Desde hace dos años y medio, María de Jesús Mundo pernocta en la Central de Autobuses Puebla (Capu), esperando a que alguno de sus tres hijos vaya por ella, pues fue desalojada de la casa en la que vivía. Ahora, se encuentra en mal estado de salud, pidiendo limosna para poder comprar comida y pañales.
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La historia de esta mujer de 79 años de edad circuló a través de redes sociales, por lo que varias personas se han acercado a ella para donarle ropa o comida, sin embargo, no acepta más que algunas cosas, pues teme que le roben.
¿Cómo llegó a la CAPU?
En entrevista con El Sol de Puebla, María narra que hace un par de años vivía en una casa en la Unidad San Andrés, ubicada en la carretera con destino a Tehuacán, sin embargo, al no ser la propietaria fue desalojada de la misma. Tras esto, fue en búsqueda de uno de sus hijos, Víctor Manuel Rivas Mundo, quien migró hacia Estados Unidos, pero no tuvo éxito.
Fue entonces cuando algunos conocidos le dijeron que otra de sus hijas había regresado a Puebla por ella y, entre varias personas, le donaron el vuelo de regreso, sin embargo, hasta la fecha no la ha encontrado.
“Durante un tiempo estuve en un albergue cerca de la clínica del IMSS, pero me cobraban 45 pesos al día y me quedé sin dinero, siempre estaba cerca con una de mis hijas, ya no he podido hablar con ella, pero mi corazón de madre me dice que ella está todavía con vida”, relata.
Al no tener un lugar donde pasar la noche, decidió irse a la Capu, pues pensó que estando ahí era más probable que alguno de sus tres hijos la encontrara. A su decir, los nombres de sus otras dos hijas son Marina Guadalupe Rivas Mundo y Alma Rivas Mundo.
Entre buenos y malos tratos
María comparte que estos dos años de espera en la Capu no han sido fáciles para ella, toda vez que ha recibido malos tratos por algunos usuarios de esta central e, incluso, el año pasado una de las policías del lugar intentó sacarla.
Sé que huelo mal, que la gente me ve con malos ojos, pero no es mi culpa (…) algunos me dicen la reina del cartón, porque donde me siento llevo un trozo para no manchar cuando me ganan las ganas de ir al baño, en noviembre del año pasado me tiraron y desde ahí tengo incontinencia lamenta.
Pese a que diversas personas le han ofrecido trasladarla a un hogar temporal, ella insiste en quedarse en la Capu, pues mantiene la esperanza de ser encontrada por alguno de sus hijos o de ser llevada a su hogar.
“Quisiera regresar a mi casa, no me gusta estar sucia, me gusta trabajar (…) si Dios me permite regresar a mi casa, le prometo que a las cinco de la mañana abro a recibir mi pan y a las 11 de la noche descanso”, insiste.
Actualmente, María solo lleva consigo un trozo de cartón y una pequeña bolsa en la que lleva algunas donaciones de comida o ropa, apenas y puede ponerse de pie y asegura salir por ratos a la calle para ‘que le dé el Sol’. Con el dinero que le dan algunas personas ha comprado pañales de bebé, los cuales lleva al interior de la ropa para evitar que la orina se escurra por el suelo.
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Algunas veces, teme ser desalojada por personal de la central, sin embargo, afirma que se ha encontrado también con personas que la defienden. Pese a su edad avanzada, asegura tener ganas de seguir trabajando y de volver a ver a uno de sus nietos.
Me pone de mal humor estar de floja, yo no nací para estar de ociosa, no me gustar estar sin hacer nada, me gusta trabajar finaliza.