/ miércoles 25 de enero de 2023

Árbol de la vida, una artesanía de Izúcar de Matamoros sin moldes que se regalaba en bodas

Los artesanos de Izúcar de Matamoros tardan hasta un mes en elaborar un árbol de la vida de gran tamaño, lo hacen con su conocimiento empírico y ahí dejan volar su imaginación

Hace aproximadamente 200 años, el Árbol de la vida, artesanía poblana realizada con barro policromado, se convirtió en la tradición cultural más significativa para los habitantes de Izúcar de Matamoros, municipio situado al sur del estado de Puebla.

De acuerdo con información del gobierno municipal, esta artesanía es elaborada en 17 talleres de barro policromado, trabajo considerado como Patrimonio Cultural del Estado de Puebla desde 1998.

El principal atributo de esta pieza es la variedad de sus colores y las figuras que forman parte de sus ramas, donde pueden encontrarse flores, hojas, mariposas, aves, alimentos, ángeles y muchas otras más. Además, el tronco es adornado con un sinfín de coloridos detalles donde los artesanos echan a volar su imaginación.

Cada pieza es única, no existen árboles similares, esto se debe a que es realizado a mano, desde cero. Los artesanos no tienen moldes, medidas ni un patrón para su elaboración. “Un verdadero artesano es el que crea con las manos”, expresó Refugio Mercado, fundador del taller Cuco México.

Árbol de la vida, un obsequio para unir a las parejas. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

A decir de Joaquín Balbuena Palacios, dueño del taller Artesanías Balbuena, el proceso de elaboración de esta pieza es variable. Dependiendo de su tamaño, el periodo mínimo para fabricar una de las piezas más pequeñas (10 centímetros en promedio) es de 20 días, en tanto, para piezas de gran tamaño (un metro o más) el tiempo de elaboración es de al menos cinco meses.

El precio también varía por el tamaño y los detalles de cada pieza. El costo más bajo es de 200 pesos por árboles de al menos 10 centímetros de alto, en tanto, una gran pieza de un metro o más de alto puede llegar a costar alrededor de 25 mil pesos.

El Árbol de la vida forma parte de una tradición ancestral en esta demarcación. De acuerdo con artesanos de la zona, esta pieza representa la unión de un nuevo matrimonio, es por ello que anteriormente se obsequiaba a los novios durante su boda.

Pese a que ya no se le da el mismo uso o significado, esta artesanía es valorada como ornamento no únicamente por los artesanos y habitantes de Izúcar de Matamoros, sino también por personas de otros municipios del estado, principalmente Puebla, mismo que alberga estas figuras en sus diversos museos, entre ellos, uno de los más reconocidos, el Museo Internacional del Barroco.

Árbol de la vida vs Candelero

Los artesanos de la zona, que trabajan tiempo completo este oficio, dedican más de ocho horas al día para la elaboración de los árboles de la vida, los cuales en un tamaño tradicional (de entre 20 y 30 centímetros de alto) están listos en aproximadamente dos meses.

Los entrevistados explican que el Árbol de la vida no es igual al Candelero, una artesanía plana de arte policromado que también se elabora en Izúcar de Matamoros y que es confundida por los compradores debido a que comparte ciertas características, como los detalles en las ramas y las figuras que lo adornan, así como el material. El Candelero es una artesanía plana, en tanto que, el Árbol de la vida tiene profundidad.

Esta artesanía es elaborada con barro policromado, es decir, barro de muchos colores. El primer paso de su proceso es armar el armazón o el tronco del árbol, el cual se hace con grandes tubos de barro, mismos que deben quedar comprimidos sin aire en su interior. De no ser así, la pieza puede explotar al interior del horno, explicó Joaquín Balbuena.

Posteriormente, las piezas se deben deshidratar al aire libre y, en tanto, los artesanos realizan las piezas más pequeñas que adornarán el árbol, principalmente flores y animales. Este proceso tarda de 15 a 20 días.

Refugio Mercado, del taller Cuco México. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Pasado este proceso, la base del árbol y las piezas se deben hornear. Según explicó Balbuena, por el reglamento municipal los artesanos deben ocupar hornos de gas y no de leña, pues al infringir esta norma pueden ser sancionados por fomentar la deforestación.

“Somos talleres donde creamos desde cero las piezas, en otros lados pueden ser únicamente decoradores o comerciantes (…) el proceso es largo, porque la tierra es nuestra base, empezamos desde el polvo”, afirmó Balbuena Palacios.

Luego de que las piezas hayan secado y el barro se haya vuelto de color rojo, el artesano le coloca una base de color blanco, esto para que los colores de cada diseño luzcan por encima de la figura y resalten los detalles.

“Después le ponemos un brillo, ya sea un barniz brilloso o en color mate. Hay muchos clientes a los que les gusta el brillo y otros a los que no, entonces usamos las dos formas, nosotros nos adaptamos”, compartió.

El diseño de cada árbol puede variar, pues aunque exista el modelo tradicional con animales y flores, el artesano se adapta al gusto del cliente, es decir, puede diseñar árboles de la vida para cualquier profesión, con distintos colores y con distintas figuras.

Árbol de la vida, un regalo en las bodas

El Árbol de la vida ha sido elaborado desde hace aproximadamente 200 años por los artesanos de este municipio. Es una pieza que anteriormente era obsequiada a las parejas durante su boda, como símbolo de prosperidad, salud, dinero y fertilidad, narró Francisco Mercado Bolaños, artesano.

“El sahumerio (arte de barro policromado donde queman incienso) y el Árbol de la vida representaban la unión de un nuevo matrimonio. Cuando era una boda se ponían de ofrenda en la entrada de la casa de la boda sobre un petate”, expresó.

El sahumerio era utilizado para bendecir la unión católica del matrimonio, y las figuras de Adán y Eva en el árbol representaban la unión de la nueva pareja, la manzana a su lado era el símbolo del pecado y las aves reflejaban la libertad que la pareja tendría en tomar sus decisiones.

“Las flores y los frutos eran la fertilidad que el padrino deseaba que tuviera en el nuevo matrimonio y las velitas eran para alumbrar el nuevo camino de esa unión, por eso se le daban esos dos presentes a la pareja, para que tuviera un camino de bien”, expuso.

Francisco Mercado explicó que, aunque esta artesanía está presente en varios municipios de Puebla, la tradición ancestral no. Actualmente, estas piezas dejaron de ser obsequios en los matrimonios por sus altos costos, no obstante, la producción no disminuye, pues se convirtió en un atractivo para los turistas extranjeros.

Esta artesanía es elaborada con barro policromado y el primer paso es armar el armazón o el tronco del árbol. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Comercio local y el regateo

Quienes más compran estas artesanías son los turistas extranjeros que visitan el municipio y, en menor medida, los turistas del mismo estado o del país, aseguró la artesana Consuelo Isabel Mercado.

“México no tiene la cultura de apreciar el arte, no inculcamos el amor al trabajo de los demás, la cultura de nosotros siempre es de regatear, ese es el problema”, expresó.

A decir de Isabel, cuando un cliente extranjero visita su taller no se fija en el precio de las piezas, simplemente compra. En tanto, cuando un cliente local acude con ella, es recurrente que intente pagar un precio inferior a su costo, pues califican los precios como “excesivos”.

“Es más favorable la visita de un extranjero porque no nada más llega a preguntarte o a comprar, sino que muestra interés, pregunta el proceso, la historia, cómo hemos llegado hasta acá, por eso tenemos más impacto en otros países, porque no nada más vendemos la pieza, compartimos nuestra historia”, subrayó.

De acuerdo con Consuelo, el regateo es más común en México por los problemas económicos de las familias, pues para muchas personas es difícil poder pagar una de estas artesanías. “Muchos poblanos quisieran tener la oportunidad de adquirir alguna, pero su economía no se los permite”, afirmó.

Ante ello, y al ser productora de estas figuras, Consuelo aseguró que al tener visitantes locales en su taller no ha dudado en bajar el precio de sus productos, pues más allá de realizar estas artesanías por interés, lo hace por la pasión que siente por su oficio.

Trabajo del corazón

Los artesanos entrevistados por esta casa editorial coincidieron en que detrás de este oficio se encuentra un gran valor sentimental, pues desde el inicio de esta tradición se han formado al menos cinco generaciones de trabajadores del barro policromado.

Joaquín Balbuena se inició en el oficio hace 50 años. Es uno de los más grandes artesanos del municipio y por amor a este trabajo inculcó este arte a sus dos hijos y nietos. “Las nuevas generaciones están mostrando un interés genuino por aprender”, destacó.

Quienes más compran estas artesanías son los turistas extranjeros que visitan Izúcar. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Similar a ello, Refugio Mercado, artesano de 52 años, persiste en la enseñanza de la elaboración del Árbol de la vida con su familia, tal como su madre y su abuela lo hicieron con él. “Yo nací en cuna de barro”, dijo.

Más allá del reconocimiento público, o de las ganancias que este trabajo puede ofrecer, los artesanos del municipio muestran interés por preservar, difundir, enseñar y enaltecer esta artesanía, no solo a nivel nacional, sino en todo el mundo.

“Este trabajo es tan noble que nos hace ser sencillos y dedicados. Tratamos de llegar a la perfección de una pintura, de un modelo, y también de ir mejorando cada día. Siempre hay algo nuevo que aprender”, manifestó Monserrat Bolaños, artesana.

Actualmente, Cuco México y otros talleres del municipio ofrecen visitas guiadas a todos los turistas, mostrando interés en enseñarles su área de trabajo y el proceso de elaboración, sobre todo a los más pequeños, pues su propósito es que cada día se sumen más artesanos a este oficio.

Los 17 talleres que pueden encontrarse en Izúcar de Matamoros son los siguientes: Agustín Castillo Orta, Alfonso Castillo Hernández, Árbol de la Vida Alfonso Castillo Orta, Arte Casbal, Arte Cuateta Ramos, Arte Policromado Grajales, Artesanías Balbuena Alonso, Artesanías Castillo Balbuena, Artesanías Mercado Castillo, Artesanías Montesinos, Artesanías Ramírez, Artesanías Tomàs Hernández, Cllart, Cuco México, Elfego Vázquez Piedra, Dulce Arte y Daeli Arte.

Estos talleres están habilitados en sus casas, sin embargo, 10 de ellos se organizaron para montar un corredor de ventas, a un lado del zócalo, que realizan en días y fechas especiales.

Hace aproximadamente 200 años, el Árbol de la vida, artesanía poblana realizada con barro policromado, se convirtió en la tradición cultural más significativa para los habitantes de Izúcar de Matamoros, municipio situado al sur del estado de Puebla.

De acuerdo con información del gobierno municipal, esta artesanía es elaborada en 17 talleres de barro policromado, trabajo considerado como Patrimonio Cultural del Estado de Puebla desde 1998.

El principal atributo de esta pieza es la variedad de sus colores y las figuras que forman parte de sus ramas, donde pueden encontrarse flores, hojas, mariposas, aves, alimentos, ángeles y muchas otras más. Además, el tronco es adornado con un sinfín de coloridos detalles donde los artesanos echan a volar su imaginación.

Cada pieza es única, no existen árboles similares, esto se debe a que es realizado a mano, desde cero. Los artesanos no tienen moldes, medidas ni un patrón para su elaboración. “Un verdadero artesano es el que crea con las manos”, expresó Refugio Mercado, fundador del taller Cuco México.

Árbol de la vida, un obsequio para unir a las parejas. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

A decir de Joaquín Balbuena Palacios, dueño del taller Artesanías Balbuena, el proceso de elaboración de esta pieza es variable. Dependiendo de su tamaño, el periodo mínimo para fabricar una de las piezas más pequeñas (10 centímetros en promedio) es de 20 días, en tanto, para piezas de gran tamaño (un metro o más) el tiempo de elaboración es de al menos cinco meses.

El precio también varía por el tamaño y los detalles de cada pieza. El costo más bajo es de 200 pesos por árboles de al menos 10 centímetros de alto, en tanto, una gran pieza de un metro o más de alto puede llegar a costar alrededor de 25 mil pesos.

El Árbol de la vida forma parte de una tradición ancestral en esta demarcación. De acuerdo con artesanos de la zona, esta pieza representa la unión de un nuevo matrimonio, es por ello que anteriormente se obsequiaba a los novios durante su boda.

Pese a que ya no se le da el mismo uso o significado, esta artesanía es valorada como ornamento no únicamente por los artesanos y habitantes de Izúcar de Matamoros, sino también por personas de otros municipios del estado, principalmente Puebla, mismo que alberga estas figuras en sus diversos museos, entre ellos, uno de los más reconocidos, el Museo Internacional del Barroco.

Árbol de la vida vs Candelero

Los artesanos de la zona, que trabajan tiempo completo este oficio, dedican más de ocho horas al día para la elaboración de los árboles de la vida, los cuales en un tamaño tradicional (de entre 20 y 30 centímetros de alto) están listos en aproximadamente dos meses.

Los entrevistados explican que el Árbol de la vida no es igual al Candelero, una artesanía plana de arte policromado que también se elabora en Izúcar de Matamoros y que es confundida por los compradores debido a que comparte ciertas características, como los detalles en las ramas y las figuras que lo adornan, así como el material. El Candelero es una artesanía plana, en tanto que, el Árbol de la vida tiene profundidad.

Esta artesanía es elaborada con barro policromado, es decir, barro de muchos colores. El primer paso de su proceso es armar el armazón o el tronco del árbol, el cual se hace con grandes tubos de barro, mismos que deben quedar comprimidos sin aire en su interior. De no ser así, la pieza puede explotar al interior del horno, explicó Joaquín Balbuena.

Posteriormente, las piezas se deben deshidratar al aire libre y, en tanto, los artesanos realizan las piezas más pequeñas que adornarán el árbol, principalmente flores y animales. Este proceso tarda de 15 a 20 días.

Refugio Mercado, del taller Cuco México. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Pasado este proceso, la base del árbol y las piezas se deben hornear. Según explicó Balbuena, por el reglamento municipal los artesanos deben ocupar hornos de gas y no de leña, pues al infringir esta norma pueden ser sancionados por fomentar la deforestación.

“Somos talleres donde creamos desde cero las piezas, en otros lados pueden ser únicamente decoradores o comerciantes (…) el proceso es largo, porque la tierra es nuestra base, empezamos desde el polvo”, afirmó Balbuena Palacios.

Luego de que las piezas hayan secado y el barro se haya vuelto de color rojo, el artesano le coloca una base de color blanco, esto para que los colores de cada diseño luzcan por encima de la figura y resalten los detalles.

“Después le ponemos un brillo, ya sea un barniz brilloso o en color mate. Hay muchos clientes a los que les gusta el brillo y otros a los que no, entonces usamos las dos formas, nosotros nos adaptamos”, compartió.

El diseño de cada árbol puede variar, pues aunque exista el modelo tradicional con animales y flores, el artesano se adapta al gusto del cliente, es decir, puede diseñar árboles de la vida para cualquier profesión, con distintos colores y con distintas figuras.

Árbol de la vida, un regalo en las bodas

El Árbol de la vida ha sido elaborado desde hace aproximadamente 200 años por los artesanos de este municipio. Es una pieza que anteriormente era obsequiada a las parejas durante su boda, como símbolo de prosperidad, salud, dinero y fertilidad, narró Francisco Mercado Bolaños, artesano.

“El sahumerio (arte de barro policromado donde queman incienso) y el Árbol de la vida representaban la unión de un nuevo matrimonio. Cuando era una boda se ponían de ofrenda en la entrada de la casa de la boda sobre un petate”, expresó.

El sahumerio era utilizado para bendecir la unión católica del matrimonio, y las figuras de Adán y Eva en el árbol representaban la unión de la nueva pareja, la manzana a su lado era el símbolo del pecado y las aves reflejaban la libertad que la pareja tendría en tomar sus decisiones.

“Las flores y los frutos eran la fertilidad que el padrino deseaba que tuviera en el nuevo matrimonio y las velitas eran para alumbrar el nuevo camino de esa unión, por eso se le daban esos dos presentes a la pareja, para que tuviera un camino de bien”, expuso.

Francisco Mercado explicó que, aunque esta artesanía está presente en varios municipios de Puebla, la tradición ancestral no. Actualmente, estas piezas dejaron de ser obsequios en los matrimonios por sus altos costos, no obstante, la producción no disminuye, pues se convirtió en un atractivo para los turistas extranjeros.

Esta artesanía es elaborada con barro policromado y el primer paso es armar el armazón o el tronco del árbol. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Comercio local y el regateo

Quienes más compran estas artesanías son los turistas extranjeros que visitan el municipio y, en menor medida, los turistas del mismo estado o del país, aseguró la artesana Consuelo Isabel Mercado.

“México no tiene la cultura de apreciar el arte, no inculcamos el amor al trabajo de los demás, la cultura de nosotros siempre es de regatear, ese es el problema”, expresó.

A decir de Isabel, cuando un cliente extranjero visita su taller no se fija en el precio de las piezas, simplemente compra. En tanto, cuando un cliente local acude con ella, es recurrente que intente pagar un precio inferior a su costo, pues califican los precios como “excesivos”.

“Es más favorable la visita de un extranjero porque no nada más llega a preguntarte o a comprar, sino que muestra interés, pregunta el proceso, la historia, cómo hemos llegado hasta acá, por eso tenemos más impacto en otros países, porque no nada más vendemos la pieza, compartimos nuestra historia”, subrayó.

De acuerdo con Consuelo, el regateo es más común en México por los problemas económicos de las familias, pues para muchas personas es difícil poder pagar una de estas artesanías. “Muchos poblanos quisieran tener la oportunidad de adquirir alguna, pero su economía no se los permite”, afirmó.

Ante ello, y al ser productora de estas figuras, Consuelo aseguró que al tener visitantes locales en su taller no ha dudado en bajar el precio de sus productos, pues más allá de realizar estas artesanías por interés, lo hace por la pasión que siente por su oficio.

Trabajo del corazón

Los artesanos entrevistados por esta casa editorial coincidieron en que detrás de este oficio se encuentra un gran valor sentimental, pues desde el inicio de esta tradición se han formado al menos cinco generaciones de trabajadores del barro policromado.

Joaquín Balbuena se inició en el oficio hace 50 años. Es uno de los más grandes artesanos del municipio y por amor a este trabajo inculcó este arte a sus dos hijos y nietos. “Las nuevas generaciones están mostrando un interés genuino por aprender”, destacó.

Quienes más compran estas artesanías son los turistas extranjeros que visitan Izúcar. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Similar a ello, Refugio Mercado, artesano de 52 años, persiste en la enseñanza de la elaboración del Árbol de la vida con su familia, tal como su madre y su abuela lo hicieron con él. “Yo nací en cuna de barro”, dijo.

Más allá del reconocimiento público, o de las ganancias que este trabajo puede ofrecer, los artesanos del municipio muestran interés por preservar, difundir, enseñar y enaltecer esta artesanía, no solo a nivel nacional, sino en todo el mundo.

“Este trabajo es tan noble que nos hace ser sencillos y dedicados. Tratamos de llegar a la perfección de una pintura, de un modelo, y también de ir mejorando cada día. Siempre hay algo nuevo que aprender”, manifestó Monserrat Bolaños, artesana.

Actualmente, Cuco México y otros talleres del municipio ofrecen visitas guiadas a todos los turistas, mostrando interés en enseñarles su área de trabajo y el proceso de elaboración, sobre todo a los más pequeños, pues su propósito es que cada día se sumen más artesanos a este oficio.

Los 17 talleres que pueden encontrarse en Izúcar de Matamoros son los siguientes: Agustín Castillo Orta, Alfonso Castillo Hernández, Árbol de la Vida Alfonso Castillo Orta, Arte Casbal, Arte Cuateta Ramos, Arte Policromado Grajales, Artesanías Balbuena Alonso, Artesanías Castillo Balbuena, Artesanías Mercado Castillo, Artesanías Montesinos, Artesanías Ramírez, Artesanías Tomàs Hernández, Cllart, Cuco México, Elfego Vázquez Piedra, Dulce Arte y Daeli Arte.

Estos talleres están habilitados en sus casas, sin embargo, 10 de ellos se organizaron para montar un corredor de ventas, a un lado del zócalo, que realizan en días y fechas especiales.

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