborar y más cuando se trata de un accidente o difunto.
Agrega que hay sucesos que no ha olvidado a causa de este oficio, entre ellos un accidente ocurrido en la vía, donde un tren embistió varias unidades y se avisó al pueblo, a través de la bocina, de este duro acontecimiento.
También recuerda que una vez llegó una persona que quería anunciar que una otra, foránea, estaba fumigando una zona del pueblo, pero decidió no difundirlo y posteriormente conoció que varios habitantes lo golpearon al malinterpretar el hecho.
“Mucha gente manda a los niños a contratar o vienen adultos que quieren que digamos que tal persona debe en Coppel o no falta el borrachito que quiere una canción, pero en esas situaciones no apoyo, porque lo quieren comprometer a uno o hacer la maldad”, detalla.
Cuestionado sobre si desaparecerán los sonidos, don Gonzalo asevera que no, porque esta comunidad es indígena y en estos aparatos se comunica desde la llegada de una jornada de salud, una reunión en la presidencia, venta de diferentes productos y animales, hasta festividades.
Incluso, expone que una bocina tiene más impacto que la radio comunitaria de La Resurrección.
Redes sociales son usadas por comerciantes formales
En otra bocina pública de esta junta auxiliar se conversó con un matrimonio dedicado a esta labor y puntualizó que las redes sociales son una competencia y ponen en duda la permanencia de las bocinas.
“Ya mucha gente no se anuncia y no porque haya muchas bocinas, sino porque pensamos que el internet gana terreno”, expresa la pareja, que pide el anonimato.
La mujer y el hombre resaltan que hace siete años compraron el aparato de sonido por “mero” accidente y necesidad, pues en ese entonces vendían pescado y por una semana contrataron varios anuncios al dueño de otro artefacto, pero jamás los escuchó. Esto provocó pérdidas en sus ganancias y mercancía.
Una vez que instalaron la trompeta, la gente observó que estaba en funcionamiento y comenzó a pedir anuncios.
“Nosotros no ponemos música, ni decimos nada de los candidatos de la política o de problemas personales, porque son conflictos, ya que mucha gente quiere anunciar que alguien debe dinero, tampoco hacemos comunicados sobre presuntos ladrones agarrados (aprehendidos) porque luego las broncas son para uno y pues mejor no”, subraya.
Sobre sus clientes, revela que son más comerciantes informales, porque los establecidos se publican en Facebook o WhatsApp, ya que sus negocios no se irán, como sí pasa con aquellos que llegan de entrada por salida.
“Son pocos los que suben que venden un puerco a las redes, porque la mayoría de quienes los venden son personas que les urge sacarlos al momento y quienes los compran, a veces no tienen el celular en la mano y es ahí cuando las bocinas ganan terreno”, apunta.
Subraya que en La Resurrección los aparatos de sonido representan un apoyo económico, poco, pero lo es, pero también generan sus experiencias buenas y malas, ya que muchas veces no es agradable informar de accidentes viales, muertes o decirle a la gente que pase a identificar a alguien sin vida.
En La Resurreción solo hay un punto de WiFi
El presidente auxiliar de La Resurrección, Adolfo Pérez Torres, confirma que los aparatos de sonido, en lugar de desaparecer tienden a incrementar en esta comunidad indígena.
“Desde antes de que naciera ya estaban las bocinas, ya tengo 55 años y éstas siguen comunicando. Antes eran más, pero ahora veo que están reviviendo, porque mucha gente las contrata para decir que venden pan de sal y otras cosas o simplemente para felicitar a alguien”, asienta.
Como autoridad, aprueba que este sistema de información siga vigente en La Resurrección porque hay muchas personas que no saben leer o escribir y eso les dificulta manejar un celular, pero si escuchan el sonido, tienen la misma oportunidad de enterarse de los anuncios.
Esta junta auxiliar es rica en costumbres y tradiciones, porque elabora el pan de sal, también conocido como “de burro”, tiene baños de temazcal y su feria gastronómica dedica a la “gordita”, y también es de los pocos lugares donde los sonidos son un medio de comunicación, aunque siempre hay recomendaciones hacia los propietarios, porque pueden cometerse violaciones a los derechos humanos de una persona si es exhibida en una situación no permitida por la ley, como revelar su nombre si enfrenta adeudos, finaliza.
Es importante decir que La Resurrección es una comunidad ubicada al oriente del municipio de Puebla y su distancia del Centro Histórico es de 30 minutos. Sin embargo, enfrenta rezagos en diferentes apartados, uno de ellos es la cobertura de internet, pues solo cuenta con un punto wifi instalado por el gobierno municipal en la alcaldía auxiliar.
Esto genera que las bocinas públicas tengan demanda ciudadana, ya que datos publicados por el ayuntamiento de Puebla ventilan que en esa junta auxiliar mil 739 hogares no tienen internet y 2 mil 934 carecen de una computadora.
La información del gobierno municipal resume que un total de 3 mil 341 personas de 15 años y más son analfabetas y también hay quinientos niños y adolescentes que no saben leer o escribir, o en su defecto, no asisten a la escuela.